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Febrero 2018

OLVIDÉMNOS DE SER TURISTAS. Autor: Josep Mari Miró. Dirección Gabriela Izcovich. Teatro Sala Beckett

Autor: Josep Maria Miró. Dirección: Gabriela Izcovich. Elenco: Eugenia Alonso, Lina Lambert, Esteban Meloni y Pablo Viña. Escenografía: Enric Planas Iluminación: Maria Domènech. Fotografía y audiovisuales: Mercè Rodríguez. Fotografía promocional: Kiku Piñal. Una coproducción de Sala Beckett/Obrador Internacional de Dramatúrgia, Teatro Español y Cía. Gabriela Izcovich

 

Sinopsis.

Una pareja de Barcelona se encuentra de vacaciones en la ciudad de Foz de Iguazú ubicada en el cruce entre Argentina, Brasil y Paraguay. El matrimonio, que llevan juntos casi treinta años, está en crisis. La irrupción de un joven solitario durante el viaje, será el desencadenante de una fuerte disputa en la habitación del hotel donde se alojan. El que tenía que ser un viaje idílico y placentero, se verá definitivamente truncado a la mañana siguiente, cuando él se levante y encuentre que su mujer lo abandona para mudarse rumbo a Argentina. Poco a poco, iremos descubriendo las conexiones de la pareja con la geografía y sus habitantes. Una serie de personajes que les abordan mientras recorren el país por separado, les ayudarán a entender mejor qué les sucede y quiénes son. Al final, un episodio doloroso y no contado durante este periplo, sale a la superficie y aparece como respuesta al conflicto inicial”.

Nota (Extraído del programa de divulgación de la obra en la sala Beckett)

Una dramaturgia singular

No hay nada que despierte más interés en mí como espectador que, desde el primer arranque, uno se sienta obligado a hacerse esta pregunta: ¿De qué va la obra? Entonces pueden sucederse dos opciones: el repudio y el consiguiente abandono del interés, o su antítesis.

Olvidémonos de ser turistas se acomoda en este último punto de la disyuntiva.

Josep María Miró hace una travesía y provoca que le acompañemos a través de un matrimonio en su viaje. El deseo y la disputa como ejes del texto nos servirá para que, esta aparente comedia dramática, se convierta en un poliedro de historias únicas durante el recorrido.

¿Y cómo lo hace? Con sencillez. Cuando se miran al espejo frente a frente esta pareja bajo la palabra y la acción uno entiende las razones. Es decir, ¿qué sucede si surgen otros personajes y se adhieren al cuadrilátero escénico? ¿Cuál será el resultado cuando una mujer de la limpieza, una guía turística, un conductor de autobuses, un ligue nocturno, un joven de Catamarca, un clérigo escéptico con Dios, o una anfitriona llena de buena voluntad, alternen sus propios discursos con el de los protagonistas en la habitación de un hotel, un autobús de pasajeros, en la carretera o… en el bosque colindante a un pueblo?

 

En el momento que aparecen estos espacios con sus respectivos personajes…se crea una sucesión de microteatros. Pequeñas obras, con una autonomía dignamente proporcionada y sujeta al argumento. Escenas en sí mismas, no necesariamente redundantes o cerradas cada una de ellas ante el conflicto de origen. Piezas consecutivas que nos acompañarán a través de la pesadumbre y el dolor, o bajo el humor vivido por ellos durante el camino de búsqueda.

Estos mismos trastornos que se originan en el escenario, son los que traslada a continuación su autor a la platea. Un supuesto y contradictorio modelo. Cuando lo que sucede en sí, es que Josep María Miró, lo que persigue en el fondo… es que vivamos el desconcierto; la ambigüedad en la lectura dramática y la contradicción mientras esperamos un desenlace común en cada escena que cierra.

Y ahora una última reflexión. ¿A quién va dirigida la frase en imperativo que pone título a la obra? ¿A los protagonistas, a los que le acompañan en la trama, al público, o simplemente a la intención del dramaturgo mientras la escribía?

Si algo aprecio del autor de El principio de Arquímedes o Nerium Park, es que nunca dejo de hacerme preguntas cuando veo alguno de sus trabajos.

Pablo Viña, Lina Lambert, Gabriela Izcovich, Josep Maria Miró, Esteban Meloni y Eugenia Alonso

La puesta en escena

Sin color. Sobria. Luz leve en ambos géneros por igual; tanto el drama como la comedia. Llena de dureza a veces y junto a un humor que en algún momento demandaría la arena de un circo por el histrionismo o la lírica de ciertos personajes. Bien concebida desde la inteligencia y con una estética escenográfica cercana al mínimal por parte de Gabriela Izcovich. Puntual en imágenes para reforzar el texto. Tanto por las magníficas fotografías, como por los vídeos de Mercè Rodríguez. Con una dirección excelente en las transiciones, quiero destacar la versatilidad y categoría natural de la actriz argentina Eugenia Alonso; su manera de transformarse en personajes consecutivos en segundos, sin ruido escénico. Lo propio también con su compañero de reparto y colega Esteban Meloni; sobre todo, en su papel de cura descreído ante el Supremo.

En Barcelona, aprovechando un homenaje que recibe el autor por el reconocimiento internacional de sus obras, se exhibe hasta el 25 de febrero en una sala llena de intimidad y pureza para los amantes del teatro independiente: la sala Beckett.

Por otra parte, voces detrás del telón -aunque sin confirmar- y más pronto que tarde, me comunican que se va a representar en Miami.

¿… Adivinan por quién? ER

 

 

Me gustó muchísimo! Muy buenos actores , una trama que te obliga a preguntar qué les está sucediendo. Las luces intimistas y descarnadas . Emocionante . Lloré al final!

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