Un día normal. De esos en que te levantas un poco tarde, enojada por tu falta de mesura con la maratón de Netflix. De esos en que descubres con horror que se acabó el café molido justo cuando una alarma chilla desde tu teléfono: habías olvidado la cita a las diez para reemplazar la llanta de emergencia. Esa con la que tu coche cojea desde hace una semana. En el apuro de tu día normal, te golpeas el codo, la rodilla y descubres que tus insultos también son bilingües. Ya camino a la tienda de llantas, el clima se burla con guiños tibios. Cruel. Sabe que tu cuerpo tropical está harto de este frío sabor a Narnia.
Pues eso, un día normal.
El hombre Michelín te recibe a la entrada recordándote que ya es tiempo de bajar las libras de más que dejaron las fiestas. Tuerces los ojos. Aunque has llegado puntual, igual toca esperar. No hay problema. Vienes armada con un magnífico libro – uno de tus auto regalos navideños. Sus páginas ofrecen las clases de literatura que dictó Cortázar en Berkeley allá por los ochenta. Tu década favorita. Te sientas en una salita donde las sillas están dispuestas en reverencia circular al dios televisor e intentas sumergirte en charlas magistrales sobre el cuento fantástico.
Imaginas que logras vencer el tiempo y la distancia, que estás ahí en primera fila en el salón de clase, la más grupi de las grupis de Julito. Levantas la mano para preguntar sobre la nacionalidad de los cronopios. Julio te mira. Y es en ese mismo instante, como en un cuento mal escrito, que algo te arranca del mundo mágico de las páginas. Primero lo sientes como unos pitidos agudos que acuchillan tu cerebro – por lo mal dormida, supones – pero enseguida te das cuenta que es la voz de la reportera de Fox News. Como si le molestara lo que estás leyendo, se entromete en tus pensamientos y entonces las escuchas – las palabras estrella de la charla dictada por la televisión – “immigration”, “undocumented”, “DACA”, “Latinos” …
Aquella ráfaga de palabras despeja la nube causada por la falta de café y por fin aterrizas en el mundo real. Miras a tu alrededor y ves que las otras sillas están ocupadas por seres aún más blancos que el hombre Michelín. Tú en el centro con tu piel canela. Tú en el centro con tu libro en español. Y es que olvidaste que los habitantes de esta Narnia sureña son estatuas de hielo, estancadas bajo el hechizo de la Bruja Blanca a la que no le caen nada bien los animales tropicales y coloridos. Olvidaste también que en esta Narnia de colinas y lagos de ensueño – un paisaje que podría ser descrito en el más hermoso de los cuentos – ha quedado terminantemente prohibido hablar español.
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Melanie Márquez Adams es la autora de Mariposas Negras (Eskeletra, 2017). Su cuento “Intruso” acaba de ser nominado para Best Small Fictions 2018. Puedes seguirla en instagram.com/melaniemarquezadams y @melmarquezadams