Entre postales y tarjetas de artistas que obtengo cuando visito alguna galería o museo, hoy me topé con la de Jorge Jurado, a quien quise conocer y hablar en este artículo, sobre las obras de su última serie.
Lo primero que salta a la vista en la obra de este creador, es que lo primordial no está en primer plano. Como en un sueño, recorremos unas ventanas, donde posiblemente no queramos despertar. Fronteras delimitadas por contornos humanos —o no— que a partir de la mirada nos invitan traspasar a otro espacio, con otro tiempo en su haber. Otra era. En la nuestra, el Pop Art nos alegra, siempre que nos topamos con esta corriente artística. Y también nos sucede, con la obra de Jurado, en su primer plano.
Pasamos hoy, desde estos marcos brillantes del Pop Art en la obra del artista, al sueño etéreo del Renacimiento. La mano de este creador nos transporta a otros pintores, mientras nos asomamos a su mundo interior.
Colores perfectamente perfilados. Frente a frente. Con otros más, primarios o bajo otros matices, mostrándonos una silueta desconocida. Un rostro inapreciable nos está mirando. Igualmente, podríamos percibir un ser de esta época cavilando en el pasado.
En esos pensamientos está presente un ambiente luminoso. Un paisaje natural y casi perfecto. Un escenario, donde los personajes, siempre hermosamente vestidos a su época, se cuentan secretos o procuran derrotar su tristeza. Hacen planes ante nuevas aventuras. Todo, perfectamente bien equilibrado, dentro de este sueño.
Definitivamente, es necesario enfrentar la abstracción en esta serie y trasladarnos a aquellos pasajes renacentistas o del romanticismo, como si fueran creados desde tiempos lejanos. Jurado nos propone un ejercicio: lograr ser testigo de la historia. Saltar a otra dimensión, desde su mirador moderno, alegre, y a todo color. Sin mirar atrás. Sin olvidarnos completamente de lo que hoy en día nos atrae, o como sociedad de consumo, nos compromete.
Anuncios lumínicos. Objetos llamativos, creados posiblemente para el empleo del hombre y su banalidad. Ser testigo de una nueva historia que, al parecer, ya aconteció.
El alma de algún personaje que nos deja ver sus pensamientos. Temores. Ansiedad, encanto o secretos que entenderemos, si logramos hacer la conexión, al entrar en esa especie de psique ajena a nosotros, donde podremos apropiarnos de ella. Tal vez.
Gloria MiládelaRoca
Contacto con el artista:
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