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Febrero 2024

MARIO ERNESTO SÁNCHEZ: PRESENCIA Y RESILIENCIA DE UN ÍCONO DEL TEATRO HISPANO EN MIAMI. PARTE I. Héctor Manuel Gutiérrez

  

Hablar de Mario Ernesto Sánchez es acentuar la genuina presencia del arte escénico en Miami. Mi encuentro con este artista cubano persigue elaborar en su papel protagónico, no sólo en el escenario, sino en el gran esfuerzo por educar, crear y asociar una audiencia que sea contigua y fiel al teatro. Cabría entonces hacerle más de una pregunta, no sin antes agradecer la amabilidad de concederme esta entrevista.

UNO

Sé que saliste muy joven de Cuba, gracias a la diligencia de la Operación Pedro Pan. Háblanos sobre esa etapa de tu vida y, por favor, llévanos al momento epifánico en que «te punzó» el duende de la actuación teatral. Si no sucedió ya estando tú en Miami, ¿es posible que exista algún dato anecdótico antes de tu salida de la isla que te presagiara esa posibilidad ahora convertida en toda una vida dedicada al teatro?

 

Tus palabras me asustan. Ese «papel protagónico» me preocupa, porque si protesto va a lucir como una falsa humildad, así es que no diré más. Soy yo quien agradece tu opinión.

Pues te diré que no sé si el momento fue epifánico, pero ya en Kindergarten, en la escuela pública de San Antonio de las Vegas, en La Habana, a los seis años estaba cantando «El zapaterito». En el medio de la canción se me cayó el bigote falso y dije: «espera, Seño». Me lo pegué lo mejor que pude y di la señal para empezar de nuevo. Desde entonces me escogían para todos los shows y actos cívicos en el colegio, y yo feliz. Sin embargo, años más tarde me di cuenta de que como mi madre era maestra hogarista y mi tía era la directora del distrito escolar, nunca supe si me escogían porque tenía talento o porque era sobrino de la directora.

 

DOS

Pues mira que ese sentido del humor, unido a tu afición al teatro, se ha mantenido a través de los años. Entonces, coincidamos que sin duda ambas trayectorias han viajado en paralelo ¿Qué más nos dirías de aquella época juvenil en que te formaste?

 

Cuando llegó Fidel, en 1959, pertenecía a la mayoría de los jóvenes ilusionados con la Revolución, tanto, que me enlisté en la «patrulla juvenil», con camisa amarilla y pantalón verde olivo, y hasta con un rifle de madera que me ayudaba a cuidar las calles de mi pueblo, marchando todas las noches y gritando consignas revolucionarias. Pero la ilusión colectiva duró poco. Presencié cómo le gritaban «paredón» al dueño del «Círculo», donde se jugaba dominó y también a la «bolita», una especie de lotería de pueblo pequeño. La esposa del dueño, que casualmente estaba a mi lado cuando la turba comenzó a pedir paredón para su marido, me pidió que la llevara a su casa porque se iba a desmayar. Eso hice, y ahí fue cuando se desmayó toda ilusión.

 

 

TRES

El impacto de aquella realidad en la sensibilidad de la señora a quien le ofreciste ayuda y solidaridad, sin duda es una metáfora que todavía vive en el recuerdo del resto de los miembros del exilio. Estoy seguro de que estos hechos catapultaron tu salida de la isla.

Efectivamente; mi madre se aprovechó de mis dudas para comenzar a preparar mi viaje hacia la libertad. Los comentarios por las calles daban mucho miedo. Decían que Fidel iba a enviar a los hijos de padres «gusanos» (nombre que le daban a los opositores) a Rusia, para convertirlos en soldados de la Revolución, hecho que quitaría a los padres la «patria potestad». Cuando la directora del Instituto Edison, donde cursaba yo el Bachillerato, la llamó y le dijo que sacara a su hijo del colegio porque la iba a pasar mal, a mi madre no le quedó más remedio que incorporarse a la opción Pedro Pan. En esa época vendía bonos para la contra revolución y me iban a entrenar para poner «fósforo vivo» en lugares específicos para que se quemaran. Confieso que sabía poco de lo que estaba haciendo. Para mí era una aventura.

Composición fotográfica que refleja momentos significativos en el programa Pedro Pan, en los esfuerzos humanitarios de la iglesia católica por transportar menores desde Cuba a los Estados Unidos. 

CUATRO

Interesante perspectiva. Es un fenómeno muy recurrente en la consciencia del exilio o la diáspora, particularmente los que salieron durante las primeras décadas del actual gobierno cubano. Para los lectores primerizos en el tema, cabe aquí apuntalar que la Operación Pedro Pan fue un fenómeno controversial que se registró a principios de la llamada Revolución, para entonces piloteada por el gobernante Fidel Castro. Entre el 26 de diciembre de 1960 y el 23 de octubre de 1962, 14.048 niños y adolescentes llegaron solos desde Cuba a Estados Unidos. Pedro Pan fue un programa creado por la organización Catholic Welfare Bureau. No es un secreto que la acción provocó, no sólo la desmembración en un número considerable de familias cubanas, sino que causó controversias político ideológicas en un momento histórico que estuvo al borde de ocasionar consecuencias trágicas entre la Unión Soviética y la nación que les brindó albergue a tantos menores en un lapso relativamente corto. Miles de padres reaccionaron a la inminencia de un futuro incierto. Las razones no tardaron en multiplicarse con rapidez, Impulsadas por la presencia soviética en los planes del régimen, y unidas a su desafiante protección al sistema de gobierno cubano.  ¿Cómo lograste salir de la isla?

Portada del libro operación Pedro Pan, de Yvonne M. Conde

 

Mi madre vio los cielos abiertos cuando se enteró de la Operación Pedro Pan, y enseguida se movilizó y me llevó a un bufete de abogados en la Habana que recuerdo era bastante oscuro. Cuando salimos de allí la noté triste porque se necesitaba un money order de $25 para poder cumplir con todos los requisitos y ella no sabía cómo obtenerlo. Inmediatamente me acordé que una compañera del colegio ya había desaparecido porque su padre trabajaba en una compañía americana y pudieron irse enseguida. Le escribí pidiéndole el dichoso money order. Me lo envió enseguida con una nota: «los amigos también están para ayudarse», pero mi madre me lo escondió para evitar que se conociera la noticia de que me iba de Cuba. Cuando me lo dijo ya existía la ley de salir con sólo tres mudas de ropa, y así fue como llegué a Miami, junto a otros niños vía Pedro Pan, y llegamos a un campamento para seminaristas que había sido evacuado para refugiarnos. Ese lugar era MATECUMBE, llamado así para honrar al primer cacique indio en la Florida que se convirtió al cristianismo.

Actual entrada al Campamento Matecumbe. Antigua propiedad de la Arquidiócesis de Miami,

ahora es parte del Departamento de Parques del Condado Dade.

CINCO

Bien, he ahí otro recurso metafórico navegando en tu discurso. Me llama la atención que incorpores esa convivencia al llegar a los Estados Unidos. La creación/improvisación del campamento fue elemento clave en aquella temprana hégira de menores que tuvieron que ser prácticamente adoptados por familias de diferentes capas sociales y asentados en lugares recónditos del país, con la esperanza de reunirse en un corto plazo con los padres y familiares que no pudieron emigrar con ellos. Recuerdo vívidamente las dificultades y forzadas readaptaciones a una nueva forma de vivir. Muchos de ellos son ahora mis amigos y, gracias a ellos, soy testigo de las peculiares penurias y necesidades del grupo.

 

Hablar de Matecumbe sería muy largo y triste. Solo te diré que me prometieron una beca junto a mi hermana que estaba en Florida City, pero cuando me llegó el aviso, me dijeron que ya ella estaba localizada en San Antonio, TX, y que yo iría a Helena, Montana, donde nadie hablaba español, la comida no podía ser más gringa y el frío casi tumbaba las orejas. No tuve muy buenas experiencias en Brondel Hall, como se llamaba nuestra casa, que también le pertenecía a la Iglesia Católica. Era la síntesis de Matecumbe, igual de difícil, pero con menos niños. Un feliz día, después de año y medio de separación familiar, me llamaron a la oficina para informarme que me ofrecían una beca para continuar mis estudios en Helena. Sin hacerse esperar, mi respuesta fue: «¿Cuándo sale el próximo avión para San Antonio?»

Imagen del montaje de «Matecumbe: el vuelo de un Pedro Pan»,

escrito y dirigido bajo dolorosas circunstancias, por Mario Ernesto.

 

Me tomó más de 40 años reconciliarme con Matecumbe, y para lograrlo de la mejor manera posible, escribí una especie de autobiografía para el teatro: Matecumbe: el vuelo de un Pedro Pan. No me quedó más remedio que visitar, junto con el elenco, el “Infierno Verde”, como le llamábamos en 1962. Desde mi regreso a Miami, en 1968, no lo había vuelto a visitar. Así es que hice lo que recomiendan los expertos: enfrentarte a tus miedos. Los comentarios que causó la puesta en escena fueron mixtos, unos encontraron la obra muy cruda y hasta exagerada; otros todavía la recuerdan con cariño y tristeza.

Efectivamente. Ya abundaremos más adelante en ésta y otras de tus aventuras en el para mí difícil mundo de las tablas.

FIN PARTE I

© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.

 Héctor Manuel Gutiérrez, Ph.D., es instructor de español avanzado y literatura hispana. Funge como Lector Oficial de Literatura y Cultura Hispánicas en el programa de evaluación superior Advanced Placement, College Board/ETS. Colaborador mensual de la revista musical «Latin Beat», Gardena, California. Miembro/fundador de la revista literaria «La huella azul», FIU, Miami, Florida. Editor de contribuciones, «Revista Poetas y Escritores Miami», Miami, Florida. Colaborador «Revista Suburbano», Miami, Florida. Colaborador/ columnista, «Nagari Magazine», Miami, Florida. Colaborador «Linden Lane Magazine», Fort Worth, Texas, Colaborador, «Insularis Magazine», Miami, Florida. Es autor de los libros: Cuarentenas, Cuarentenas: Segunda Edición, Cuando el viento es amigo, Dossier Homenaje a Lilliam Moro, De autoría: ensayos al reverso. Les da los toques finales a Encuentros a la carta: entrevistas en ciernes, a publicarse en 2024, La utopía interior: estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato, a publicarse en 2025, y la novela El arrobo de la sospecha, a publicarse en 2026.

Valió la pena el sacrificio de la separación familiar. Una vida diferente en libertad!

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