Dentro de las consecuencias no previstas por los globalifóbicos, se encuentra la feliz existencia de antologías que no obedecen a una región geográfica. Tal es el caso de las antologías publicadas por la revista Traviesa, donde un escritor invitado funge con la tarea de curador, convocando dentro de un tema específico a que sus escritores seleccionados cumplan la misión de compartir con los lectores sus fobias y obsesiones.
Leo Mala Suerte curada por Yuri Herrera que reúne textos de Iris García Cuevas (México), Wilmer Urrelo (Bolivia), Fabián Casas (Argentina) y Elvira Navarro (España) y medito qué significa para mi la mala suerte. Como ingeniero, mi profesión me ha enseñado a nombrar la mala suerte con otro nombre, el de entropía. Esa certeza que el Universo tiende al Caos, cuya existencia nos aterra, porque por lo general cuando se nos presenta nos toca enfrentarlo solos.
El prólogo de Yuri Herrera nos acerca a los textos seleccionados con la precisión de un mago que revela lo suficiente para captar nuestra atención para que sea el lector quien descubra lo que se encuentra debajo del sombrero.
Siguiendo el tono del curador que no desea ser “el pararrayos innecesario que todo lector teme en una introducción” diré que al leer el texto de los escritores latinoamericanos, pareciera ser que detrás de la mala suerte se encuentra la violencia (sobre todo del tipo criminal) que se aferra a residir en nuestras tierras:
“—Mataron a mi hijo.
Es uno de esos días en que el trabajo apesta. Balbuceo un lo siento que no sirve de nada y le pido que siga.
—Se llamaba Gonzalo. Había ido a bailar con sus amigos. Fueron a dar la vuelta…”
Iris García Cuevas
“el tipo hizo que quien estaba sobre el colchón se pusiera de pie y luego lo hizo sentar sobre una silla. le quitó las esposas, pero no la venda de los ojos y le ordenó que extendiera ambos brazos. ¿con cuál escribe?, preguntó. no escribo a mano, dijo el que estaba sobre la silla. hubo un momento de silencio. de vacilación. entonces una voz nació hacia la derecha de quien estaba sobre la silla. la izquierda, dijo esa voz. hazlo con la izquierda, ordenó. nadie más habló.”
Wilmer Urrelo
“La carrera de Kundari como preceptor terminó cuando le puso un revólver en la frente y le gatilló dos veces a un chico que lo volvía loco. El arma estaba descargada, pero el chico se desmayó y se quebró un brazo.”
Fabián Casas
Pero no me malinterpreten, si bien es verdad que la violencia es un elemento en la mayor parte de los relatos lo que los define es la manera como cada protagonista enfrenta su mala suerte y es ahí donde descubrimos el oficio de cada escritor que Yuri Herrera ha invitado.
Escribo esta reseña mientras realizo un viaje en avión, la sobrecargo pasa delante de mi arrastrando el carrito con los desechos del servicio. Una charola llena de latas vacías cae y todas ellas tapizan el suelo. Sin pensarlo, tres pasajeros nos ponemos de pie y ayudamos a recoger el desorden, el caos no puede evitarse pero la manera como lo abordemos puede hacerlo o no más llevadero.
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