Cruzando de acera a acera. Sin más platea que los árboles en cada esquina del paseo. Un hombre de lentes múltiples en su montura, no acepta mi broma al requerirle que se detenga y alce la mascarilla hasta cubrir la mitad de su rostro.
– ¡Haga el favor, y apártese! – me dice
– ¿No me reconoces, cabrón?
– Le he dicho …¡Ala Eduard! ¡Cuánto tiempo sin vernos!
Lo cito en el 2004 dentro del poemario la Lírica del Crápula en un poema que decía así…
Mujer logopeda y ayudante
…Y yo te amaba a la francesa
mientras transcribía informes de autistas
en una Léxicon 80,
ciego en mis dieciséis… enfermo
… Y un investigador
que encontró la playa en Saint Germain
(un hombre que sólo amaba
el libro rojo de Mao y sus porqués)
se acerca a los perfumes de tu rostro
… y los requiere
Situémonos. Inicios de los 70. La juventud en mi haber. Barcelona, bajo la dictadura franquista en su última etapa. Mi primer trabajo educativo: monitor en una escuela de niños discapacitados mentales. En aquel espacio, entre revoltosos bajo el síndrome de Down y otros alumnos con afasia grave, una mujer especialista en la reeducación del lenguaje se enamora de mí. Tal como oyen. Iris contra iris y bajo la provocación y el desparpajo de la edad, María Rosa entra en mi corazón, pero junto a su figura, mis manos quedan atadas. En el otro lado, su pareja del momento: Un investigador …que sólo amaba el libro rojo de Mao y sus porqués.
Este sujeto era un personaje representativo y bajo el prestigio intelectual del momento. No sólo en el campo de la biología investigativa y periodística en diarios como El País, la revista Triunfo o El Viejo Topo, sino también por sus vivencias personales en más de cien países y su adhesión política en la izquierda maoísta. Dirigió una revista científica muy importante de aquel momento en Catalunya: Ciència
Joan Senent-Josa vivió entre los adoquines del Quartier Latin parisino día y noche para conseguir que, El Mayo del 68, fuera un cambio real en las tesis revolucionarias de aquella época en su época juvenil. Alternó con el conocido icono de la protesta Daniel Cohn Bendit, conocido como Dany el rojo. Y junto a él, se unió a la revuelta de la Sorbona bajo el cargo de líder internacional del Sindicato de Estudiantes en Catalunya. Viajó al Chile de Allende. A la Cuba fidelista de la década de los 60 …a la Etiopia de Haile Selassie. Fue de los primeros en entablar contacto con la intelectualidad política que, a poco de caer la dictadura, tomaría el poder en Catalunya.
En un café de Barcelona me habla de las noches estrelladas durmiendo en las aceras conversando sobre ideas y propuestas junto a los suyos. Recuerda las consignas “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Y sin duda, hace referencia a lo que él, en aquellos días, consideraba que era un cambio paradigmático: La revolución cultural en China. Sus conversaciones con Manuel Vázquez Montalbán, el poeta y artista Pepe Sales y su amigo coetáneo Pau Malvido entre otros muchos marcaron su trayectoria.
Todo bajo un estigma según lo que la colectividad espera de un individuo en una sociedad capitalista; y según él, desde una visión experimental: la introducción al mundo de la heroína como una experiencia investigativa al inicio. Después, bajo el síndrome de dependencia/abstinencia, estamparon un antes y un después en su existencia. Aquella etapa terminó. No sus huellas ligadas al sufrimiento y, a la vez, en busca de preguntas que hacen de su propio yo, un científico nato en todo lo referente al vivir o la supervivencia como sujetos biológicos.
Autor de más de doce libros en su haber, ligados sobre todo al mundo de las ciencias y a los efectos positivos de ciertas plantas alucinógenas o ligadas al cannabis desde la editorial periodística en ALA (Associació Lliure Antiprohibicionista), una asociación que reivindica la elección libre de sustancias como la marihuana, ha llegado a veces a tocar fondo, al punto que se quedo sin vivienda y tuvo que acceder a servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona en su acogida.
Hoy intenta seguir su propio sendero en busca de aquella enciclopedia que aún no ha escrito sobre sus memorias. Su filosofía vital llena de altibajos. Y aquellos descubrimientos bajo tierra -…fue un gran espeleólogo; al punto que el hallazgo de dos especies de insectos tiene un nombre derivado de su apellido- bajo el epígrafe de la generación del underground y la contracultura aún le queda por escribir.
– Espero que Jorge Herralde, el editor de Anagrama, no se muera antes de que se las ofrezca como libro de memorias. Algunos se sorprenderán.
Aquí estamos nosotros esperando para verlas en la librería.
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Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)