Agradecemos al poeta peruano-español por dejarnos conocer cinco de sus poemas contenidos en la antología “PERÚ EN ALTO”, recientemente publicada por el programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima, como apoyo al Festival Internacional de Poesía Primavera Poética, dirigido por Harold Alva. Los dos primeros poemas y el último fueron escritos en vida de su padre, Alfredo Pérez Troncoso. Los otros dos, tras su fallecimiento, en diciembre de 2014.
UN ABRAZO MÁS
Si tu padre te pide un abrazo más
—un último abrazo interminable—
acude deprisa donde él espera
mientras siente flaquear su vida.
Abrazo cual razón de ser del hijo
buscando fusionarse con su ancestro;
abrazo que transmita gratitudes
por todo lo pasado y lo futuro.
Y aunque la garganta se te anude
y los ojos se muestren inundados,
acude con el corazón consolado
por el inmenso amor que nunca falla.
Todos tenemos un padre encarnado
cuyo mayor deseo es un abrazo más
con el hijo que está por otras tierras.
Un abrazo más y no tantas hazañas.
Un abrazo que guarde la memoria.
Un abrazo de hoy, pero indeleble.
Padre e hijo, torre y fortaleza:
un abrazo más que ya les sobreviva
volviéndolos uno solo en Dios.
LAS VOCES OÍDAS
“No sabes cuánto me ayuda oír tu voz”,
dice el padre, lejos, muy lejos del hijo
que llama para estar en comunión
bajo sus conmovedoras existencias,
rozando el espacio del mundo, el aire
de las ondas que trasladan sus voces,
el minuto del intercambio de palabras.
No puede ser indecible esta verdad
que oyen y sienten los dos, al teléfono,
esperando el turno de sencillas frases
que evadan geografías o transmitan
parcos testimonios de los dos confines,
felices partituras del milagro de vivir,
esfuerzos van, intuiciones vienen…
Las voces se oyen en las entrañas,
en la médula ósea de cada cual, rastro
o melodía familiar e intransferible
en la cavidad auditiva mientras habla
el padre y escucha el hijo que tapona
los huecos inevitables de toda lejanía.
“No sabes cuánto me ayuda oír tu voz”,
repite el padre, y el hijo lo siente cerca
cuando va acabando, mientras promete:
“Cada semana te estaré llamando”.
EN EL ANDÉN
Del alba al crepúsculo
estás por el andén de tu orfandad,
esperando divisar
al padre más amado.
Por si eso no bastara,
los sueños —o la memoria—
te permiten levantar
la tapa de lo vivido
y la nebulosa donde lo supones
como extraviado.
En esta estación
el amor es la contraseña
(o la suplicante fuerza)
que abre las válvulas
por donde es posible que pase el tren
con el padre que limpió todas
tus heridas.
Ese y ningún otro retorno
es la Dicha para ti.
PADRE DE TODO AMANECER /
FATHER OF EVERY DAWN
(Poema musicalizado por el israelí Asi Mesquin)
Cada amanecer te veo
iluminado por luciérnagas
y abro mi corazón
que nunca te engaña.
Así no te me alejas.
Así te reconozco
tras las sombras
o bajo las lluvias.
Y mientras cantan los pájaros
te entrego mis tesoros,
sencillas palabras
que sólo hablan de amor.
Contigo no hay ausencias
porque viajas conmigo,
aunque crezca la muerte,
aunque estalle el olvido.
LA CASA DE MIS PADRES
No por obediencia sino por Amor, aceptando la prueba
de la distancia desde tan temprano, retorno
a mis entrañables pertenencias, a mis respiraciones de ayer
con saltos de alegría, Padre y Madre esperándome
con vuestras sangres llameantes, con vuestras antiguas
vigilias conmoviéndome el corazón eternamente,
fruto autónomo de un credo donde no hay fisuras
y sí música de los árboles, de los ríos, de los pastos. Sí
inmemorial cariño armado en la liturgia del sentimiento
puro al Cristo que nadie comprende, Ejemplo vuestro
en clave morse de los párpados, en ráfagas de la memoria
del que varias veces y siempre ha sido el hijo pródigo
que no malgastó vuestra herencia.
¡Qué latitud la de vuestro aliento, Padres;
por eso los abrazo con la puntería de mi Amor!
Padres de la velocidad de mis vértebras: Crezco afuera,
en una lejanísima fábula, náufrago sobreviviente
por la tabla de la emoción, por la lengua
sujeta a la intemperie, Órbita de vuestro incentivo para
el éxodo de mi sed, ¡Padres hasta el confín ávido
de mis oriundos besos! ¡Padres vivitos en la Casa
ambarina sobre el tiempo tropical de mi sangre
o sobre el Vítor planetario que pongo en un Reino
donde los santos no son estatuas! ¡Padres del alarido
de mi carne! ¡Padres del canto tierno hasta los huesos!
¡Padres, vuestra Casa merece algún eco
por sus cauces múltiples, por sus muchas moradas!
¡Qué fosforescente es vuestro ejemplo, Padres;
por eso yo nunca he dejado de veros!
Retorno a la muestra primaria del Amor.
Sólo vuestras sonrisas brillan al fondo del salón. Trueco
besos por abrazos, abrazos por besos
para que bailen otro pasodoble los cincuenta años
que faltan. Trueco mis horas frías por vuestras vidas
anudadas a la selva y a las estaciones que no terminan.
Retorno anhelando esta Casa donde aprendí a caminar.
Ay, Señor, en nombre de los Pérez de Perú y de España;
en nombre de los Alencar de Brasil, de Bolivia y de Perú,
gracias doy por estos padres vivitos que no me faltan,
que aguantan, que se quieren de madrugada a madrugada.
Bellos padres acordándose de sus hijos y de sus nietos
con un Querer sin fin, todo magma protector, todo llanto
benéfico, todo perdón hasta sangrar los labios.
El viento se mueve en todas las direcciones y yo vuelvo
traspasando océanos, vuelvo a la Casa cuya dirección
está junto a mis grandes ríos. Heme aquí con las lámparas
del espíritu, asistiendo a esta boda cuando hoy mismo
se cumplen cincuenta años de la primera vez.
¡Qué inmensos Padres sois y seréis y habéis sido;
por eso yo nunca me he ido de vosotros!
Enlace para descarga libre de la antología:
https://www.descubrelima.pe/wp-content/uploads/2020/12/Alfredo-Perez-Alencart.pdf
© All rights reserved Alfredo Pérez Alencart
Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962). Poeta y ensayista peruano-español, profesor de la Universidad de Salamanca donde se incorporó en 1987. Es coordinador, desde 1998, de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que organiza la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Sus poemarios publicados son, entre otros: La voluntad enhechizada (2001); Madre Selva (2002); Hombres trabajando (2007); Cristo del Alma (2009); Savia de las Antípodas (2009); Cartografía de las revelaciones (2011); Prontuario de Infinito (2012); Memorial de Tierraverde (2014); Los éxodos, los exilios (2015), Ante el mar, callé (2017) y Barro del Paraíso (2019). Su poesía ha sido parcialmente traducida a cincuenta idiomas y ha recibido, por el conjunto de su obra, el Premio Internacional de Poesía Vicente Gerbasi (Venezuela, 2009), el Premio Jorge Guillén (España, 2012), el Premio Humberto Peregrino (Brasil, 2015) y la Medalla Mihai Eminescu (Rumanía, 2018), entre otros. Hay seis volúmenes con estudios sobre su poesía escritos por más de doscientos autores y, de la misma, se han hecho varias antologías: Brasil, Alemania, Perú, Francia, Chile, Argentina, Croacia, Portugal, Rumanía…