Con la introducción epigráfica de poetas icónicos, Rubí Arana, reconocida poeta de Masaya, Nicaragua, reencarnada en la Florida y Miami, comparte con nosotros “el inevitable descenso del cielo y la visita de los recuerdos y la sesión de los ritmos (que) ocupan la morada, la cabeza y el mundo del espítiru”(Arthur Rimbaud), su “…alma alada y herida…” (Pablo Neruda). Ardiente y fascinante como el volcán de su ciudad natalicia, esta nueva creación recoge una vez más y de una manera que nos envuelve en su magia, lo que ya apuntaban Sergio Ramírez y Adriana Herrera. Esto es: “ese éxodo que siempre deja las huellas de los pies de todo tamaño sobre el barro”, en palabras de Sergio Ramírez, y, en la aserción de Adriana Herrera, el descubrimiento “desde muy niña, cuando el polio la inmovilizó, que las palabras tienen el poder -y el placer- de los juegos y son capaces de sostener los mundos que se precipitan”. Ya que “entre los tres y los cuatro años, sujeta a la inmovilidad, forzosamente separada de los otros niños que no sabían cómo jugar con ella, se entretenía “escuchando los sonidos, el ruido de las palabras que provenían del mundo de los adultos, tan distante”. El rescate de frases, imágenes, datos, semillas poblarán su obra, su ruta, sus noches, “significados de mi vida concretos a la abstracción divina del poema –o el extravío de la luz a veces- donde vive el alma para dar testimonio” como confiesa Rubí Arana en su prólogo.
Así leemos el enigma de siempre de la existencia recreado en los textos que nos entrega la poeta en éste su más reciente poemario Rubíes, empezando el primer baile con la impactante, surrealista, paradójica elegía, fuerza expresiva del largo poema “Imprecación” y el coro que irónicamente la acompaña. Hila sus versos con un vigor de lenguaje; multiplica metáforas conjugando imaginativamente el manantial de las palabras. Esta elegía “concebida en límites de la locura”, como afirma la misma poeta, navega el oxímoron entre el despego y los efectos de la gravedad, el ascender y el descender, la furia y la ternura, hablando a través de tiempos y lugares, la inmensidad inscripta de sentimientos diversos y encontrados en la memoria, la amada Némesis. Valgan como ejemplo los versos iniciales del poema:
Entonces decidí ser el baile entrar ataviada con la danza
cruzaba veloces escenarios en puntas
perfectamente no sé qué pedía todo era un vértigo
una marea en el aire las vueltas los saltos
pero esa energía trágica de bailar
sin poder hacerlo
soñé mirando nubes mi color favorito
muchacho azul le nombraba al cielo
miedo a la noche entonces era negro el muchacho
de luces torero azabache y plata
un círculo amarillo
la belleza constante
el disco pálido intenso
las cuatro fases de esa mujer que es la muerte
atroz perfume de gardenias
agudos jazmines metiendo muy dentro de la memoria
la elegía alegre del jardín
a la luz parda de la memoria
el tiempo hace crac a la hora de romperse toco a Némesis amada
Los ejes discursivos de su destacada expresión poética, que abarca más de 60 años, reflejan su compleja visión cósmica, sus variadas influencias de Darío, Neruda, Borges, la filosofía de Platón, y amistades literarias de Eunice Odio, Ernesto Mejía Sánchez, entre muchos otras, sus intereses y estudios arqueológicos en México, vivencias indigenistas, la ensoñación de los elementos y el laberinto de tópicos, su ocultismo panteísta, su misticismo, su esoterismo, su escepticismo confirmado por su cita de Rimbaud “No añoro mi antigua porción de alegría divina; el aire sobrio de este campo acerbo alimenta activamente mi atroz escepticismo” que precede al poema “Rubíes”. Un original giro de forma, estilo y temática, configura este segundo componente de su libro: los veinticinco “Rubíes”. Breves joyas que cantan el amor (III: “El vino divino de nuestros cuerpos/embriagó a nuestras mentes/e hizo al espíritu sonreir”), aproximaciones de una metapoética y eroticismo (“XI: Todos los poetas insignificantes/ opinan sobre poesía,/ peor aún: no otorgan la palabra al silencio”. Y el contraste del poema XII: “Tenso mi cuerpo como laúd/ al filo de la madrugada/ cuando me tocas como una canción.”), el dolor del alejamiento, pero en definitiva la conclusión terapéutica, del poema XXV: “Nada nuevo bajo el cielo de los días/solo el canto retiene la ondulación/del tiempo./ Pulsa la palabra… ¡y olvídalo!”.
Finalmente bajo la sección de “Piedra Fina” se compila una selección multifacética de once textos con fechas dispersas en las décadas (2016, 2015, 2012, 2010, 2008, 2007, 1981, 1975, 1963), referentes históricos, míticos, geográficos, dedicatorias intertextuales significantes, contrastes. Poetiza su imaginario temático escribiendo desde su interior con una euforia metafórica. Estos textos, como los anteriores, también ejemplifican las aserciones de Pablo Antonio Cuadra en cuanto forman parte de la literatura hispanoamericana del siglo XX escrita en el exilio, una literatura que recibe “sus más valiosos aportes de ese doble ojo nativo y extranjero del exiliado” y convalidan también la afirmación del filósofo Leszek Kolakowski “la creación es hija de la inseguridad, de alguna clase de exilio, de la experiencia del lugar perdido”.
El primer poema “Interactivo del verbo” se lo dedica al gran maestro compatriota Rubén Darío. En el segundo “Imitación del cosmos” versifica:
Crepúsculo Sunset:
es la palabra que antes
de dormir el Sol
–ya en descanso–
celebra a quien construye.
/…/
Rosa con luna escondida:
abriendo la rosa de sonido
miles pétalos del día a vivir
y cerrarse:
tu obligación
herirlos con flechas
que se parezcan al Sol.
El azul modernista protagoniza el tercer poema “Cenote”, como asimismo el cuarto “Muchacho azul”. El quinto “Números y poderes” estampa en prosa poética con precisión de detalle y capricho interpretativo su cábala numerológica. El sexto “Evocación dispersa” regresa a sus raíces en el contexto del Festival Internacional de Poesía de Granada, a cuyo fundador Francisco de Asís Fernández dedica el poema. El séptimo “El Espíritu Santo como metáfora”, ilustra esa combinación característica de su creación poética de referentes místicos occidentales y orientales, con menciones de reconocidos científicos. “El mar es eterno”, prosa poética, concluye “Estaba el plenilunio iluminando la tiniebla del equinoccio invernal, era la hora exacta del solsticio (hora de horas) la noche druida, la celta, la egipcia, el duerme del Cristo, la noche de todos los chamanes y todos los símbolos, el círculo de todas las eternas promesas. Y Ella, la misma luna, ahora inmensa y erótica encima de mi mar viendo a sus ojos toda quebrada en aguas frente a mi propio corazón”. Para sumergirnos en el noveno de la “Poética” que inicia con “¿Ruiseñor, ruiseñor, ruiseñor, qué cosa es Dios / y Dios qué cosa no es y / en medio de ambas cosas qué puede ser? “, recordando la Managua destruida en el año 1972 por un terremoto y finaliza con “Nicaragua desde el año 1972, víspera navideña inmensa, inolvidable por el regalo del Niñodios a una patria de soñadores infinitos. Solo que a Managua le dejó sitio y nombre lo telúrico. A Esmirna la asesinó la furia humana, la más cruel, la guerra. Conocí su celestidad (la de Yorgos) en años sesentas me la regaló un poeta de mi ciudad fantasma en un libro de portada azulada como un golpe. Yo era unas hojas rubias en medio del verano un desnudo de criatura frente al espejo. Una ruiseñora de vidrio.” Cierra esta sección con los poemas diez y once, “La Sulamita habla de la noche” y “La noche pájara”, cuya última estrofa es un compendio de las metáforas poéticas de Rubí Arana: “Encanta/vuela la noche pájara el cuerpo aéreo del agua su estrella húmeda gaseosa ígnea / en temblores de brillo y miedo /su irreductible canto / sus plumas de piedra”, fechado en Miami 2012.
La originalidad y belleza atractiva, exuberancia y sensualidad de la esotérica poesía de Rubí Arana con sus imágenes vibrantes, giros lingüísticos y manejo del lenguaje, la gramática, de un modo imaginativo, inusual, transgresor, la establece, a pesar de su aislamiento, como una de las figuras actuales más representativas e insólitas de la poesía de Nicaragua; ese país de poetas, de Rubén Darío, la garganta pastoril de América en la concepción de Neruda y también de la poesía hispano-americana de los Estados Unidos, que escribe con la libertad de la noche y de “una estrella líquida”.
Rubíes es el quinto poemario que la poeta genera en Miami. Los otros son Emmanuel, In nomine filii, Homenaje a la tierra, Agua Sagrada y la antología personal Príncipe Rosacruz. Pero el orden, la cronología, la aparición de estos libros de poemas no son necesariamente rigurosos ni determinantes puesto que, como señala la misma progenitora, en el prólogo de Rubíes, existen otros y “aguardan en silencio su hora de darse a luz”.
Lo único cierto es que, tal cual señala Sergio Ramirez en la contratapa de este poemario, la poesía de Rubí Arana, revitalizada en la secuencia de estos textos, cumple nuevamente el papel de “abrirnos la puerta de la intimidad más honda, donde podemos sentarnos a partir y por eso a compartir el misterio en lo hondo de la cueva donde la luz que alumbra es la de la mujer que escribe”.
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LUIS ALBERTO AMBROGGIO (Hispano-estadounidense, nacido en Córdoba, Argentina 1945), calificado por la Casa de América, como ““Representante destacado en la vanguardia de la poesía hispanoamericana en los Estados Unidos”, miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, de la RAE, del PEN y otras Instituciones. Con más de veinte libros publicados en los géneros de ensayo, narrativa y poesía, entre ellos: El arte de escribir poemas (2009), Estados Unidos Hispano (2015). Poemarios: Oda ensimismada (1992), Los habitantes del poeta (1997), Laberintos de Humo (2005), La desnudez del asombro (2009), Difficult Beauty (2009), La arqueología del viento (2011: 2013 International Latino Best Book Award), Homenaje al Camino (2012). Todos somos Whitman (2014), En el Jardín de los vientos. Obra poética 1974-2014 (2014, Edición crítica de la Academia, seleccionado como uno de los mejores libros del 2014 en Argentina según InfoBae), Cuentos de Viaje para siete cuerdas y otras metafísicas (2013). Antologías: Argentina in Verse (1996), Al pie de la Casa Blanca. Poetas hispanos de Washington, DC (2010), De azul a Rojo.Voces de poetas nicaragüenses siglo XXI (2011), Labios de arena (2014). Traducción: Ginza Samba (2014) versión bilingüe de la poesía selecta del poeta laureado Robert Pinsky. Algunos reconocimientos: Premio Simón Bolivar, Beca Fullbright Hays, Orden de los Descubridores de la Hispanic National Honor Society, Doctorado Honoris Causa Tel-Aviv, Israel, Miembro Honorario del Instituto Rubén Darío de Nicaragua. Se le otorgó el Premio a la Excelencia como reconocimiento a su Liderazgo en la Región de Washington D.C. (2013), la medalla de oro Trilce del Instituto Vallejiano de las Universidades de Trujillo y Brigham Young University y fue nominado para el Premio Internacional de Poesía Reina Sofía. Sobre su obra: El cuerpo y la letra (Mayra Zaleny Ed.: 2008), El exilio y la Palabra. La trashumancia de un escritor argentino-estadounidense (Rosa Tezanos-Pinto Ed.: 2012). Traducida a doce idiomas, su obra literaria y poesía que aparece en textos de literatura y se estudia en Universidades y escuelas, ha sido elegida para el Archivo de Literatura hispanoamericana de la Biblioteca del Congreso. http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Alberto_Ambroggio