Hay un placer extraño en los libros y películas acerca de viajar en el tiempo. Quizás porque hablan de la posibilidad de cambiar el destino, de volver a esa tierra extranjera que es el pasado (y a veces el futuro) y allí torcer definitivamente el papel que la vida nos ha estampado como una condena perpetua.
Al que le interese este tipo de cuestiones puede ir al cine y disfrutar de Looper, la última película del director Rian Johnson. El dinero del ticket y del parking –me temo que ya no hay presupuesto para el popcorn– serán recompensados.
Es el año 2074 y la posibilidad de viajar en el tiempo es real. Sin embargo el gobierno de Estados Unidos ha decidido prohibir la actividad, por lo que sólo la mafia saca algo de provecho: manda al pasado a los enemigos, que obviamente hay que liquidar. Allí están los loopers, asesinos a sueldo dispuestos hacer bien su trabajo. Un día el joven Joe (Joseph Gordon-Levitt) debe matar a un hombre del futuro que, bromas del destino, es él mismo. ¿Qué hacer entonces?
Bruce Willis es el hombre que viene del futuro. Es un traje que le queda bien, ya antes se lo había puesto en otros films, entre ellos el apocalíptico 12 Monos, adaptación del corto francés de 1962, La Jetée, que está en youtube, y merece una visita. Willis, que como tantos artistas estadounidenses nació en otro país, en este caso Alemania, es un actor de una extraordinaria capacidad camaleónica para encarnar todo tipo de personajes, de ahí una de sus virtudes. La escena del encuentro entre el viejo y el joven Joe es una de las mejores de la película, sin duda, y rompe una máxima de los viajeros del tiempo: evitar todo tipo de comunicación con el otro, que en este caso, es uno mismo. Rian Johnson ofrece un twist a prueba de fundamentalista del género.
De esta lista, La máquina del tiempo (1960) sigue siendo para mí la mejor, la primera que me hizo soñar con la posibilidad de viajar y dejar atrás, muy atrás, esa rara circunstancia llamada presente. El film basado en el libro del inglés H. G. Wells, dirigida por el húngaro George Pal, y protagonizada por el australiano Rod Taylor encierra muchas historias. Hay una visión hacia la raza humana con cierta melancolía, una de amor, que se vive obviamente en dos épocas, y una de amistad. Es el amigo del presente David Filby (Alan Young) que espera al científico con sus relatos del futuro. Salvo él, nadie más parece creerle a ese hombre que como escribió Jorge Luis Borges, “vuelve con las sienes encanecidas y trae del porvenir una flor marchita”.
El lector seguro que tiene otras películas, porque hay muchas. Un amigo inteligente recuerda El planeta de lo simios (1968) cada vez que lee los titulares de los diarios. Un mundo en que la lógica de los simios reina entre los humanos, incapaces de hablar, es una pesadilla atroz, pero da menos escalofríos que la última imagen del film, esa en que Charlton Heston cae de rodillas ante una Estatua de la Libertad destruida. “God damn you all to hell!”, maldice, y en ella están los hombres y lo que han hecho finalmente con su destino.
Hernán Vera Alvarez, a veces simplemente Vera, nació en Buenos Aires en 1977. Es escritor y dibujante. Autor del libro de comics ¡La gente no puede vivir sin problemas!, ha colaborado en publicaciones de Estados Unidos y América Latina, entre ellas, El Nuevo Herald, Meansheets, Loft Magazine, El Sentinel, TintaFrescaUS y La Nación. Trabajaba actualmente en su primera novela. Desde el 2000 reside en Estados Unidos. Blog: Matematicasencopacabana.blogspot.com