Un loco si puede, publicada por la Editorial Verbum, último proyecto salido de la imprenta del reconocido escritor cubano Felix Luis Viera (Santa Clara, 1945) logra desde un magisterio ya probado por su autor muchos años atrás, que siempre hay una manera muy diferente de contar una misma historia. Lo digo porque esta novela se sucede en ese tiempo mítico del cincuenta y sesenta, del siglo pasado, es decir los primeros años del triunfo de la Revolución y la instauración del socialismo en Cuba, un tiempo revisitado varias veces por narradores de varias generaciones, pues ha servido a muchos como geografía de múltiples historias.
Sin embargo Viera, expone esta etapa desde la mente de un joven marginal que por agresión del padre queda con una limitación que lo obliga a visitar a un psiquiatra constantemente, secuela que lo incapacita, aparentemente, para hacer un profundo y coherente análisis de todo cuanto vive y tiene necesidad de exponer, cuestionar, compartir.
Desde esa rara y compleja mirada, la de una persona limitada, se expone esta singular historia.
Como el personaje principal, es decir esta persona que aparentemente no está en capacidad de contar nada sin la distorsión propia de su limitación mental, está meticulosamente construido y por tanto se hace creíble y muy disfrutable, la novela logra atrapar al lector desde sus primeras páginas y contar exquisitas y alucinantes historias que entretejidas hacen esa gran historia que obliga al lector a no renunciar de la lectura.
Obviamente hay otros personajes de suma importancia en este proyecto como Leticia (Suárez del Villar Fernández Calienes), hija de un Coronel del ejército de Batista, que es fusilado por el Ejército Rebelde. Leticia entra en relación en el año sesenta con el narrador y personaje principal de esta novela. Lo que hace que este comience a vivir una realidad muy diferente al lugar marginal de donde procede; Chiches Perdidas, espacio que se describe con toda esa riqueza que puede encontrarse en un sitio como este.
Tan interesante es este barrio marginal como la descripción del Ho Chi Min, una especie de manicomio en que va a parar el personaje principal, aún cuando después de que a Leticia, la hicieran prisionera por estar atentando contra la Revolución, y él tener que abandonar la casa de ella que por años había sido la suya había entrado en relación con una enfermera del psiquiátrico. Pero prefirió mantener su lugar en este sitio y solo visitar a esta amante los fines de semana, quizás por temor a perder la estabilidad que le propiciaba el manicomio.
La lectura de Un loco sí puede, cuenta la historia de personas tan diferentes como la de un joven salido de la marginalidad, con trastornos síquicos a consecuencias de esa vida que le tocó enfrentar y una joven hija de una familia de clase media alta, vinculada al gobierno de Batista. Por lo que el abanico sicológico de los personajes que aparecen en esta novela son muy diverso y eso lo sabe aprovechar muy bien su experimentado autor, sin dudas uno de los más reconocidos narradores cubanos.
Relato desgarrador, a pesar del humor que destilan algunas de sus situaciones, con diálogos muy bien logrados y que aparecen solo en los momentos que la narración lo exige, con descripciones mínimas y muy precisas, en que el peso mayor está sostenido por la rica y compleja sicología de personajes tan atípicos, como el de su protagonista, un limitado mental que actúa por momentos como un gran cuerdo. Personaje que lleva el peso mayor de esta historia que siendo sencilla en su discurso se muestra profundamente complejo por todos los análisis que sus diversas situaciones obligan a cualquier lector que se acerque a ella.
© All rights reserved Arístides Vega Chapú
Arístides Vega Chapú (Santa Clara, 1962). Poeta y narrador. Ha publicado más de diez poemarios. Sus textos han aparecido en varias antologías de Cuba y el extranjero. En el año 2002 obtuvo el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén. Los poemas pertenecen a su más reciente libro El discreto encanto de los oficios ( Editorial Voces de Hoy, Miami, 2013). Reside en Santa Clara, Cuba.