El recordar épocas pasadas y la sensación de querer regresar a ciertos momentos de ayer es algo que todos hacemos y además son muchas veces, el referente para futuras decisiones. ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente? ¿las personas que conocimos o los caminos y lugares que hemos transitado? Viendo las imágenes de esta reseña, recordé con agradecimiento, los días que estuve en Guadalajara, México hace ya muchos años y donde estuvimos a punto de asentar nuestra familia. Estas piezas que me invaden de añoranza han sido realizadas por la artista Alejandra Ávila.
El colorido que la creadora plasma en estas obras, aunado a los ambientes que ella selecciona, nos hacen reconocer de alguna forma sus orígenes. Y es que la artista tiene muy presente en su trabajo, todo aquello que es o significa tradición, plasmando en cada una de sus piezas, lugares y ambientes que nos transportan a su país.
La creadora, utilizando diversas técnicas como la acuarela, acrílicos, lápices de color y otras, pasa por cada uno de sus procesos creativos, auto descubriéndose y meditando profundamente sobre el impacto que tendrá su pieza en alguien a quien ella desee otorgársela, logrando con su gesto agradecer el estar en su círculo emotivo, bien sea a un conocido o un familiar.
En sus trabajos, podemos distinguir cada uno de los elementos que los conforman, pero ninguno en particular está claramente delineado. La técnica que utiliza la creadora en la mayoría de sus obras le permite colocar en un primer plano el objeto principal y al fondo otros elementos que acompañan y además ofrecen cierto ritmo a la obra. Juzgando por el volumen, la profundidad y la representación misma de la esencia substancial del cuadro, nos damos cuenta de que está o estaba ocurriendo, y quien o quienes interpretaban alguna actuación aunque no hubiera ningún personaje presente en la obra. La creadora desafía en algunas de sus piezas, la habilidad del espectador de discernir qué narrativa utilizar para comprender la imagen que tiene frente a sí.
Las escenas que capta la autora revelan su atracción por las iconografías complejas del espacio, los objetos y las escenas cotidianas de la vida sencilla de los habitantes de alguna población, entregando en cada hoja o lienzo su percepción acerca del colorido natural y la vitalidad del cuadro. El estilo semi abstracto que robustece el modo plano en algunas de las obras es logrado mediante geometría simple y pinceladas paralelas, proporcionando cierta tridimensionalidad a las mismas.
También podemos observar en estos trabajos, la naturaleza expresionista. La tonalidad inspirada en ciertos ambientes, la ornamentación de los vestidos y la actividad de los protagonistas en las piezas, reflejan su actividad cotidiana: una florista que atiende la venta de flores, una anciana apaciguando su sed con alguna bebida o el kiosco frente al mar, como ejemplos, son el resultado de la observación y apuntes que la creadora ha tomado en cuenta para su trabajo pictórico.
La luz que recrea las piezas, por lo general reflejan un ambiente cálido y veraniego, donde las temperaturas invitan a que la mirada del espectador de un paseo matinal o vespertino, siempre y cuando se encuentre cercano a calmar el sofoco y satisfacer su sed con alguna bebida natural.
No solo los marinos llevan una bitácora; la mayoría de las personas también llevamos el recuento de los pasos y la memoria de cada viaje por corto que sea. En el caso de Ávila, puedo observar el relato que registra de cada camino recorrido, de cada ser que en ella guarda un lugar y el homenaje que deja como testimonio de agradecimiento para los suyos.
El mensaje que nos dejan estas piezas es que no esperemos una hora tardía para gratificar a quienes con cualquier motivo pasaron delante nuestro, porque siempre podemos ver un haz de luz y siempre que así lo dispongamos, puede dejar en nosotros algo que aprender.
Gloria MiládelaRoca
Contacto con la artista:
Alejandra Ávila