Sangre y Orina
Alineados sobre la fría mesada
el frasco ambarino y el tubito rubí
irán al desguace microscópico.
Días después, mi confiable clínico
leerá en el hermetismo cifrado del papel
y yo beberé sus vaticinios
con la ávida sed de la ignorancia.
Pero él ignora también:
reduce mi angustia a un color “ligeramente turbio”
ve brillantes hematíes en un campo
donde es noche cerrada.
Ciego a mis heridas dice “cristales no se observan”
Densidad: ¿cómo medir lo insondable?
Espacios abisales de células muertas
y recuerdos en flor.
Perdido él en mi niebla
perdida yo en su niebla:
no hay valores de referencia.
(Del libro: Noche cerrada)
VISTA ABIERTA
Desde el 6º piso de mi balcón florido
se ve la terraza del laboratorio de la vuelta:
hombres con cofia blanca ajustan manivelas
abren un gabinete sellado
revisan tuberías instalan artefactos.
Algunos atardeceres mientras riego las plantas
los contemplo y me dejo creer que acá -al alcance de mi vista-
en el centro mismo de la manzana
se activará el botón o la palanca
que acabará por fin
con el dolor de todo.
(Del libro: Pulmón de manzana)
Sala de Espera
– ¿Y qué es un traidor?-
-Bueno, es uno que jura y miente-
(“Macbeth” – Acto IV. William Shakespeare)
El bebé llora en el joven padre que lo mece torpe:
prueba con el chupete, mueve el cochecito,
lo levanta.
Persiste el arropadito se desgañita
se crispa mal sujeto entre esos brazos incapaces.
¿Y ella? ¿la dadora la dueña la nodriza?
Ya pagó la consulta en recepción y regresa.
Desabotona y descubre su pleno mediomundo
para el ansia del becerro.
Ya no cabes en la escena, joven padre.
Y lejos muy lejos de la niebla de ese goce
te preguntas por qué ella juró alguna vez bajo tu espada
que su manantial sería siempre y solo para ti.
(Inédito)
Escena Final
Está enojado el hombre, iracundo, digamos.
Y es lógico, ella lo ha crispado hasta la puteada.
Sacó de él lo que tanto calló y perdonó y contuvo.
Ahora es un hombre solo en la calle del dolor,
desfilan taxis vacíos parejitas abrazadas
y el hombre vuelve a su casa.
Abre las ventanas y de ella arroja las cartas,
alguna chalina perfumada.
Luego pega el grito. Se deja caer por ese tragaluz infame:
rebota en el patio de planta baja entre condones y verduras
desnucado feliz
por la noticia que ella recibirá a la mañana.
(Inédito)
© All rights reserved Alicia Grinbank
Alicia Grinbank nació en 1949 en Buenos Aires, ciudad de la Argentina en la cual reside. Es egresada en la especialización Literatura por la Alianza Francesa.
(Se consignan aquí solo algunos de sus premios) 2002 los primeros premios en Prosa poética y en Poesía, por la Universidad de Morón; 1993 Primer Premio en el Concurso «Carlos Alberto Débole» por su libro Curanto. 2005 en narrativa breve Primer Premio en el Certamen «Discurso Abierto». 2011 primer Premio de Cuento de la Editorial Torremozas, España.
Coordina talleres de orientación en la escritura, cursos de lectura y de apreciación de la poética del tango. Como profesora de francés enseña y traduce. Fue incluida en antologías nacionales e internacionales: Poesía argentina comtemporánea de la Fundación Argentina para la Poesía; Por la senda del reencuentro chileno-argentino Centro Cultural Chileno «Gabriela Mistral», Testimonios del presente Editorial La Luna Que; Memorias del vino – Poemas elegidos Uruguay; Travesías poéticas bilingüe español–francés, Editorial L’Harmattan; Antología de poesía argentina 18 poetas Alción Editora – Reflet des Lettres, etc.
Publicó los poemarios Bruma y verdor (1987), Curanto (1992), La balsa de la medusa (2002), Noche cerrada (2006) y Pulmón de manzana (2011); y en co-autoría con Manuel Bendersky: Alguien que amo rodea mi cintura (poemas cubanos, 1993).
Su libro de cuentos es de próxima publicación.