SIN INVITACIóN
Solía presentarse sin avisar, sigilosamente y casi siempre bien avanzada la noche en casa de algún lugareño con el que, en ocasiones, podía entablar larga conversación. Parecía tener predilección por la gente mayor, algunos de ellos lograron intuir, no sin demasiada convicción, el motivo de dicha predilección. Rara vez visitaba a algún joven, acontecimiento reseñable para sorpresa de todos.
Nadie en varios kilómetros a la redonda sabría decir su nombre y nadie le ponía rostro. Según unos rozaba la invisibilidad, según otros la imaginaban esbozando una mueca triunfal. Ambas son interpretaciones plausibles. En los últimos años su visita se reitera con más frecuencia según confirman, con cierta ansiedad, los más viejos del lugar.
TESTAMENTO
A mi querida , maniacodepresiva y caprichosa compañera le dejo este cofre. En cuyo interior y en supuesto perfecto estado de conservación encontrará: la media costilla, la fruta mordisqueada y la improbable eternidad que le arrebaté.
GéNESIS
Dios creó el mundo en un pis pas (era pan comido) y, como le sobraba nada menos que siete días, se lo replanteó imaginamos que por matar el rato y también por no estar muy convencido de que lo que había creado fuera bueno o porque sospechaba que había dejado algún cabo suelto. El resultado como se puede constatar resultó algo triste sobre todo para los lastimeros, los aburridos y los relativistas.
VéRTIGO
Un día cualquiera, uno de esos días en el que las horas se hacen invisibles, el novelista metió en la máquina de escribir una hoja de papel la numeró y se puso a pensar en agujeros, no se sabe muy bien si por conseguir la negrura o la inexistencia a la que aspiraba. Cuando salió de la confusión de esos momentos sintió vértigo, pues, la hoja ya no estaba allí.
PESADILLA
Alguien aulló tu nombre y al instante te giraste. Obviamente contra lo que esperabas no hallaste a nadie. Poco después te volvió a ocurrir lo mismo. Oíste voces y más voces que gritaban tu nombre insistentemente. Después, ya no pudiste respirar tranquilo y empezaste a asustarte. Temblando volviste sobe tus pasos. Se extrañó tu mujer de verte llegar a tales horas un día como hoy de luna llena.
(SIN TíTULO)
Se puso las gafas para dormir. La diversión comenzaba y había que estar alerta.
EMPECINADO
Aquella mañana, tan pronto como despertó, el joven se armó de coraje y se lanzó a perseguir centauros. Vivió, envejeció y en cierta ocasión estuvo a punto de alcanzar la meta. Murió sin lograr trofeo alguno, pero siempre supo que iba por el camino correcto. Atribuyó su fracaso a que ya nadie cree en esos seres fabulosos.
FINAL DEL RELATO
Un día un escritor buscaba ansiosamente un argumento para trenzar un relato de varias páginas. Sin pretenderlo se convirtió en protagonista de una rocambolesca historia. Al declinar la tarde fue detenido y conducido al cuartelillo de la guardia civil. Allí fue investigado e interrogado por carecer de ordenador y teléfono móvil. Y a la postre tuvo que acudir a juicio.
© All rights reserved Atilano Sevillano
Atilano Sevillano (Argusino de Sayago, Zamora, 1954). Doctor en Filología Española, poeta y narrador. Reside en Valladolid (España). Autor de los poemarios Presencia indebida (Devenir 1999 Y Hojas volanderas (Celya, 2008); de los libros de microrrelatos De los derroteros de la palabra (Celya, 2010) y Lady Ofelia y otros microrrelatos (Amarante,2015). Cultiva la poesía visual y colabora con sus textos en diversas revistas literarias españolas e hispanoamericanas. E-mail. asevillano.ber@gmail.com