Los tres Reyes Magos se reunieron en la Gran Sala del Palacio Real. Melchor se inclinaba sobre un mapa dibujado en cuero de dromedario, que comenzó a desarrollar un punto luminoso y parpadeante. Trazaba la ruta precisa y el lugar a donde ellos iban para adorar al niño que ya, desde siglos atrás, predecían las escrituras cuneiformes y los viejos papiros egipcios.
Antes del amanecer, emprendieron viaje montados en camellos. Melchor iba delante con un quinqué en la mano que el viento hacía oscilar, comprobando que avanzaban por el camino correcto, guiados por la estrella del mapa. Le seguía Baltazar envuelto en su capa verde de seda bordada y Gaspar, con la corona oculta bajo de una capucha árabe, se aguantaba duro de la montura para no resbalar.
Al doblar una colina arenosa, los detuvo un viejo gordo, barbudo y ridículamente vestido de rojo quien les pidió acompañarlos.
– ¡No way, José! – Dijeron al unísono las tres altezas y agregaron – Este es un viaje épico, más importante que el descubrimiento de Hialeah por los cubanos.
– Yo conozco una vía más veloz que un simún.
– ¡No mientas, bribón! – Le regañó Baltazar – Tenemos el mapa mágico con la ruta exacta.
– Sí, pero yo voy volando que es mucho más rápido. – Se apresuró a responder el extravagante individuo.
-Sigamos, no le hagan caso. – Dijo Gaspar – Todavía no se han inventado los aviones.
Continuaron la marcha dejando atrás al gordinflón, quien desató los renos, se montó en el trineo con un saco lleno de juguetes, y llegó a Belén, precisamente la noche del nacimiento del bebé Jesús.
Solo que eso fue cientos de años después de la Navidad Original. Debido a que el calor del desierto fatigó a los renos y el trineo quedó atorado en las ramas altas de las palmeras del Oasis del Oriente, famoso por la dulzura de sus dátiles. El gordo permaneció allí largo tiempo saboreando el delicioso manjar e inventó el fruit cake.
Ana Kika López, escritora y pintora. Actualmente escribe su sexta novela. Nacida en Cuba, reside en Miami, Florida. email: soykika@gmail.com