hundido en las ruinas de olvido
edifiqué la soledad costrosa de los templos
levanté la mirada del viento que anima tu silencio
escombro de angustia tejían sus huecos de saudades
deshojados relojes vencidos en el sueño
lamían cicatrices gastadas en campos desnudos de batallas
manantiales de lunas caían suavemente empujando
la escarcha sucesiva de días pintados de aluminio
sobre el mutilado velo de las oscuridades
comía mariposas en cuevas verdes babeadas por las sombras
los gusanos del alba despedazados de luz
atravesaban la oblicua calavera del tedio surcando la inutilidad del día
nadaba su lamento en el cadáver hermoso de una tarde
doblaba con los huellas dactilares la espuma violentada del mar
sin que los dedos del sol rompieran su oro de llamas inauditas
enternecidos de sirenas ciegas aturdía los gritos invencibles
de gaviotas hambrientas de lejanías
abría con su boca el cuerpo marchito de rosas deshechas
tocaba el antiguo homenaje de la niebla
donde giraban magnolias frías languidecidas de jardines ausentes
garfio helado de lluvia colgaba de tejados musgosos
escarbaban la antigua estación de los bostezos
subía a los trapecios suspendidos del pinar el búho ciego
escondían las voces martilladas de los grillos ausentes
que redoblaban por las tardes los peregrinos chillidos del estío
no era él aún que brindaba su silueta en el umbral
la dudosa voz que desollaba mi piel hasta el delirio
eran girones de astros que pulsaban su antiguo misterio
invadiendo intempestivamente mi cuerpo hasta los huesos
entrando sin permiso poco a poco hasta incrustarse en el DNA
el timbre despacioso de sus pasos sobre las hojas de otoño
el paso del aire repentino del alma partida en mil pedazos
ronca en el fondo del corazón arañando tu pecho
y el latido enredado de la sangre fluye en tus nervios
en la corriente estrepitosa del fracaso de la angustia que bombea
la ecuación mortal de los asombros
azul debí sembrar el agua en los surcos del éter
y el cristal rebotar en las alturas rompiendo las alas de la duda
la piedra clava en el espíritu sereno la carne irremediable
el deseo ahuecado que ensordece los muros de la nada
la estación fértil de incertidumbres coronaba entonces la locura
en la roca vespertina del cielo colgaban alfileres luminosos
y enterraban despaciosos las negras uñas del enigma.
Silvio Ambrogi Román, Nicaragüense- Americano Nacido en Jinotepe Carazo Nicaragua Ciudadano naturalizado Americano, es Poeta, escritor ,crítico y Abogado de su país Natal . Su Obra ha parecido en sin números de revistas periódicos y 8 antologías tanto en Nicaragua como en Miami, ha publicado dos Poemarios: “Oscilaciones” Poemas 1988 Editorial penga de la Trova y “ La Saga del Jazmín”2010, ha participado en un centenar de recitales en Festivales de poesías y ferias del Libro.