Lo primero que llama la atención al tener este libro en mis manos es la minúscula del nombre de la ciudad y una fotografía nocturna del paisaje del downtwon en la portada. Y por supuesto no lo transcribo a ningún error ortográfico -está auspiciado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) de la cual Adriana Bianco es miembro- sino quizás a una voluntad acordada con el diseñador Kiko Arocha y el fotógrafo Arturo Arocha para mostrar el tono de la obra en primer plano.
Y entonces me vienen las siguientes preguntas: ¿Hablará poco Miami como comunidad? ¿Lo hará con “nocturnidad y alevosía” que decíamos en España cuando un ladrón entraba de noche a robar? ¿en voz baja como una minúscula… por respeto a las capitales del sur latinoamericano?
Miami tiene un eMblema ya conocido y popularizado: La ciudad mágica y en este libro aparecen sus prestidigitadores de hoy, que tanto Rafael como Adriana consideran destacar. En mi opinión, no están todos los que deberían, pero los que están bienvenidos son.
Cuando me dispuse a leer lo hice como un pastor o ministro de la Iglesia que sostiene el libro sagrado y aprovechando lo fortuito, lo abre a voleo. Y así fue y del primer protagonista se decía esto: ”Pescador de langosta y camarón. Dueño de su barco en el río de Miami” Osvaldo Ruiz. Este currículum sucinto y sencillo de este personaje me llegó al corazón, y lo digo en serio. Un guerrero del mar que vino huyendo de Cuba con su padre en el 1962 es hoy una personalidad “emblemática” tal y como dice el título, simplemente porque los autores lo consideran así por su recorrido humano, y dice mucho de ellos con elecciones como ésta. Como también lo es una exdiputada nacional nicaragüense Nubia Pomar que, siendo una líder que lo tenía todo en Managua, al venir a Miami cerró la puerta de su pasado para empezar a trabajar como Asistente Social y recibir a los exiliados del Mariel. Una maestra y pastora evangelista panameña Coralia Reid que en medio de la ceguera por sus infortunadas vivencias matrimoniales en su país no puede emigrar a EE.UU y culpa a Dios en esta primera etapa de su suplicio. Un día le llega la deseada visa y su vida cambia en Miami, dedicándose por completo al Señor y a sus fieles en el Instituto Bíblico.
“En los años de la depresión, EE.UU pasó una ley que se llamó de Reunificación Familiar, por lo que instaron a todos los mexico-americanos que regresaran a México y se volvieran por su propia voluntad y también porque los Rangers pasaban por los pueblitos y le decían a la gente ¨regrésense¨. Muchos se acordaran de ese hecho. Mi mamá y mi familia se regresaron después de vivir 20 años aquí”. Este dato expuesto por María Garza, Presidenta del Concilio México Americano, pone sobre la mesa aspectos que a veces en el año 29, en plena crisis económica, se omiten para justificar acciones sobre aquel periodo.
O en un pasado más reciente el relato de Juan M. Dircie -primera entrevista que abre el libro- un judío argentino que en el 2001 llega a Miami con su familia y lo primero que nos cuenta es “Nos instalamos en Kendall, como recién llegados no teníamos auto y no sabíamos como movernos. Solo el metrorail nos ofrecía posibilidad de desplazamientos. Yo, como todo inmigrante que llega a un país sin trabajo, tuve que aceptar los que me ofrecieron: dar clases de hebreo, trabajar en restaurantes”. Hoy es Director Asociado del Instituto Latino y Latinoamericano de la AJC (Amercian Jewish Commitee).
El libro es ameno y con preguntas donde se perciben los utensilios de una cocina exquisita sobre lo humano y lo cotidiano de seres que pueblan esta ciudad que tanto queremos. Su herramienta principal es la entrevista, sin obviar lo que a veces da calor: el género de la conversación.
Lo informal como etiqueta del buen oficio aparece “su porte es el de una reina (risas)” le dice Adriana Bianco dirigiéndose por primera vez a Coralia Antonieta Reid. También están por supuesto los intervius a los clásicos y archiconocidos del lugar: Chirino, Regalado, Óscar Haza, Enrique Córdoba, Maurice Ferré, Eduardo Padrón… gente que ya es historia viva, allí donde estuvieren.
En una de las definiciones de “emblema” en la RAE dice así: 3. m. Bol. bandera (‖ tela que se emplea como enseña).
Si este es el caso y como es sabido que una royal palm es el símbolo de nuestra bandera miamense, bien pudiéramos señalar a todas estas personas como las palmas que se unen a un tronco que es nuestra metrópoli. Confirmo pues que, este libro, habla de la vida y milagros de los que la habitan y algunos que, además, la gobiernan en sus distintos ámbitos.
Una obra inspiradora y testimonial altamente recomendable para entender el hábitat que ocupamos día a día. ER