XVIII
(Heráclito de Éfeso
en los infiernos)
Nadie se monta dos veces en el mismo metro, incluso
cuando el rostro que devuelven las ventanas
insiste en parecerse a su recuerdo, no es
posible, nadie se monta dos veces, nadie
traspasa y vuelve a traspasar esas puertas que
se abren, que se cierran, que domestican esta compulsión
que llamamos vida, nadie vuelve a esperar
en el andén mientras nos traicionan la física,
la biología, la química, nos traicionan los números,
su progresión interminable, su voluntad por
no regresar, nadie pisa dos veces el mismo
vagón, lo sabes pero no lo dices, yendo de una
estación a otra, sin poder subir a la superficie,
lo sabes porque te lo dijo la lámpara
del logos, parpadeando sobre tu cabeza
cuando intentabas dormir, acunado
por las ruedas sobre los rieles, arropado con
la hidropesía y un abrigo que alguien
botó, te lo dijo el logos con su luz, halógena,
el tiempo es manco y por eso
todo se le escapa, nada retorna, ni el tintineo
de las monedas en el vaso de cartón,
ni un tono de voz, ni un gesto, ni el óxido de
las vigas, ni la mugre que ejecuta sobre la piel
un mapa sin viajes, ni el olor a bosta y
carne quemada de las revelaciones, nada
vuelve, en estos túneles por donde
sólo puede cruzar un río ciego.
XXI
(Cadáveres para Néstor Perlongher)
Hay cadáveres con y sin rostro, con y sin
miembros, con y sin ataúd y aunque dicen reconocerse
como iguales, no han logrado resolver aún sus rencillas,
formar una república independiente de ultratumba,
ni tan siquiera sindicalizarse.
Hay cadáveres que cavan túneles para escapar
hacia el otro lado del planeta, hacia
una nueva vida –o al menos una muerte más prometedora.
Hay cadáveres que sólo pueden caminar
de espaldas, con pasos tímidos, como quien
se pone tacones por primera vez.
Hay cadáveres que, orgullosos, siguen votando en
sus países de origen; algunos incluso han llegado
a vestir la banda presidencial.
Hay cadáveres que fueron lanzados al mar
para que sólo el agua recordara sus nombres
(pero no fue así).
Hay cadáveres que padecen de anorexia
porque nadie habla de ellos.
Hay cadáveres que insisten en grabar sus rostros
sobre paredes, cortezas de árboles,
sudarios: selfies milagrosos.
Hay cadáveres que pactan con los gusanos
que los devoran; con ellos fundan una nación
subterránea, un pequeño país en descomposición.
Hay cadáveres que dejaron sus retratos
en palacios, ministerios y cuarteles, creyendo
que podrían espiarnos desde ellos
(pero no fue así).
Hay cadáveres que llegaron puntuales
al olvido, pero impuntuales a la muerte.
Hay cadáveres que están a punto de ser echados
del panteón nacional –hace décadas que no pagan
con hazañas la renta.
Hay cadáveres que por nada del mundo se quitan
el uniforme, las insignias, las
medallas, convencidos de una inminente
resurrección de la carne (pero no es así).
Hay cadáveres que regresan porque la inmortalidad
que imaginamos para ellos está mal amoblada, las
lámparas no encienden y siempre se cae la señal del wi-fi.
Hay cadáveres que no pueden hablar de estadísticas,
números, desapariciones, porque se les traba
la lengua. Aún esperan la oportunidad
de testificar contra los vivos.
XXVIII
(Gasa)
Alcohol, pinzas, aguja, hilo. Guantes de
látex manchados, garabatos sangrientos sobre
la bandeja de metal bruñido. Le sacaron el
trozo de plomo y madrugada que tenía incrustado
justo bajo la rodilla. Lo cosieron, lo
vendaron y lo trajeron al pabellón, donde ahora
está conectado a unos tubos transparentes
como hilos de saliva. Está rígido, ni siquiera
se inmuta con los espasmos del tipo
que está en la camilla de al lado. Su carne
es una tela seca, ya no puede ocultar bien
los secretos pobres de su cuerpo. Hace días que el
aire acondicionado no funciona y sin embargo
un frío viscoso le lame la piel, una lagartija helada
se le escurre entre los dedos, los orificios nasales,
la boca, los oídos, un reptil que se le enrolla bajo
el abdomen. Cada tanto venían a cambiarle el
vendaje, pero van a tener que amputar, ya
casi nadie puede verle la pierna, una transparencia
le gangrena la rodilla, se la afantasma. Perder un
miembro porque el cuerpo ya no aguanta
tanta simetría. Nadie le dedicará un soneto, nadie
extenderá sobre él una silva delgada como una
mortaja. Nadie filmará una conmovedora película
que cuente su historia, que justifique la nobleza
de sus luchas y oculte sus miserias, donde se relate
cómo eventualmente tuvieron que dejar
de cambiarle las vendas porque ya no había gasa.
Las otras camillas se van vaciando poco a poco, pero
la de él cada vez está más húmeda, más honda; se está
volviendo un río de sudor, desinfectante, pus
y morfina, se está volviendo una corriente que fluye
y desaparece bajo las losas del piso, buscando
desembocar quién sabe dónde. Junto a él, parada
a orillas de ese sueño pálido, una enfermera
le exige a todo el que pasa, con voz baja de ahogado,
por favor, deje la luz prendida al salir.
Del poemario Salvoconducto (Valencia, Pre-Textos, 2015). Ganador del premio Arcipreste de Hita
© All rights reserved Adalber Salas Hernández
Adalber Salas Hernández. Caracas, 1987. Poeta, ensayista, traductor. Licenciado en Letras por la UCAB. Ganador del II Premio Nacional Universitario de Literatura por el libro La arena, el vidrio: ascenso en tres movimientos (Caracas, Editorial Equinoccio, 2008), así como autor de los poemarios Extranjero (Caracas, bid&co. editor, 2010; Bogotá, Común Presencia, 2012), Suturas (Caracas, bid&co. editor, 2011) y Heredar la tierra (Bogotá, Común Presencia, 2013). Asimismo, ha publicado el volumen Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (Caracas, bid&co. editor, 2013). Recientemente han sido publicadas sus traducciones de El hombre atlántico, Agatha y Savannah Bay, libros de Marguerite Duras (Caracas, bid&co. editor, 2013 y 2014),Artaudlogía, selección de textos de Antonin Artaud (Caracas, bid&co. editor, 2014) yElogio de la creolidad de Bernabé, Chamoiseau y Confiant (Caracas, bid&co. editor, 2013). Junto con Alejandro Sebastiani Verlezza, es responsable de la antología Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes (Bogotá, Común Presencia, 2014). Textos suyos, tanto poesía como ensayo, han sido publicados en distintos medios periódicos, nacionales e internacionales. Actualmente se desempeña como Co-Director de bid&co. editor, como miembro permanente del consejo de redacción de la Revista POESIA de la Universidad de Carabobo y cursa como becario Santander el MFA en Escritura Creativa en Español de la New York University.
twitter: @adalbersalas