Writing in Sand
Lugar. On Stage Black Box Theater/Miami Dade County Auditorium.Director. Carlos Caballero. Escrita por Griselda Ortiz. Coreografía Lucía Aratanha. Música. Inez Barlatier. Elenco. Mabel Roch, Lucía Arathana, Inez Barlatier.
Tres lenguajes distintos para una vivencia común.
“Writing in Sand abre un diálogo para explorar temas relacionados con el desplazamiento, la inmigración, los traumas, las crisis personales y la asimilación como un espejo de Miami en sí mismo. Una cubana, una brasileña y una haitiana, a partir de un espectáculo teatral multidisciplinar, hacen una aproximación para explicar sus propias historias así como los límites que hay entre una variedad étnica y artística en las distintas comunidades que hoy existen en Miami.”
Tres mujeres de negro abrazadas en una playa junto a este párrafo introductorio, aparece en inglés en la distribución comercial de la obra. Es una sinopsis perfecta de lo que se ha pretendido en ella.
La obra arranca con tres cubículos blancos bajo unas tenues luces azules y marinas. De fondo, un silencio sepulcral. Lucía Aratanha sale a escena. Lleva una maleta en su mano y la deposita ante el público. En ella aparece una espada, una pistola y un cochecito de juguete junto a una blusita y un pantalón. Abre el sonido, un barco atracado en el puerto junto a voces de despedida bajo el murmullo. Su cuerpo habla por sí misma. A golpes de una danza contenida va conquistando el espacio. Sus manos marcan su territorio personal en el aire. También lo hace en el escenario Mabel Roch e Inez Barlatier que, a carreras y en diagonal, dan la sensación las tres de “huir-hacia-alguna-parte”.
La partida del país de origen ha comenzado. Mabel inicia las primeras palabras ante el público bajo el tormento “Te da rabia esta palabra que se llama adiós”… “Yo me fui por la fuerza del destino…Había un silencio de muerte a mi alrededor”. La partida de Lucía sucede bajo las canciones de Maria Bethania y el eterno berimbao que acompaña una samba de Rio en pleno carnaval. Un puzzle verde que construye bajo sus pies para identificar sus orígenes, le sirve para poetizar su salida a partir de un lenguaje corporal limpio, preciso e interior. Inez aparece con una conga con la bandera haitiana incorporada. Baila con sus mil faldas que vuelan libres entre sus piernas negras y fuertes. Sugiere una danza como si estuviera dirigida a la madre Naturaleza y a sus dioses. Al rato, se detiene; y sus manos repican la piel de la tumbadora hasta crear un ritmo caribeño que se extiende con aplausos por toda la sala. Las tres alegorías de la partida ya han concluido. La entrada “pal Norte” que dice Mabel, queda para que la descubran ustedes cuando se vuelva a reponer.
Una concepción dinámica y un texto bien elaborado por Griselda Ortiz bajo la voz de la mujer cubana, Mabel, la actriz que la representa con una potencia extraordinaria y una gran espontaneidad. Soy de la opinión que fue un error no dar la palabra a las demás actrices , todo y que queda justificado por la complementación de otros géneros multidisciplinario en el teatro como son la danza, la expresión corporal o la música. ¿Y por qué? El texto de Mabel es muy emotivo y fuerte, autocrítico y/o benevolente con la comunidad cubana y miamense, sincero en sí mismo y con los tonos de humor medidos para no perder el punto dramático e incluso trágico en ciertos momentos. Es decir, tiene un peso muy importante en la obra que a mi entender , y sin desmerecer la buena labor y las buenas intenciones del director Carlos Caballero. Repito: sin desmerecerlas “…muere un cubano ahogado y sale en primera plana en El Nuevo Herald, mueren treinta haitianos y nadie dice nada” contó al final de la obra en unas declaraciones honestas e informales. Uno se queda con la ganas de oír los relatos bajo la palabra de la brasileña Lucía y la haitiana Inez. Y más, sabiendo que había el sistema de traducción para hacerlo. Este añadido, a mi modesto entender, permitiría la hibridación, el equilibrio textual y protagónico entre las tres y el acercamiento de un público más numeroso de estas dos comunidades a la obra.
Pero bien, este detalle anterior no fue una excusa para que la gente, al final de la obra, se levantara con emoción e interés. La obra estuviese en “sold out” como me advirtió mi amigo el director José Manuel Domínguez. Y una buena vibración del público, mayoritariamente cubano, le diera una ovación bien merecida. Los perfiles de la mujer como sujeto activo, crítico y sensible apareció en escena en todo momento. Incluso yo me atrevería a decir con orgullo que, para mí, Writing in sand es una obra feminista. Palabra muy desmerecida en esta ciudad …sin saber aún el por qué. “Yo quería hacer La Señorita Julia y le dieron el papel a una mocosa de veinte años…yo que ya lo sé todo en la vida” dice Mabel haciendo una referencia a la obra de Strindberg.
Teatro del bueno, fustigador y al mismo tiempo creativo. Teatro bajo el negro del black box, pero lúcido e iluminado en sus intenciones. Teatro social y comprometido con la comunidad, como tiene que ser. Teatro serio, que solo necesita que haya un público como el que acudió para que estuviera una temporada completa en escena. Por cierto… ¿Existe esta audiencia en Miami de una forma más extendida … o aún la tenemos que crear para este tipo de teatro? ER