Hace algunos años conocí a Víctor Jiménez en la Taberna de Buda, tertulia literaria que organiza el poeta nicaragüense Francisco Larios. De ese feliz encuentro, surgió un intercambio que culminó con la publicación de su obra en nuestra revista Nagari tanto en su edición impresa anual como en la versión digital.
ILUSORIUM, junto con 7 CIUDADES, su primer libro, sigue una poética de corte urbano.
Con la mirada íntima del poeta Jiménez da nombre a las cosas y los lugares al describirlos, así nos encontramos con ciudades como Miami “No nací aquí,/ pero esta ciudad/ me hizo suyo/ sin quererlo.”, La Habana, “Llego a una ciudad/ que quiso ser/ o fue, o que ya no es./ Ciudad que es solo una sombra de su pasado. […] Me descubro en un baúl/ suspendido en fotos/ que me aprisionan como a un/ eterno adolescente. Son las memorias de un hombre que vivió estas calles sin rumbo.” Y un destino trashumante “[…] he querido hablar/ con las paredes de mi deseo de/ viajar por este mundo.”
Víctor en sus versos nos confiesa algunas de sus lecturas: Proust, Bukowski, Kerouac, Borges y se apropia de ellas, de sus símbolos, desde su propio universo “De niño nunca me miré en el espejo,/ me veía en la pupila de la abuela/ encontrando múltiples paradojas.”
¿Cuál es la materia con la cual moldea el poeta la memoria? Sin duda la palabra y su vehículo el lenguaje, pero dentro de ILUSORIUM encontramos varios guiños, acaso advertencias sobre esta arcilla: “Las palabras son solo/ golpes de dados./ Solo nombres./ Letras. Dispersas al azar.”
Estos signos están destinados al caos, a desprenderse no sin cierto temor nos dice Víctor Jiménez: “Puede ser un desastre llevar/la palabra pura, libre por las calles/ del tiempo. […] Puede ser un desastre/ cantar a los lugares comunes,/ a los pequeños retazos de memoria,/ para ahogarte en un murmullo/ que no encuentra espacio donde oírse.”
Y sin embargo, “Nadie se salva cuando el arte ataca:/ La belleza siempre termina por escapar.”
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