Miquel-Lluís Muntané, ven a mi casa a ver el mar.
Nos sentaremos juntos en mi balcón a contemplar el mar.
Te enseñaré la curvatura de la Tierra,
el cuerpo delicado del garbí,
los tornasoles del azul a cada hora,
las sirenas varadas de la playa estival,
la altura exacta de Héspero en la hora vespertina,
la belleza de las sanguinas crepusculares del Garraf.
Miquel-Lluís Muntané, ¿por qué no aceptas
la invitación de venir a mi casa,
si los dos pretendemos ser orillas de mar?
Ser versos “voramar” y allí incansablemente estar mirando:
“Sobre campo de azur olas de plata”.
Te enseñaré mosaicos de azules,
la larga soledad del litoral,
su rumoroso verso nacarado,
tal vez alguna náyade varada,
las huellas de nuestro ambular descalzo por la arena
y el punto donde nace silenciosa la rosa de los vientos.
Compartiremos mesa y mar
y sin decirnos nada en cardinal silencio
haremos un barquito de papel
y, a la hora postrera en que se alargan las sombras,
botaremos en él un verso nuestro.
Entonces nos diremos: “Fins aviat”.
Pero ven a mi casa a ver el mar.
A ver el mar.
II
Enséñame a mirar el mar, Miquel-Lluís.
Enséñame el rompiente de las olas, su rumor plateado.
Mira cómo rompen las olas de la belleza y la amistad,
mira cómo el mar acuna las olas del dolor y de la muerte,
cómo envuelve y voltea las olas del deseo y la esperanza,
las olas de la dicha y el amor, las olas de los días,
cómo desvae en espuma las olas del recuerdo y del olvido.
Hoy tiene la mirada biselada de esmeralda,
un verde luminoso ribeteado de espuma
que voltea y esparce por la playa sus versos,
sus conchas nacaradas, las rosas de sus vientos.
Mira en aquella cala cómo alisa su lecho
para dejar sus olas durmiendo alguna nana.
No hay en su larga playa barcas varadas de pescadores,
pero sí en su horizonte velas blancas oyendo a las sirenas.
Dime por qué mirar el mar
se parece tanto a mirar la eternidad.
El mar vuelve y revuelve su oleaje cuando sopla el garbí
y allí está tu mirada, Miquel-Lluís,
sumiendo penas, gozos olvidando.
Enséñame a leer en el libro del mar,
a leer en su único verso, en su multiverso.
Enséñame a contar ovejas en las nubes de su cielo,
ovejas como sueños, sueños como corderos blancos,
sus vellones rasgados, sus recentales de algodón dispersos,
sus cúmulos, sus nimbos.
Enséñame a leer en sus estelas, en sus estrellas,
en el festival de su luz,
en el delirio de sus olas.
Amic Miquel-Lluís,
ven a mi casa a ver el mar.
© All rights reserved José Florencio Martínez
José Florencio Martínez nació en Trespaderne (Burgos) en 1950. Desde 1973 vive en Barcelona donde obtuvo la licenciatura en Derecho en 1980. Ha colaborado en las páginas de crítica literaria de El Periódico de Cataluña y en las revistas El Ciervo, Arte Urbano y Alga. Es socio de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) y desde febrero de 2007 a marzo del 2011 fue miembro de su Junta Directiva. También es miembro del grupo de poetas de Barcelona “El laberinto de Ariadna”. Tiene diez publicaciones de poesía, tres obras de teatro y es experto en la obra del poeta y dramaturgo del Siglo de Oro, Lope de Vega (Biografía de Lope de Vega (1562-1635). Un friso literario sobre el Siglo de Oro, Ed. PPU, 2011.). Asimismo, ha obtenido diferentes premios de poesía, entre ellos el XXVI Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez 2006.