En mi última publicación escrita en Nagari hablé de House of Cards. Hoy, vistos los acontecimientos de este último mes, no me queda más remedio que hacerlo de The Walking Dead. Ya saben, esa serie televisiva sobre muertos vivientes que va por su décima temporada en antena.
El argumento proviene del cómic homónimo, obra del guionista Robert Kirkman, y los dibujantes Tony Moore y Charly Adlard. Les haré una breve sinopsis: en un mundo postapocalíptico, las comunidades humanas supervivientes viven bajo la continua amenaza de los ataques de zombis o “caminantes”, y en conflicto entre ellas por diferencias morales a la hora de organizar la convivencia. De esta trama destacan dos cosas. La primera es la lucha, no solo por sobrevivir, sino también por imponer la supremacía de su sociedad, que se plantea entre distintos grupos humanos, una suerte de metáfora de la globalización y la competitividad capitalista. La otra es el carácter esencialmente inhumano, por inconsciente, de los principales enemigos: los caminantes.
Ciertos elementos de la trama y los personajes de la serie son dignos de destacarse, como el que ha sido el protagonista principal hasta ahora: Rick Grimes, ayudante del sheriff en un pueblo de Georgia, blanco, que despierta de pronto del coma y, en su búsqueda por reencontrarse con sus familiares y amigos, va descubriendo los apocalípticos acontecimientos que han tenido lugar. Esa es la línea argumental de la primera temporada. En la segunda, en cambio, una de las mayores tensiones tiene lugar cuando los protagonistas descubren que en la granja de Hershel Green hay humanos conviviendo con zombis. Según ellos, esa coexistencia es dañina. De la misma forma, los hábitos de otros colectivos, como el canibalismo que practican los habitantes de Terminus, son los elementos que más repelen al núcleo protagonista. Es verdad que otras formas políticas están muy presentes, a partir de las despóticas maneras de dirigir de “el Gobernador” o la tiranía de Negan. Pero las tensiones morales son las que dirigen el interés de la audiencia: los malos tratos de un marido, el uso de zombis para intereses privados.
Curiosamente, la serie se utilizó en la primera campaña a la presidencia de Donald Trump. Sirvió de radar para detectar posibles votantes del millonario neoyorquino. Jared Kushner y otros miembros de la campaña republicana identificaron entre los seguidores de la serie a simpatizantes con las políticas migratorias que proponía Trump. De inmediato, se dedicaron a bombardear con anuncios del candidato republicano los espacios comerciales que se intercalaban en la cadena AMC. Parece que aquel que se preocupa por las diferencias morales entre grupos de convivencia, que se aterroriza con tipos oscuros que no se sabe bien de dónde han salido, que parecen humanos pero no lo son del todo, puede sentir el mismo temor por las oleadas migratorias.
Contemplo los 74 millones de votos que obtuvo Trump en las presidenciales, y vuelvo a visionar las esperpénticas imágenes que durante estos meses han ocupado las cabeceras de los noticiarios: la toma deliberada del Capitolio, la violencia gratuita, los cuernos, la connivencia de las fuerzas del orden… Y pienso que es hora de decidir quiénes son los muertos vivientes y cuáles los miembros de la comunidad a la que queremos pertenecer, hasta qué punto nos separan las diferencias morales, quién se cree con la autoridad de utilizar la fuerza si las cosas no salen cómo le gustaría, y quién está dispuesto a construir, sin que le importe hacerlo con caminantes o encaminados.
© All rights reserved Carlos Gámez Pérez
Carlos Gámez Pérez (Barcelona. 1969) es doctor en estudios románicos por la Universidad de Miami y máster en creación literario por la Universitat Pompeu Fabra. Ha publicado la novela Malas noticias desde la isla (katakana editores, 2018), traducida al inglés en 2019. En 2018 publicó un ensayo sobre ciencia y literatura española: Las ciencias y las letras: Pensamiento tecnocientífico y cultura en España (Editorial Academia del Hispanismo). En 2012 ganó el premio Cafè Món por el libro de relatos Artefactos (Sloper). Sus cuentos han sido seleccionados para varias antologías, entre otras: Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2013); Presencia Humana, número 1 (Aristas Martínez, 2013); y Viaje One Way: Antología de narradores de Miami (Suburbano, 2014). En 2016 compiló y editó el libro Simbiosis: Una antología de ciencia ficción (La Pereza, 2016). Ha impartido talleres de escritura en el Centro Cultural Español de Ciudad de México y en la Universidad de Navarra. Colabora con revistas literarias como Nagari, Sub-Urbano, CTXT o Quimera.