Fotografía Sara Lomas
Esculturas Marta Moreu
Lugar. Sala d’Exposicions LLuïsa Franch. C/Sants79-83, 08014 Barcelona.
La psique como motivo de identidad. Una manera de proyectarse al mundo desde un principio sin máscara. En la vida real, hay distintos yoes. Lo que permite a un sujeto estar en este mundo y ser visto desde distintas miradas. Nuestro interior no siempre concuerda con lo que el alma expresa. Y, por tanto, el rostro, desde su origen etimológico como vocablo griego, aparece bajo el significado de “hálito frío”.
Marta Moreu ubica a sus fisonomías sin apenas más expresión que el sosiego o la mística. Cercanos al suelo con un pequeño pedestal para acercar más al espectador. Una aproximación bastante inusual hasta el punto que es casi imposible no acercarse a la “piel” del material de que están hechos y acariciarlos. Particularmente, su realismo y su técnica apurada me recordaron a las piezas mastodónticas que Antonio López tiene en Santo Domingo de Silos del rostro de dos niños bajo el tinte negro a la entrada del monasterio. Bordeando la sala, distintas máscaras en reposo permiten al visitante el tacto y el aprecio de su ejecución.
¿Qué hace entonces la fotógrafa Sara Lomas? Desde la experimentación que le evoca el poner las piezas en distintos lugares donde el paisaje es un sujeto más. Busca a su alrededor los puntos donde mejor combinan las piezas de Marta. Las integra en la parte corpórea de un árbol. Entre el tronco y las ramas. Pone a una modelo sin más ropa que su propia piel a recrearse en el bosque y le sugiere que se coloque frente a su objetivo para captar aquel juego teatral que bien hicieran los griegos bajo el nacimiento de la tragedia. Hay momentos que las hunde con discreción en la orilla de un río y solo les deja emerger los labios junto al agua.
La hermandad de ambas, nos permite la fusión de géneros en el arte que, en mi opinión, abren nuevas vías a la hora de exponer una obra. La pieza en sí misma y la interpretación de otro/a artista a partir de hacer volar el cerebro hacia nuevas preguntas y adentrarse en aspectos nunca antes investigados por el propio autor/a.
Y ahora un pequeño secreto que nos ayudara a entender más esta sincronía entre ambas. La constructora de volúmenes, de seres bajo el asombro o el antifaz de una psique determinada es Marta Moreu, la madre de la hija “psicoanalista” Sara Lomas. La mujer que se aventura a deconstruir los seres que, la misma, da vida desde su taller. Sara elabora estos retratos y crea su propio mundo escénico con los personajes que su amada matriz le ofrece. Hasta aquí, todo dicho. Nagari