El rock es un fenómeno sociocultural que surgió a mediados del siglo XX en los Estados Unidos de América y rápidamente se esparció en otros lugares del orbe, entre ellos, México. Desde su aparición en nuestro país, el rock fue mucho más que una música juvenil importada del mundo anglosajón. A él se fueron incorporando distintos elementos sonoros, líricos, escénicos, entre otros más. Su impacto ha trascendido en el espacio-tiempo, llegando a diversas generaciones y a lugares inimaginables.
Este trabajo irrumpe desde estas consideraciones, visualizando al rock más allá de la clásica visión diacrónica de la historia, incluyendo una visión expandida que considera un enfoque sincrónico de la historia, con la intención de rebasar las interpretaciones cronológicas de una historia del rock basada en etapas y periodos que ya han sido ampliamente abordados. En contraposición a la visión clásica, este texto asume un enfoque desde la subjetividad, considerando a los propios músicos, fanáticos, cineastas y videastas, editores de revistas y fanzines, entre otros más. Se trata de apelar a la historia del fenómeno sociocultural desde la diversidad de visiones, misma que permite comprender las múltiples versiones del rock mexicano y de esta forma, trascender los discursos que privilegian a las grandes bandas comerciales, los grandes recintos y las grandes ciudades.
Así como el rock es diverso, consideramos que la mirada académica también debe considerar la multiplicidad de aproximaciones hacia el objeto de estudio, permitiendo contrapesos que contrarresten los discursos hegemónicos que circulan en torno al rock. Desde nuestro punto de vista, se requiere documentar el rock mexicano desde la pluralidad y la diversidad, rompiendo con la hegemonía y los estereotipos y motivando estudios más incluyentes.
Nuestro rompecabezas surgió como una inquietud colectiva ante la difusión de discursos mediatizados que presentan una visión generalizada y homogénea de la historia del rock latinoamericano, dicha desde un lugar privilegiado, impulsada por procesos de mercado que visibilizan solo una parte del fenómeno. Pero el rock siempre ha sido mucho más diverso que los grupos que vendieron millones de discos a nivel continental. Además de los grandes nombres del mercado musical, en la cultura del rock han existido una gran cantidad de fenómenos adyacentes, muchos de ellos clandestinos, que dan pauta a una diversidad que queda oculta por estos discursos totalizadores. Este género musical no es del todo comercial o popular, hay mucho más allá de esa pequeña superficie visible, donde se encuentra el sentido profundo que le ha permitido seguir presente en el pensamiento de una gran cantidad de fanáticos del rock.
El rock está en un momento de crisis. Muchos lo dan por muerto. Dejó de ser un fenómeno juvenil desde hace algunos años ya, pues no logró conservar un lugar preferente para una nueva generación que ha optado por otros estilos musicales. La oferta de nuevos grupos y nuevos artistas no logra espacios de relevancia ni en el mercado ni en las calles de los barrios de ciudades y pueblos. Sin embargo, basta con el trabajo realizado en otras épocas para que permanezca en el imaginario colectivo, permeando a viejas y nuevas generaciones, a las grandes urbes como a pequeños poblados rurales. Sigue siendo un fenómeno cultural relevante que, a pesar de estos tiempos inciertos, permanecerá en el acervo musical y social de la humanidad. Más de cincuenta años de presencia en la cultura juvenil y moderna de nuestro país respaldan el argumento que el rock no morirá, sino que está en un proceso de transformación para ocupar espacios distintos, por lo que trabajos como este coadyuvan a preservar y resignificar el fenómeno desde las diversas formas de vivir el México moderno.
Los artículos que integran este rompecabezas en construcción conforman un corpus que expone dos grandes cualidades de este género musical: la diversidad del rock y el México moderno, así como la vigencia del género musical en el siglo XXI. En cuanto a la primera, se refiere tanto a la multiplicidad de prácticas sonoras, escenas, productores y públicos que intervienen en su experimentación y circulación social como a las relaciones que establece con otros campos y procesos de la cultura popular, como las identidades colectivas, experiencias juveniles, cultura visual y medios de comunicación masiva, entre otros. Asimismo, este cúmulo de experiencias narradas dan cuenta de la permanencia del género en distintos espacios sociales donde se hace presente su sonoridad.
Para atender a la diversidad y cruces que establece con otros campos del conocimiento, este Rompecabezas en Construcción se divide en tres grandes apartados que el/la lector(a) puede utilizar como guía para adentrarse en los debates contemporáneos sobre el rock: Redes de colaboración y socialidad del rock en México, Escenas descentralizadas a través de la historia del rock en México y Rock, media y tecnología. Estos apartados no se limitan a orientar la lectura, más bien señalan algunos trayectos de la reflexión académica contemporánea sobre un objeto siempre cambiante y evanescente.
En “Historiar el rock desde las tesis universitarias”, Raúl Torres Medina resalta la importancia y diversidad del rock como forma de expresión dentro de la historia de la música, a través de la investigación académica contenida en las tesis universitarias generadas en diversas universidades del país entre 1986 y 2021. Realiza un desglose de sus temporalidades, problemáticas de investigación, género de quienes las escriben y carreras donde se originaron, aspectos que nos dan una idea de las posibilidades que este género musical ofrece para su abordaje. También identifica los objetivos de algunas tesis escritas desde la historia, para encontrar las tendencias de estudio que ha seguido esta disciplina en torno a este fenómeno sonoro.
Por su parte, Víctor Manuel Guerra nos habla de las redes de colaboración en la producción y consumo de rock que de primera instancia no son visibles; el objetivo de “El rock se comparte y se construye entre todos. Redes de colaboración en el rock mexicano de los años ochenta” es presentar la forma en la que los músicos construyen sus propios espacios para tocar y la difusión que respaldó a los proyectos de rock mexicano en los años ochenta, poniendo en perspectiva la forma en la que se abordan los estudios del rock en México. El autor establece un puente importante entre la labor de locutores y programadores de radio y los músicos de rock, siendo los primeros quienes pudieron colocar a este género de nueva cuenta en el espacio radiofónico. A través de las entrevistas a Fernanda Tapia y Rodrigo de Oyarzabal realizadas por Ricardo Rico para su proyecto de investigación Buscando Rock Mexicano, se hace evidente el proceso de búsqueda de identidad en el cual lleva a los músicos a aceptar y reconocer su propio bagaje cultural.
Julio César Espinosa trata de desmitificar la idea de que el rock fue vedado en su totalidad después del Festival de Avándaro realizado en 1971. “Ya solo va a poder tocar el hijo de Díaz Ordaz… La prohibición del rock en México durante la década de 1970, ¿mito o realidad? ” da cuenta de las estrategias que utilizaron los músicos para realizar su trabajo y difundir su música. El autor intenta probar que, si bien hubo una desaprobación moral y una condena tácita desde el gobierno, los medios de comunicación y la sociedad conservadora; nunca existió una reglamentación que lo prohibiera. Además, algunos grupos aprovecharon su posición económica o sus relaciones para continuar con presentaciones públicas.
Otra parte de este Rompecabezas en Construcción se concentra en los fenómenos socioculturales que llevaron al rock a otros espacios, fuera de ese potente centro llamado Ciudad de México. Omar Cerrillo analiza la primera frontera: el Estado de México. “El movimiento Seattlelite (1988-2000): Prácticas culturales e identidad juvenil desde el suburbio” hace una profunda revisión de la escena rockera de los años noventa en los suburbios occidentales, en la periférica Ciudad Satélite, y nos muestra cómo algunas agrupaciones adoptaron una identidad propia y se distinguieron de lo que se hacía en la gran ciudad.
Marcos Partida nos traslada a Nayarit en “Experiencias de aprendizaje musical en agrupaciones de punk en Nayarit: una aproximación desde la fenomenología social”. El artículo da cuenta de un movimiento punk en dicha entidad, el cual se vivió con mucha intensidad, por lo que su análisis requerirá una visión fenomenológica para su estudio. Asimismo, el artículo “Rock rural: apuntes antropológicos del rock en el corredor industrial de Jalisco, México, 1970-2021” de Rubén Díaz nos lleva a las inmediaciones del Lago de Chapala, en Jalisco. Nos describe con minucioso detalle los pormenores del surgimiento de un movimiento de rock regional, en medio de un entorno que siempre empujaba hacia la música tradicional, identificada más con el medio rural.
Un eje fundamental de este libro es analizar la relación del rock con otros soportes mediáticos, más allá de la grabación fonográfica o el concierto, ya que desde su génesis se vinculó con la imagen televisiva, el cine y la prensa escrita. En Alan Granados analiza el papel que juega el documental audiovisual sobre el rock en la construcción política de definiciones de este género musical. “Políticas de significación en el documental de rock mexicano” presenta un análisis, a partir de la noción de políticas de significación, de la manera en que algunos documentales se insertan en la disputa por el significado social del rock. El análisis permite establecer que la función de los documentales es consagrar a un conjunto de creadores y obras, antes que describir desinteresadamente los acontecimientos del campo musical.
En “Cartografías del videoclip de rock mexicano” podemos encontrar el análisis del videoclip desde una perspectiva semiótica. Marco Alberto Porras propone que en este material visual convergen los diversos actores de la industria musical y que estos producen enunciados colectivos desde lo sonoro, lo visual y lo verbal. Su propuesta parte de teóricos como Gilles Deleuze y Félix Guattari. Los planteamientos construidos desde estos autores perfilan a los videoclips no como una expresión del rock mexicano, puesto que no es su intención definir lo mexicano, sino que marca a este como un proceso en el cual se observan aspectos de la micropolítica de la industria discográfica.
En sintonía con el artículo anterior, “¡Yo no soy un rebelde sin causa! La percepción de la prensa y el cine sobre el Rock and Roll en México (1955-1960)”, Eduardo Martínez Muñoz presenta la relación del rock y la juventud desde la visión cinematográfica, tanto estadounidense como mexicana. Analiza el argumento de cintas rocanroleras y su propaganda publicada en la prensa, específicamente en el periódico El Universal entre 1955 y 1960. El objetivo de su colaboración es comprender la función que el cine y la prensa jugaron en la sociedad mexicana de la época e identificar así qué sector de la juventud se enfrentó a esta visión de la realidad y se rebeló ante los valores impuestos por la sociedad y el Estado; este hecho propició que la juventud se apropiara del rock y lo reprodujera en español.
Por último, pero no menos relevante, en “José Agustín y el problema del Doppelbegabung: la profesionalización de la crítica de rock mexicana” Edder Tapia analiza la relación entre el fenómeno rock en México y el movimiento literario conocido como “Literatura de la Onda”. En particular, Tapia se centra en José Agustín y su texto “La Nueva Música Clásica”, desde el cual se pueden observar los cimientos de una crítica musical hacia este género, lo que llevaría al propio Agustín a cumplir el rol de Doppelbegabung, un artista multidisciplinario, que así como escribe novela y cuento, desarrolla crítica y crónica que facilita la evolución y permanencia de este género musical.
Es así como de los discursos universitarios a la prensa escrita, de los suburbios periféricos de Ciudad Satélite a las calles de Zapotitlán, Jalisco, del pequeño venue al gran festival masivo, de los primeros filmes en blanco y negro con las estrellas de rocanrol al complejo videoclip que forja sus propios códigos y lenguajes, hemos emprendido este viaje por las piezas de un rompecabezas musical que va más allá de los parámetros que las grandes disqueras, las empresas transnacionales de medios de comunicación y los emporios productores de espectáculo en México y América Latina nos dictan el deber ser del rock en nuestra región. Estamos convencidos que, al mostrar lo que se queda en los espacios vacíos del rompecabezas, en los intersticios de lo social, lo político y lo cultural, se puede lograr una visión más completa de lo que representa este género en nuestro país. Esperamos que esta búsqueda de piezas del puzzle que resulten diversas pero convergentes, resulte tan placentera para el lector como reproducir su lista de canciones favoritas del rock mexicano.
* Fragmento de libro Rock Mexicano. Un rompecabezas en construcción (Alfaomega, 2023), coordinado por Omar Cerrillo Garnica; Víctor Manuel Guerra García; Raúl Heliodoro Torres Medina y Alan Edmundo Granados Sevilla.