Elena Ferrante, Helen Macdonald y Elfriede Jelinek, una triada de escritoras únicas.
Los deudas del cuerpo H de Halcón Deseo
Elena Ferrante Helen Macdonald Elfriede Jelinek
Ed. Lumen Ed. Ático de los libros Ed. Destino
Traducción, Celia Filipetto Traducción, Joan Eloi Roca Traducción, Carlos Fortea
477 páginas 380 páginas 234 páginas
La lectura compulsiva y desordenada de las tres novelas, evocó el recuerdo de una niña miope que devoraba libros sentada en una mecedora. El encuentro de la mujer-adulta con la mujer-niña me ha revelado que, ambas, practicamos el hábito de acunar la soledad con historias que no nos pertenecen.
El retorno al pasado siempre altera tu percepción de la realidad y quizás he leído las tres obras como si se tratasen de los libros diminutos que tanto me gustaba leer de pequeña. Me fascinaba ser la dueña de un objeto que cabía en la palma de mi mano y que contenía historias fantásticas. El gigante Gulliver era mayor que la palmera de mi casa y la legión de los liliputienses se multiplicaba bajo el limonero.
H de Halcón de Helen Macdonald, no es una obra diminuta pero tiene una portada singular y unas críticas excelentes. La protagonista es una profesora de Cambridge que afronta el duelo de su padre practicando el arte de la cetrería. Mabel, será el halcón hembra con el que descubrirá a la mujer animal que lleva dentro. El ave rapaz despierta en ella una pasión salvaje e irracional. La autora narra en primera persona su aventura catártica con una erudición natural y sincera.
La novela requería una luz tenue. La mejor hora para disfrutarla era el amanecer. El silencio acompañó el vuelo de Mabel y me permitió compartir con la escritora su angustia y también su valentía por reconocer que la animalidad, está presente en nuestra existencia. La docta profesora puede colaborar en la matanza de un conejo si el ave rapaz necesita comer.
El libro de Helen Macdonal te descubre el mundo de la cetrería desde la óptica de una mujer del siglo XXl que vive el duelo paterno, a través de la relación intensa que mantiene la protagonista con los instintos primarios de un animal. Las vísceras del dolor que provoca la muerte de un ser querido y el desgarro interior por la perdida del padre, adquieren una naturalidad conmovedora.
El amanecer estaba reservado a la lectura de H de Halcón y por la noche tenia una cita con Las Deudas del Cuerpo de Elena Ferrante, tercera obra de la tetralogía Dos amigas.
Los lectores de mis reseñas ya conocen mi obsesión por esta escritora. Les confieso que este libro me intranquilizó porque suscita una reflexión interna acerca de las relaciones de amistad con mis amigas.
Las dos protagonistas, Lenù y Lila, son ya dos treintañeras que desempeñan el rol de madres, esposas, trabajadoras y amantes. La trama de la novela esta construida con delicadeza y consigue involucrar al lector en la vida cotidiana de dos napolitanas que viven en estratos sociales distintos.
Elena Greco, Lenù, la narradora de la novela, está casada con un profesor universitario, vive en Florencia, es escritora y está emparentada con una familia con prestigio en el ámbito intelectual: los Airota. Lila , trabaja en una fábrica, participa en alguna lucha sindical y mejora profesionalmente gracias a su inteligencia para formarse en el ámbito de las computadoras. La amistad entre Lenù y Lila no es una “relación blanca”, está jalonada de episodios de odio, sumisión, despreció y lealtad.
Pensé en mis relaciones con amigas y comprobé que en algunos momentos había sentido lo mismo que Lenù. La dependencia emocional que provocan las relaciones de amistad en la adolescencia, condicionan o supeditan nuestras decisiones a la “valoración de la otra”. Recordé situaciones concretas en las que esperaba que mi amiga no recriminara mi comportamiento y otras en las que no me mostraba una lealtad incondicional. El hecho de poder reflexionar sobre este tema generó -por extraño que parezca- una estima más profunda con ellas porque comprobé que cualquier relación humana está siempre al filo de la navaja.
La lectura de H de Halcón y Las deudas del cuerpo respetaba la franja horaria que les había reservado.
Deseo de Elfriede Jelinek, Premio Nobel en el año 2004 es punto y aparte. No había leído nada de ella y elegí el libro por azar. Abrí la primera página y me enamoré de la autora. Flechazo inevitable porque a Elfriede: o la amas o la odias. No hay término medio.
El transporte público, el tiempo destinado al almuerzo o los momentos de melancolía intensa, los dediqué a Elfriede Jelinek para que me sacudiera la conciencia. Necesitaba un revulsivo en mi vida y la novela de esta austriaca singular me deparó el placer de sentirme una outsider del sistema social.
Deseo es una pieza única como el resto de su producción escrita porque crea un lenguaje literario propio. Leerla no es fácil y comprender el alcance de su discurso exige un esfuerzo intelectual.
En la obra aparecen como protagonistas centrales, el director de una fábrica, su mujer, el hijo de ambos y el amante joven de la esposa. Transcribiré un párrafo literal de la novela para que puedan comprobar la singularidad de esta escritora:
“Le gusta que esta mujer, la mejor educada del lugar, tenga que andar envuelta en su propia suciedad. La golpea furioso en la cabeza. En la transustanciación, él, ha hecho adaptar su cuerpo a sus dimensiones. Es un recinto destinado a ser vaciado, y también él se vuelve a llenar por la noche una y otra vez, esta tienda de autoservicio, esta tienda para niños donde uno se puede echar sin problemas al lado estrecho. Con la llave del portal, se adquiere el derecho a ración diaria, y se puede tirar del clítoris o cerrar de golpe la puerta del water; la patria católico-romana se pliega, pero hace que la gente se vaya a los centros de planificación familiar y se case. Y la casa tiene que encender las luces de DOS mientras la mujer es utilizada “[1]
La mujer que aparece en el texto, es Gerdi, la esposa del director sometida a todos los deseos sexuales de su marido ya que ella…es una propiedad más del varón.
Si lo leen con calma, en el párrafo elegido pueden descubrir la crítica feminista corrosiva sobre la sociedad austriaca y también pueden comprobar la particularidad con la que se articula su discurso dialéctico.
A pesar de las notables diferencias entre las tres novelas, he tenido la percepción de haber leído un único libro con capítulos dispares que despertaron el deseo íntimo de ser otra. De enfrentarme al espejo con valentía. Sin velos ni maquillajes que oculten a una mujer de cincuenta y dos años que sufre y goza. Un cuerpo a punto de no menstruar. La sangre no dejará rastro y tendré que dar color a la feminidad con la pátina de la sabiduría de la Diosa Blanca que describía Robert Graves, en su magnifico ensayo sobre esta deidad.
Ángels Martínez
[1] Deseo. Elfriede Jelinek. Cita página 52.