23
Vi a Picasso montado en un caballo verde
llevaba camisa de fuerza y una máscara africana
Sus mujeres lo seguían (a pie) por un desierto de sal
cargaban sus cuadros al hombro y un paraguas
de Matisse
El caballo lucía una extraña peluca
sus patas ortopédicas se abrían hacia todos lados
desesperando a Picasso que lo golpeaba con un palo
de ceniza
Aburrido bajó del caballo
y comenzó a trazar en el suelo figuras amorfas
líneas arrancadas de un alfabeto imposible
Aquí cavaré la tumba de Dios, se dijo
los gusanos jamás me perdonarán
Y ordenó a sus mujeres cortarse las venas
mientras él pintaba su caballo de eternidad
31
Vi a Kafka en el cuarto de los juguetes
Conducía un tren infinito
sobre rieles que parecían anguilas
Bajo la cama otro niño desarmaba
una oruga fluorescente
La oruga tenía el rostro de Kafka
también los muebles, los relojes
las paredes tenían su rostro
las arañas aburridas en sus telas
los juguetes en la habitación
El único que no tenía el rostro de Kafka
era el propio Kafka cuyo rostro
semejaba una página en blanco
40
Vi a Dios por el espejo retrovisor
mientras salíamos de un túnel transparente
Viajábamos a toda velocidad
vestidos para una fiesta de cenizas
Cada quien llevaba una máscara
y una piedra atada al cuello
para lanzarnos en el primer río
Vagamos toda la noche por un desierto de sal
delirando con la tierra prometida
En el asiento trasero las musas bostezaban
sacaban sus pechos por la ventana
como si fueran restos arqueológicos
Los gatos que olvidamos en la cajuela
nos habían predicho el futuro
Ninguno verá el amanecer, confesaron
con una certeza que nos paraba los pelos
En la última gasolinera compramos tabaco
y alimentamos los gatos antes de abandonarlos
Maullaban a un lado del camino
cuando encendimos motores
La luna era una trenza de ajo
pegada al parabrisas
las estrellas semejaban estacas
que añoraban nuestro corazón
Con los primeros rayos de luz
comenzamos a desaparecer
Razón tenían los gatos, dije
subiendo el volumen de la radio
mientras veía a los Sex Pistols
por el espejo retrovisor
© All rights reserved Mario Meléndez
Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel, La muerte tiene los días contados y Esperando a Perec. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa, catalán, macedonio, griego y árabe. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Una selección de su obra apareció en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Al inicio de 2015 es incluido en la antología El canon abierto. Última poesía en español (Visor, España).