Autor Antón Chéjov. Director Nilo Cruz. Elenco Larry Villanueva, German Barrios, Alexa Kuve, Ariel Teixidó, Grettel Trujillo, Martha Picanes, Zully Montero. Producida por Arca Images y Miami Dade County Auditorium.. Fotografía Julio de la Nuez
Una mirada latina de Tio Vania
Sinopsis
En una hacienda en plena Rusia de los zares, un profesor y crítico de arte Aleksander Vladímirovich se retira de la ciudad al campo con su joven esposa Elena Andréievna con un estado de salud precario por un problema de reumatismo. Él está casado en segundas nupcias y la primera suegra María Vasílievna Voinítskaia, su antiguo cuñado IvánPetróvich Voinitski (Tío Vania) y su única hija Sofía Aleksándrovna (Sonia) viven en esta casa rural trabajando para que él pueda subsanar sus gastos en la ciudad. Nadie aparentemente sabe del engaño y fracaso de Alekxander como profesional y el abuso que ha mantenido en secreto para poder subsistir económicamente. Lo acompañan en su estancia Astrov, un médico que lo atiende y Marina, el ama de la casa.
Una atmósfera de deseos incumplidos, resabios y dolor contenido se darán entre los distintos personajes. A raíz de la llegada del profesor y su joven esposa, se desencadenan una serie de conflictos: “No me gusta esta casa…es un laberinto. Veintiséis habitaciones. Cuando la gente se desparrama en ellas, no hay manera de encontrar a nadie” dice el propio Aleksander. Los amores sin correspondencia, la frustración del futuro, la vejez y la muerte o el fracaso de los personajes, marcarán el tema central de la obra. Llegando al punto del hastío y la pereza “Yo soy un persona gris…prefiero la incertidumbre” sin más solución que aceptar la realidad sin esperanza de seguir y seguir…Un regreso, al fin y al cabo, al mismo punto de inicio.
Dudas y Preguntas
A partir de aquí una observación ¿Consigue el Tio Vania de Nilo Cruz desde la concepción, adaptación e interpretación del texto, esta atmósfera lánguida de finales del XIX en Rusia, donde la aristocracia decadente, el funcionariado y la clase media rural viven un momento de pesadumbre y caída? A mi entender no.
¿Es inconsistente la obra ? Tampoco. Para nada es mala. La obra está orientada, o mejor, dicho “inclinada” –totalmente respetable, por otra parte, si así lo ve su director – a resaltar el lado cómico de los personajes de Tio Vania y Astrov a partir de sus borracheras y de subir su histrionismo en distintas escenas.
¿Mal interpretada siguiendo estas directrices? En absoluto. Tanto Larry Villanueva (Tío Vania) como Ariel Teixidó (Astrov) fungen en momentos brillantes y divertidos dentro de la “comedia de enredos” -…no del drama aparente-. Como en la escena donde Astrov, dialoga desde la seducción con Elena (Alexa Kuve) ante una silla de por medio. O cuando Tío Vania, se le encasquilla su revólver y quiere matar al profesor cuando decide marcharse de la hacienda.
Entonces ¿podemos pasar a creernos “la tragedia interior” que viven tanto Astrov desde su mirada apocalíptica por ver como se van perdiendo los bosques de su país, como Vania por no conseguir el amor de Elena donde Astrov también compite?. A mi entender….no. Si bien el texto lo especifica en sus diálogos, es difícil tal como está concebida la pieza, transportarnos en segundos de un lugar interior a otro de los personajes deseando cambiar nuestra perspectiva emocional al instante.
Puntos de brillo….
¿Y las mujeres…? ¿Qué tal nuestras protagonistas?. Con ellas me siento mucho más cómodo. La elección del elenco femenino no puede ser más acertado. Desde la lascivia contenida y alternada que muestra Elena (Alexa Kuve) pasando por el papel de “damas” -nunca mejor dicho; lo son en el escenario y en la vida real- de Martha Picanes como Marina, así como Zully Montero en el papel María Vasilievna. Pero sin duda, destacar a Sonia (Grettel Trujillo). Para mí, muy acorde y equilibrado entre bondad y sufrimiento que requiere el papel, por no conseguir sus deseos tal como lo pretende su autor.
Pero no sería ético, no citar que la propuesta del vestuario (Michiko Skinner, Gema Valdés) la iluminación (Gary Lund) y la escenográfica (Fernando Teijeiro) es muy digna, sencilla y útil. Y sobre todo poética (…quizás por este último calificativo me quejo del “tono” elegido por Nilo). Y un ejemplo es, la hermosa escena que proyecta Nilo cuando Sonia y Astrov contienen a Vania en su posible suicidio, desde la ralentización gestual en medio del bosque. O la idea de un final añadido con tres retoños de abedul en manos de Astrov, cuando empieza a nevar durante la llegada del invierno. En todas las obras, incluida ésta, considero a Nilo un gran director escénico por la manera de concebir lo coreográfico y fusionarlo con los mejores registros de cada actor.
Así como destacar, sin duda, la calidad del equipo de producción a cargo de Alexa Kuve y Carmen Olivares bajo el sello de Arca Images que ya dieron prueba de su rigor en obras anteriores como La belleza del padre o El color del deseo, todas dirigidas por Cruz.
Chéjov enemigo de lo enfático y lo intelectual. Del tema transcendente o del protagonismo único. Sus obras, aunque no declaradas, son corales en sí mismas. Fotografías de lo cotidiano sin un destino lúcido en su época. Suceden en los jardines de las haciendas (El jardín de los cerezos) para ensalzar lo falso del romanticismo que le precedió. Y utiliza los interiores del salón o el comedor para mostrar el conflicto subyacente (Las tres hermanas) la apatía o lo banal del existir (Tío Vania). Chéjov dijo en una de sus declaraciones “Yo lo que pretendía era mostraros una mirada a vuestras vidas y que vierais lo lamentables y aburridas que son”. Sin duda, un sociólogo sin más título en el papel, que el que muestran los diálogos y la temática de sus obras en escena. ER