ME DEJO LLEVAR
Nada como encontrarte, Poesía,
cuando el lenguaje de los hombres parece opaco
y toda palabra me agrede.
Yo, que no conozco tus refugios y soy
de los poetas de la urbe el más humilde,
de pronto te encuentro en el autobús
o caminando solito entre la multitud,
y tú me refrigeras el alma con tu canto
al punto de creer que no te merezco.
Y siempre tienes para mí una palabra de afecto,
como si yo fuese tu niño.
Olvido toda agresión sufrida
y me dejo llevar por tus caminos,
igual que un ciego sigue a un perrito.
CADA DÍA
Vamos muriendo un poco cada día
aunque cada día vamos viviendo un poco más,
y nuestra sangre batiéndose en las venas
es un mar primordial que se derrama en la playa
alimentándonos con sus sonidos y sus sales.
Cuando ando por el camino o cuando amo,
siento que mi corazón golpea fuerte en el pecho,
como un pájaro en el nido o un río en el lecho,
convertido en un mar de leche o de vino.
No me importa morir de esa manera,
pensando que la vida siempre vale la pena,
viviendo en cada minuto la vida entera,
viviendo la vida entera en sólo un minuto.
Vivir la vida en un ritmo absoluto,
sabiendo que la vida es alegría y luto.
Vivir sabiendo que la vida se desvanece
hace de cada uno de nosotros un ser especial
y no importa si de noche un cuervo
en nuestra sala nos dice nunca más.
Vamos muriendo un poco cada día
aunque cada día vamos viviendo un poco más.
ADORMECIDA
Adormecida en mis brazos
la flor del sueño abierta en el rostro
estrellas cuentas despiertas en tu cuerpo
caballos galoparon la planicie del abandono
y atravesaron de escalofríos tu cansancio
y la belleza ardió lentamente
y los cabellos flotaron como nubes encima del bien y del mal
y tus manos cautivas y perdidas en otro mar
quedaron como aves nocturnas ignorando
que se escapaba la vida.
EL CAMINO INVIOLABLE
No todos somos malos.
Algunos tienen una cierta ternura.
Nosotros una forma especial de sonreír.
Nos saludamos corteses en la calle,
apretones de manos blandas, leve movimiento de lábios.
Y continuamos el camino inviolable.
MOTIVO DE FUERZA MAYOR
A veces me invade
una canción de origen oscuro,
una ventolera de la pampa,
una marina desnudez de caracoles,
un sueño de nube preñada de lluvia.
El habla de la mujer de senos morenos
en medio de la noche con escarabajos zumbando
color azul del cielo o verde césped,
bosque de campanas, campanillas sonoras
y gritos intensos de pasión en la noche del monte,
rituales amorosos de gatos sobre los tejados,
voces aterciopeladas de guitarristas en los bares de barrio,
gemido de niño enfermo tosiendo en la madrugada,
jugadores en el paño verde jugando sus vidas a las cartas,
borrachos improvisando cantos para la luna,
trabajador esperando el autobús al amanecer.
Y yo, atónito y despierto, escribo
por orden perentoria de las musas,
psicografío el mensaje nocturno
de una fuerza mayor que me incendia.
LA NITIDEZ DE LAS COSAS
En el silencio de la casa, cuando las maderas crujen,
espero el movimiento del engranaje del tiempo,
la manifestación evidente de la máquina del mundo,
las aspas del molino moliendo la harina de los dias,
los dientes mordiendo la piel de la feroz existencia,
el rodar de los minutos en el reloj náufrago de la mañana,
el zumbido de la mosca contra su imagen en el vidrio.
En el silencio de la casa, cuando vibran los móviles
y resuenan los electrodomésticos en los recipientes de cristal,
sonando en semejante canto llano entre las monedas
nítidas del sol y las monedas trituradoras de las emociones,
la polea que cruje la palabra contra la diferencia,
el destino de los platos y cubiertos apilados, lentamente
deshaciéndose en barro y mortal óxido.
Las cosas mueren sin temor mientras miramos
distraídos el viento que levanta las cortinas de la sala.
Sólo las cosas son nítidas y tiene alma, y creen
en la vida eterna.
LLUVIA ANTIGUA 2
Guardo el limite del sueño y del cansancio.
Los espejos interrogantes esperan
otras imágenes de rosas maceradas
en tu cuerpo adormecido.
Voces callan reticencias y reclamos.
Detras de la vidrieras es otra lluvia cayendo.
El navío negro sube el río que desagua
en mi pecho y su bocina apuñala
las acacias y los girasoles.
En reflexiones estéticas voy perdido
mientras tu cuerpo gira al sol
escondido detrás de las nubes y la lluvia
ensaya en el tejado su patética melodía.
© All rights reserved José Eduardo Degrazia
© All rights reserved de las traducciones Alfredo Pérez Alencart
José Eduardo Degrazia (Porto Alegre, Brasil, 1951). Tiene publicados una veintena de libros de poesía, cuento y novela. Entre los poemarios están Lavra permanente (1975); Cidade submersa (1979); A urna guarani (2004); Corpo do Brasil (2011); A flor fugaz (2011) o Um animal Espera/Un animale aspetta (2011). Como traductor ha publicado catorce libros, entre ellos siete de Pablo Neruda. Ha obtenido premios y reconocimientos en Brasil y en otros países. Su obra aparece en unas 30 antologías nacionales y extranjeras y ha sido traducido al español, italiano, francés, inglés, rumano y esloveno.