Me interpongo
A Alvarito Conrado,
el joven de 15 años que murió asesinado por la dictadura Ortega-Murillo.
Llevo el agua, en mis piernas
el agua, no es la lluvia,
es el grito ensordecido del lamento,
es el agua,
es el desierto de la vida y de la muerte,
Es el grito en la mochila
y el zapato.
Ella me ama, pero yo
deseo el agua.
Gritan todos, gritan
sin saber cuál es el tiempo.
Muertos, muertos, muertos…
Aquí no ha muerto nadie.
Todos hemos vivido en el silencio.
Es solo una vocación la que te espera,
un amasijo de músculos timbrantes,
el bíceps y el hipotálamo
se confunden,
y siempre hay un alma que los tienta.
Esta es fácil correría,
orgías de leyes me condenan.
La moto que me lleva me tortura,
me repele el ruido, la caricia, el firmamento.
No soy yo, sino mi sombra.
Agua, agua, agua…
Me duele la señora y sus anillos,
la médula espinal de la tortura,
la rótula, el árbol de hojalata,
y la estúpida función del organismo.
Heme aquí, al final de este
pasillo indefinido,
luchando por mis lagos y volcanes,
por la tierra que nos quitan,
la tortilla y el frijol complementario.
Me duele respirar y me interpongo.
Cincinnati, junio 2020
Declaración de parte
Aquí dejo mi corazón
en esta calle sucia y calurosa
donde la ceiba crecerá un día
entre los basureros y las motosierras.
Aquí dejo también mi bandera
la he cargado en hombros
muchos años
está como ven muy maltratada
escapó al fuego en el tranque
de Diriamba
y me salvó de una bala en
la universidad
Quisiera dejarles mis manos
pero las perdí en la cárcel sin razón
una fue triturada con macana
cada huesito partido por la mitad
la otra la cercenó por completo
una cutacha
dicen que se precisan muchas manos
para soñar el futuro
La esperanza no la dejo
esa la llevo conmigo
hacia donde sea que vaya
en la cajuela de esta pick-up
enredado con muchos otros
cuerpos de amigos que también
querían conocer la claridad
Cincinnati, noviembre 2020
Proliferan
Han caído por aquí unas semillas
que se visten de castigo,
se pasean orondas por el mundo,
hablan voces de caminos,
estilan modas portentosas,
y en algunas situaciones
muestran sus manos dormidas.
Sin saberlo, casi sin sentirlo,
se han llenado de dolores,
sus cuerpos se han poblado
de seres adversarios
que rompen poco a poco sus sentidos.
Van muriendo los amigos, aquellos
que han quedado pierden suavemente
la estampida.
En una esquina de la ciudad
un ser que se creía se contagia.
Nada detiene al monstruo en
su consigna.
Faltan cardos para esta lágrima pujante
y sin embargo,
en otra conjunción del mundo
viven indiferentes los incendios.
Casas enteras han sido aniquiladas,
faltan arcabuces en la trinchera,
jóvenes inadvertidos caen mutilados,
niños, proxenetas, escritoras.
La tribu que nos diezma no lo sabe,
actúa bajo el cargo de un infiel,
perdemos corazones, obras,
sinfonías, caminatas solitarias,
cruciformes.
A ninguno de mis amigos veré más.
Tarde o temprano todos caeremos,
la lanza o el puñal terminará con la carne,
y en un camastro de hospital,
flaco e infestado,
con los ojos perdido en la hoguera
morirán los más fuertes guerrilleros.
Cayeron unas semillas en el camino.
Volver
Después de caminar el infinito
y ver los mares de otras tierras y otro sol,
he de volver a mi terruño y a mi era
he de entrar de nuevo en mi matriz.
Ver el mundo por el cielo y las estrellas,
caminar por los senderos de la luz,
tropezar en los desiertos y en la selva
y volver al barrio y al hogar.
He ahí la historia de los hombres,
viajeros incansables de la luz
que algún día se miran extrañados,
se buscan el carné y el pasaporte
indagan el precio del boleto de regreso
y dejan la mochila en la estación.
Cincinnati, diciembre 2003
Todos los poemas pertenecen al libro inédito Empezó a llover en abril de Nicasio Urbina
© All rights reserved Nicasio Urbina
Nicasio Urbina Escritor, catedrático y crítico nicaragüense. Nació en Buenos Aires, Argentina en 1958. Catedrático de la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns, desde 1990 hasta 2004, donde fue jefe del Departamento de Español y Portugués. Actualmente es catedrático de literatura hispanoamericana de la Universidad de Cincinnati, donde es director de estudios de posgrado. Ha publicado El libro de las palabras enajenadas (cuento, 1991), La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992). Ganó el Premio Nacional Rubén Darío 1995 con un libro titulado La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico (1996). Sintaxis de un signo (poesía, 1995, 2000), El ojo del cielo perdido (cuento, 1999), Viajemas (poesía, 2009), Caminar es malo para la salud (cuento, 2011). Su Poesía reunida 1984-2014 ha sido publicada en México y en España. Ha publicado más de 100 artículos críticos en revistas especializadas y ha dictado 120 conferencias académicas.