Llevaba tres días visitando la dirección de la escuela. Ni la maestra, ni mucho menos la directora, entendían que saber matemáticas no resolvería mis problemas.
Sonó el timbre, todos salieron del aula corriendo al patio, yo los veía por la ventana jugando fútbol con mi mochila… uno…dos…tres… las maestras entretenidas, seguramente hablaban de sus maridos igual que todos los días, que si ayer lo cogí vacilando a la hija del vecino, o llegó de madrugada, es un vago pero está riquísimo, estoy con él por mis hijos… cincuenta, cincuenta y uno… salí a recoger mi mochila llena de polvo. Carlos, ¿tú crees que esa es la mochila de un niño? – exclamó la maestra, entonces gritó uno de los alumnos. — ¡No, es la de una niña!…ochenta y nueve, noventa. Guardé algunos libros en en ella y salí de la escuela para el taller de pintura. Era tarde, pero no tenía ganas de llegar a casa.
Las sombras de los edificios se alargaban y las luces de las calles se encendían lentamente. Al llegar, mi padre estaba parado frente a la puerta esperándome.
— ¿Dónde estabas mataperreando? –preguntó irritado.
— En la Casa de la Cultura. –respondí bajando la mirada.
— ¡El mes que viene cumples quince años y sigues comiendo mierdaaa…!
Agarré la toalla, entré al baño y puse el seguro de la puerta, no quería que me viera desnudo. Deseaba estar horas debajo de la ducha con tal de no salir. Terminé de bañarme. Me senté a la mesa y no tenía hambre; a escondidas le sacudí un poco de comida al perro hasta vaciar el plato. Me levanté para fregar las vasijas sucias; luego, sin hacer ruido, fui para el cuarto.
En pocos minutos él abrió lentamente la puerta; aparenté estar dormido, entonces sentí su mano debajo de la colcha, agobiado guardé silencio y comencé a contar, uno, dos, tres, cuatro…¿Por qué me pasa esto?…¡esas manos asquerosas!… sesenta, sesenta y uno…¡no, no, eso no!…noventa y nueve, cien. Cerró la puerta y abrí los ojos. El costado de la cama estaba húmedo, entonces me viré para intentar dormir.
Sonó el despertador y mi madre entró al cuarto para besar mi frente.
— ¿Cómo está mi niño? preguntó mientras me acariciaba la cabeza. Tenía que contarle.
— Mami, ¿cuándo vas a dejar este trabajo? sabes que no me gusta dormir sin ti.
— ¿Todavía le tienes miedo a la oscuridad?
— ¡No, no es eso!
— ¿Entonces qué pasa?
— Nada, que me cuesta dormir cuando tú no estás.
Aquel día llegué temprano a casa. Deseaba disfrutar de la compañía de mami. Cuando abrí la puerta, ella y mi padre estaban viendo una película del famoso paquete.
— Vamos para la cocina que te voy a preparar un pancito con mantequilla-dijo sonriendo y me tomó por el brazo.
Sentado frente a la mesa, comencé a mirarla fijamente como si solo ella existiera.
— Carlitos, ¿quieres decirme algo?
— Mami…suspendí matemáticas.
© All rights reserved Lis Monsibaez
Lis Monsibaez (Cuba-1988) Poeta y narradora. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). En 2013, cursó el taller para guiones de radio y televisión impartido por el escritor Leonilo Guerra Vásquez y de Literatura Infantil, organizado por Omar Felipe Mauri. Es egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, que dirige el narrador Eduardo Heras León, en 2014, año en que obtuvo el premio en el Encuentro Provincial de Talleres Literarios por su cuento: “Matemáticas”. En 2016, publicó el cuento infantil: “Mariposa del espejo”. Ha publicado en sitios digitales y revistas literarias de Cuba y el extranjero. Textos suyos se encuentran en proceso editorial en las antologías poéticas: “TEMBLOR DE LUZ”. (Breve muestrario de poesía amorosa y erótica. 50 poetas jóvenes, Cuba) e “IMPERTINENCIA DE LAS DÍPTERAS” (Antología poética sobre la mosca, EE.UU.). Además en el presente año ganó el premio en cuento, en el Encuentro Provincial de Talleres Literarios y resultó finalista en el concurso internacional de poesía “EL MUNDO LLEVA ALAS” en el cual también aparecerán publicados textos suyos.