Cecilia escucha la quinta sinfonía de Beethoven. Ve las vías del metro y escucha la quinta sinfonía de Beethoven. El ambiente le recuerda al puerto de Alvarado. Huele a mar. Huele a él. A sus palabras escritas en el periódico. Te anduve buscando hasta que me bañó la Luna.
En la Segunda Guerra Mundial los Aliados tomaron la misma melodía para combatir la música de Wagner que había adoptado el Partido Nazi. Cecilia abraza el estuche en su pecho. Su jarana duerme. En el pentagrama la quinta sinfonía se dibuja por tres notas de Sol y un Mi bemol, lo que se traduce como tres puntos y una línea en clave Morse.
Tres puntos y una línea como la “V” de la victoria al entrar a Berlín y terminar con la guerra. Para eso sirve la música, para terminar con el horror del mundo. Cecilia, junto a su jarana, espera el tren que, en la estación de Brickel, es anunciado por Beethoven. Puede ver los pentagramas estudiados en el conservatorio. La música y la alegría. El fandango y el baile. ¡Qué iguana tan fea, se tira a un lado, para que la vea!
Junto a la melodía llega el olor del mar. Huele a él. Desde la plataforma de la estación del tren puede ver la única bandera mexicana que ondea en Miami. El verde y el rojo entre los edificios la acercan a Veracruz. Al Veracruz que tú escribías. A la guerra en Veracruz que tú escribías en tu periódico.
No hay aún Beethoven en Veracruz. El horror sigue brotando de la tierra. Y los cuerpos y las madrugadas y las lágrimas al no encontrarte. ¿Qué te hicieron? ¿A dónde te llevaron? Mi mamá me dijo que sembrara flores, que saliera al campo a buscar amores.
Para eso sirve la música, para terminar con el horror del mundo. Por eso Cecilia ve la bandera, escucha a Beethoven y pega la jarana a su pecho. Yo tenía mi camotal en cinco de Luna. La misma Luna que me vio buscarte hasta donde el mar deja de tener ese nombre y se nombra como un susurro: sea. Tuve que escapar porque iban a matarme, me dijiste. ¿El gobierno? ¿El narco?
Beethoven deja de escucharse y aparece el tren en la estación de Brickel. La jarana sobre el pecho, la mirada al cielo. Las puertas de abren. Miami huele a mar. Huele a él. Cecilia lo ve bajar del último vagón. Lo besa como se besan los recuerdos.
Cuando regrese, en Veracruz le preguntarán:
¿Cómo es Miami?
Violenta y bella… y llena de amor como la quinta de Beethoven.
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XALBADOR GARCÍA (Cuernavaca, México, 1982) es Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y Maestro y Doctor en Literatura Hispanoamericana por El Colegio de San Luis (Colsan).
Es autor de Paredón Nocturno (UAEM, 2004) y La isla de Ulises (Porrúa, 2014), y coautor de El complot anticanónico. Ensayos sobre Rafael Bernal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015). Ha publicado las ediciones críticas de El campeón, de Antonio M. Abad (Instituto Cervantes, 2013); Los raros. 1896, de Rubén Darío (Colsan, 2013) y La bohemia de la muerte, de Julio Sesto (Colsan, 2015).
Realizó estancias de investigación en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, y en la Universidad del Ateneo, en Manila, Filipinas, en la que también se desempeñó como catedrático. En 2009 fue becado por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos, en la categoría de Literatura, en el área de Novela. Beca que ganó nuevamente en 2012, pero bajo el género de Ensayo Creativo.
Poesía, ensayo y narrativa suya han aparecido en diversas revistas del mundo, como Letras Libres (México), La estafeta del viento (España), Cuaderno Rojo Estelar (Estados Unidos), Conseup (Ecuador) y Perro Berde (Filipinas). Fue editor de la revista generacional Los perros del alba y su columna cultural “Vientre de Cabra”, apareció en el diario La Jornada Morelos por diez años.
Actualmente es colaborador del Instituto Cervantes de España, en su filial de Manila y mantiene el blog http://vientredecabra.wordpress.com/