Redactar la reseña del libro, Mi novia preferida fue un bulldog francés, escrito por Legna Rodríguez ha sido una ardua tarea. Mi conocimiento sobre la autora era escaso. Había leído algunos poemas y un ser especial me la había recomendado con fervor.Como anécdota les comentaré que la vi en un acto organizado por el Centro Cultural Español de Miami. Desde una distancia prudencial. Sin que ella me viese, intenté descubrir en sus piernas las zonas de la piel que se mantenían indemnes al trazo pictórico de un tatuaje.
Intuyo que el hecho absurdo de detectar el lienzo blanco de la dermis de Legna se instaló en mi inconsciente de tal manera, que ha provocado una obsesión insana por desvelar el “esqueleto orgánico” que sustenta la escritura de esta autora.
La estructura del libro es una muestra de la “personalidad provocativa” de Legna porque introduce unos párrafos entre cada relato que desconciertan al lector:
Una muestra…
“Sé feliz dondequiera que vayas, me dijiste un día. Por eso no me quejo cuando voy a cualquier lado sin ti”.
“Bloqueador solar en las manos y en el pecho. La edad de una mujer se sabe al mirarla ahí.“
La primera vez que los leí me parecieron absurdos. No les encontraba sentido. Tras varias lecturas y con la “presunción” de que conocía un poco más a la autora me atrevo a sostener que son mini historias. Un aperitivo que consumes antes de degustar el menú.
Los relatos de Legna son amenos. Están bien escritos y se leen con facilidad. Algunos de ellos son excepcionales y confirman que será una gran escritora si es capaz de minimizar el ego autobiográfico. Me explico. Política, Plástico y Wanda son magníficos tienen un denominador común: el protagonista no es el alter ego de la autora.
En Política y Plástico, Legna, narra la historia dando voz a un personaje masculino. La autora consigue transmitir el monólogo interno de dos hombres con una naturalidad narrativa que te aprisiona. Wanda, es un relato de difícil clasificación. Podría ser un poema, una canción o una telenovela en blanco y negro. Mientras lo lees, visualizas la historia del asesinato de la protagonista como si se tratara de un juego de realidad virtual.
La fuerza de la escritura de Legna, radica en su capacidad para captar el sentir y el habla de seres distintos a ella. Intuyo que es una mujer observadora con un bagaje peculiar para captar el discurso interno de los seres humanos. Da la impresión que la escritora redacta más libremente en pieles ajenas que en la suya propia.La razón por la que destaco estos tres relatos de manera especial, es porque consiguieron emocionarme en mi interior. Los leí y supe que tenía entre mis manos un descubrimiento… una autora singular.
El hecho de que los ensalce no significa que no valore la calidad literaria del resto; al revés. Quiero destacarlos, porque son la prueba evidente del talento de esta autora. La catalana Mercè Rodoreda, una de mis escritoras preferidas, sostenía que el estilo define la excelencia de un escritor. Legna Rodríguez lo posee. Cada uno de los relatos merece ser diseccionado con un bisturí distinto, aunque es inevitable caer en la tentación de agruparlos.
Nadie, Dios y Monstruo, son una crítica inteligente y mordaz del régimen cubano. La osadía y el ingenio de convertir al comandante en una muchacha lasciva no tiene desperdicio:
“El comandante era una muchacha tibia, a mi lado, que quería mandarme a una misión. Para convencerme de que la misión era importante y de que yo debía abandonar mi casa, para irme a una misión, me besó en la boca ejemplarmente, metió la lengua, enlazó mi lengua, lamió las encías, limpió mis dientes, babeó mis labios, y claro, entendí que yo debía abandonar mi casa para irme a una misión. Comandante en jefe, ordene”
La brutalidad cándida de este párrafo la encontramos también en el relato Poema. La historia de una hija que mantiene una aversión contradictoria con su madre. Es curioso que Legna finalice la narración con una transgresión de género parecida a la del Comandante:
“Si necesitas dinero, yo pido prestado, mami. Iremos a un restaurante y comeremos como dos reyes. Como dos presidentes. Como dioses”.
Quizás algún lector avezado en psicoanálisis o un experto en la filosofía Queer interpretaría estos finales.
Miami, Árbol, Tatuaje, Clítoris y Mala narrados en primera persona son un compendio de las experiencias vitales de la autora. La liviandad, el humor negro, la inocencia, la perversión y la facilidad con la que transmite los estados de ánimo caracterizan las historias. Sinaí es un relato extraño y perverso. Una crítica furibunda y jocosa al Dios Padre. Lepidóptero, un sentido homenaje a un progenitor encarnado en una mariposa que quizá ya partió.
Legna Rodríguez clausura su libro con Soba. Aquí nos ofrece su desnudez física y vital a través de su mascota, un bulldog francés. Abandona la primera persona y elige un animal para que la interprete ante los lectores. Un interlocutor mamífero de cuatro patas.
Tengo la impresión que desea que el lector descubra su vulnerabilidad como mujer. Que necesita que la quieran y la cuiden como ella hace con su perro.
Yo la haré a partir de ahora, leyéndola. Será una forma de agradecerle los momentos de emoción, placer y reflexión que he vivido a través de su escritura.
Àngels Martínez