No solo se logra conocer a una persona por sus habilidades; También podemos darnos cuenta de los atributos de alguien, cuando tenemos la oportunidad de observar su actitud en la cotidianeidad, en las actividades que realiza y en el trato que procura cuando se presenta frente a los demás.
Semanas atrás, asistí a una invitación muy especial para disfrutar de una celebración equina y tuve la oportunidad de compartir con una artista que, entre sus caballos, todo el ambiente que la rodea, sin dejar de mencionar que vive entre volcanes y en una naturaleza exuberante de permanente primavera, por lo que tiene el motivo inspirador para la estimulación artística más aún dispone del tiempo, para dedicarlo a la creación visual.
Sí existe la necesidad de descargar de alguna manera lo que somos y lo que llevamos dentro como le sucede a Sylvia Bakker, quien ha encontrado una manera de expresarse a través del acrílico en sus lienzos.
El trabajo de la artista, quien utiliza una coloración brillante en sus abstractos, refleja claramente el espacio exterior que por lo general la circunda, plasmando en sus telas la abundancia de la naturaleza y los atributos de esta, propias de la región volcánica donde radica: Puembo, Ecuador.
En estos lienzos, la actividad vehemente estalla en la floración de cada pieza y la luz dorada que de estos surge, logrando esparcir en cada uno, la fuerza del color y el movimiento de los trazos, con que la creadora derrama cada tono, generando entre sí, lo que observamos claramente en esta serie: una proximidad con la naturaleza abstracta.
Aunque no vemos oscuridad alguna en su trabajo, si podemos percibir la profundidad explosiva que de su obra proviene. Como un viaje hacia llamas profundas que revientan, la creadora se somete al encuentro que libera su color como si de una actividad volcánica procediera.
Desde una íntima reflexión, el arte es un ejercicio universal que desafía toda suposición y la creadora, desde su propio condicionamiento logra cierta estética, donde también afronta conceptos acerca de cómo el arte puede ser una experiencia personal, centrando su trabajo en visiones que obtiene de su medio vital, como una meditación sobre la naturaleza simbólica, desde donde captura matices de sombra y luz en imágenes que ofrecen un efecto de direccionalidad que se renuevan a lo largo de cada lienzo.
En estos vibrantes acrílicos, La artista no solo hace referencia de la representación sobre su entorno, también refleja en algunas piezas, otros espectáculos naturales que, contrariamente a la obra actual que nos ocupa, proporciona un testimonio de las costas ecuatorianas, donde igualmente expone luces y sombras, aludiendo nuevamente a la atribución natural de su mirada creadora. Azules diurnos que se funden hasta el índigo que yace en los abismos y alejamientos marinos, componen una parte náutica del trabajo, unificando su obra en una práctica multifacética y variada.
Sylvia Bakker se entrega a sus propias batallas en cada uno de sus lienzos, Jugando a entender que sucederá con cada encuentro de colores, para dejar que repose su espíritu después de terminar una obra.
Es interesante mencionar, cómo el tono dorado que está en casi todos los lienzos puede aludir de cierta manera la abundancia con la que la creadora expresa la generosidad espiritual.
¿Sera posible entender y/o conocer una persona por sus actividades? Habrá quienes opinen que sí y otros por el contrario lo objetarán. De alguna forma, si creo que lo que hacemos nos define ante los demás. Pero, lo verdaderamente importante es que cada uno de nosotros procuremos mantener posturas positivas ante la vida y sus aconteceres, ya que nuestras actuaciones quedarán fijadas en la memoria de quienes estén o sean testigos de lo que somos.
Gloria MiládelaRoca
Contacto con la artista:
Sylvia Bakker