Un pequeño encuentro
Mi abuela, Consuelo García Amechazurra (1895-1958), fue la mejor abuela que alguien podría tener. Lo que sigue es mi relato de un encuentro entre un pájaro, la abuela y yo hace mucho tiempo. No pudo haber durado más de un par de minutos, sin embargo, está grabado vívidamente en mi memoria. Que esto sea un humilde homenaje a mi querida abuela y a la Cuba perdida que conoció.
Consuelo, una persona de profunda fe, tenía un arraigado sentido de la justicia y la dignidad que se le debe a todo ser humano. Jardinera nata con una profunda habilidad para la jardinería, estaba en casa jugando con macetas y urnas de arecas, helechos y cualquier maravilla botánica que creciera en Cuba. La jardinería era pasatiempo y pasión personal.
Aunque solo recibió la educación básica que se les da a la mayoría de las mujeres cubanas de su tiempo, tenía un sentido común innato, le encantaba leer y se conducía con la elegancia fácil que es natural para las personas con clase.
La gente de nuestra ciudad natal de Matanzas, incluido yo mismo, creemos que ella es una santa en el cielo. Aunque esto no se hizo evidente hasta después de su muerte, la abuela tenía un pequeño ejército de pobres que contaba con su limosna. Participó activamente en una organización conocida como Damas Isabelinas de Cuba. Su misión era cuidar a los enfermos de tuberculosis.
Ella tiene al menos un milagro en su haber. Murió en septiembre de 1958, pero logró votar en las elecciones de noviembre de ese año. ¡Cosas de Cuba! El triunfo de la coalición respaldada por el gobierno de Batista fue una verdadera victoria pírrica para el régimen, que se desmoronó dos meses después. El fallecimiento de la abuela, sabiamente programado, le ahorró la catástrofe que el destino tenía reservada para su tierra natal en los años venideros.
La abuela estaba cautivada por la opulencia de las plantas, los animales y los entornos naturales de su isla. Creció en los ingenios azucareros que entonces poseía la familia y estaba en sintonía con los ritmos únicos de la Cuba rural. La isla tiene más que su parte justa de naturaleza agreste. La más grande de las Antillas, tiene la segunda rana más pequeña del mundo y uno de los murciélagos más grandes. Los caracoles arborícolas de Cuba, las famosas polimitas, son una maravilla para la vista. Los hermosos moluscos, recolectados sin descanso, están amenazados de extinción.
La falta de desarrollo económico bajo el régimen de Castro ha sido un desastre para el pueblo de Cuba y su entorno construido, pero una bendición para la naturaleza salvaje. La indisponibilidad de fertilizantes naturales, por ejemplo, ha significado una drástica reducción de los contaminantes que desembocan en los mares circundantes. En consecuencia, los arrecifes de coral de Cuba son los mejor conservados del Caribe.
A Tiny Encounter
My grandmother, Consuelo Garcia Amechazurra (1895-1958), was the best granny anyone could ever have. What follows is my account of an encounter between a bird, Grandmother, and I a long time ago. It couldn’t have lasted more than a couple of minutes, yet it is vividly etched in my memory. Let this stand as a humble homage to my dear grandmother and the lost Cuba she knew.
A person of deep faith, Consuelo had an ingrained sense of fairness and the dignity owed to every human being. A born gardener with a deep green thumb, she was at home tinkering with pots and urns of arecas, ferns and whatever botanical marvels grew in Cuba. Gardening was both a hobby and a personal passion.
Although not precisely educated —she received only the rudimentary formal education given to most Cuban women of her time— she had an innate common sense, loved to read, and carried herself with the easy elegance that comes naturally to people with class.
Folks from our hometown of Matanzas, myself included, think she is a saint in Heaven. Although this did not become apparent until after her death, Grandmother had a small army of the poor who counted on her alms. She was active in an organization known as the Damas Isabelinas de Cuba. Their mission was to care for the sick with tuberculosis.
She has at least one miracle to her credit. She died in September of 1958, yet
managed to vote in the elections of November of that year. ¡Cosas de Cuba! The triumph of the Batista government-backed coalition was a true pyrrhic victory for the regime, which unraveled two months later. Grandmother’s wisely timed passing spared her the catastrophe Fate had in store for her native land in years to come.
Grandmother was enthralled by the opulence of her island’s plants, animals and natural environments. She grew up in the sugar mills the family then owned and was in tune with the unique rhythms of rural Cuba. The island has more than her fair share of wild nature. The largest of the Antilles, she has the world´s second tiniest frog and one of the largest bats. Cuba´s tree snails, the famous polymitas, are a marvel to behold. The beautiful mollusks, relentlessly collected, are threatened with extinction.
Lack of economic development under the Castro regime has been a disaster for Cuba´s people and her built environment but a boon to wild nature. The unavailability of fertilizers, for example, has meant a drastic reduction of pollutants draining into the island’s surrounding seas. In consequence,Cuba’s coral reefs are the Caribbean’s best preserved.
Cuba’s birds are nothing if not spectacular. Mellisuga helenae, a Cuban hummingbird, passes for the world’s smallest bird. lt was discovered and named by the great Cuban-German naturalist Juan Gundlach in the 19th century. An adult bird is a bit under two inches long and weighs under two grams. lt is endemic to Cuba and the lsle of Pines. Of course, Cuba, having the tiniest bird on Earth, probably also has the tiniest bird’s egg.
The zunzuncito is a natural masterpiece of miniaturization. Seeing it for the first time is a magical experience. I saw my first “little zun-zun” in San Miguel de los Baños, a beautiful spa in central Matanzas adjacent the Jacan mountain, the province’ s highest elevation. Once a chic watering hole far Cuba’s elite, it is now derelict. The famous waters stank, so they must have been therapeutically efficacious. They are credited with curing me from a renal infection in 1951.
One morning I was playing on the front verandah when Grandmother Consuelo grabbed my arm, placed her finger on her lips and silently pointed to what looked like a big bug hovering overhead, swiftly finding his way in and out of the clusters of flowers clinging from the overhang. Grandmother and I stood perfectly still for a while, afraid to move lest we scare our tiny visitor away. At last it darted off into the bright sunshine of the early morning.
1 do not remember exactly what I told Grandmother or what she told me after the spell conjured by the tiny apparition broke. We may have talked about hummingbirds and fairies and why they both loved to dart into clusters of flowers. But I do vividly remember her sense of wonder as she gently, lovingly, wisely, made me complicit of her own sense of awe in the presence of a marvel.
Mellisuga helenae, un colibrí cubano, se hace pasar por el ave más pequeña del mundo. Fue descubierto y nombrado por el gran naturalista cubano-alemán Juan Gundlach en el siglo XIX. Un ejemplar adulto mide poco menos de dos pulgadas de largo y pesa menos de dos gramos. Endémico de Cuba y la Isla de Pinos. Por supuesto, Cuba, que tiene el pájaro más pequeño de la Tierra, probablemente también tiene el huevo de pájaro más pequeño.
El zunzuncito es una obra maestra natural de la miniaturización. Verlo por primera vez es una experiencia mágica. Vi mi primer “pequeño zun-zun” en San Miguel de los Baños, un hermoso balneario en el centro de Matanzas adyacente a la montaña Jacán, la elevación más alta de la provincia. Alguna vez fue un elegante abrevadero para la élite de Cuba, ahora está abandonado. Las famosas aguas apestaban a pedo, por lo que debieron de ser terapéuticamente eficaces. Se les atribuye haberme curado de una infección renal en 1951.
Una mañana, yo estaba jugando en el porche delantero cuando la abuela Consuelo me agarró del brazo, se llevó el dedo a los labios y silenciosamente señaló lo que parecía un gran insecto revoloteando sobre mi cabeza, encontrando rápidamente su camino dentro y fuera de los racimos de flores que sobresalían colgando. La abuela y yo nos quedamos perfectamente quietos un rato, temiendo movernos para no asustar a nuestro pequeño visitante. Por fin se lanzó hacia el brillante sol de la mañana.
No recuerdo exactamente lo que le dije a la abuela ni lo que me dijo después de que se rompiera el hechizo conjurado por la diminuta aparición. Es posible que habláramos de colibríes y hadas y por qué a ambos les encantaba lanzarse a los racimos de flores. Pero sí recuerdo vívidamente su sentido de asombro cuando ella gentil, amorosa y sabiamente me hizo cómplice de su propio sentido de asombro en presencia de una maravilla.
© All rights reserved Miguel A. Bretos
Miguel A. Bretos nació el 21 de junio de 1943 en Matanzas, Cuba. Hijo de Miguel Americo y Teresa Bretos.
Licenciatura cum laude, St. Bernard College, 1965. Maestría en Estudios Latinoamericanos / Historia Mexicana, Universidad de Nebraska, 1968. Doctorado en Filosofía en Historia, Universidad de Vanderbilt, 1976.
Instructor Fisk University, Nashville, 1968-1970. Profesor asistente de historia, director del Programa de Estudios Latinoamericanos Oberlin (Ohio) College, 1971-1976. Becario del National Endowment of the Humanities en el departamento de residencia de arte de la Universidad de Tulane, Sophie Newcomb College, Nueva Orleans, 1976-1977.
Lecturer University NSW-Kensington, Sydney, Australia, 1977-1985. Fundador, director del Proyecto de Archivos e Historia de Cuba Florida International University, Miami, 1986-1989. Docente, decano asociado del Inter-American Center Miami-Dade Community College, 1990-1993.
Distinguido profesor de idiomas y culturas del departamento William Patterson College, Wayne, Nueva Jersey, 1993-1994. Consejero del secretario de asuntos comunitarios y proyectos especiales del Smithsonian Institution, Washington, desde 1994. Con la división de características de la Australian Broadcasting Corporation Television, Sydney, 1983-1985.
Senior Scholar Smithsonian Institution.
Senior Fulbright Scholar, profesor invitado de historia del arquitecto y conservación histórica Universidad Autónoma de Yucatán, Escuela de Arquitecto, Mérida, México, 1985, 89-90. Presentador en campo.
Miguel A. Bretos ha sido catalogado como un destacado administrador de la asociación de arte por Marquis Who’s Who.
Miguel A. Bretos was born on June 21, 1943 in Matanzas, Cuba. Son of Miguel Americo and Teresa Bretos.
Bachelor cum laude, St. Bernard College, 1965. Master of Arts in Latin American Studies/Mexican History, University Nebraska, 1968. Doctor of Philosophy in History, Vanderbilt University, 1976.
Instructor Fisk University, Nashville, 1968-1970. Assistant professor history, director Latin American Studies Program Oberlin (Ohio) College, 1971-1976. National Endowment of the Humanities fellow in residence department art Tulane University, Sophie Newcomb College, New Orleans, 1976-1977.
Lecturer University NSW-Kensington, Sydney, Australia, 1977-1985. Founder, director Cuban History and Archives Project Florida International University, Miami, 1986-1989. Faculty, associate dean Inter-American Center Miami-Dade Community College, 1990-1993.
Distinguished professor department languages and cultures William Patterson College, Wayne, New Jersey, 1993-1994. Counselor to the secretary for community affairs and special projects Smithsonian Institution, Washington, since 1994. With features division Australian Broadcasting Corporation Television, Sydney, 1983-1985.
Senior Scholar Smithsonian Institution.
Senior Fulbright scholar, visiting professor history of architect and historic conservation University Autónoma de Yucatàn, School Architect, Mérida, Mexico, 1985, 89-90. Presenter in field.
Miguel A. Bretos has been listed as a noteworthy Art association administrator by Marquis Who’s Who.