El posesivo es importante aquí: mis argentinos.
Entré en esta cultura plateada de bien pequeñito. Desde el tópico por supuesto; como corresponde cualquier conocimiento que provenga de otras tierras. Mi abuelo, cada vez que llegaba la Navidad, antes de beber champán francés y comer turrón de yema, alzaba su copa y con su sombrero de ala en su cabeza entonaba la siguiente letra/…Si supieras que aún dentro de mi alma/ Conservo aquel cariño que tuve para ti. La Comparsita y Carlos Gardel acompañaba la sobremesa cuando mis pantalones aún eran cortos y se recibían bofetadas en el rostro si no había buen comportamiento.
En aquella época se hablaba más de aquella Evita frágil y hermosa que representaba las esperanzas de los desamparados, que de su marido. Del Perón exiliado se habló más tarde, cuando recuperó su trono en el 73. A continuación viniera su muerte, y un año más tarde Isabelita junto a El Brujo, López Rega reinaron a sus anchas hasta que se exiliaron en Madrid.
Las dictaduras se vivían en ambas partes del Atlántico. La de Videla se amortiguaba en mi ciudad escuchando a Mercedes Sosa, Jorge Cafrune, y el gran Facundo Cabral. Sin desperdiciar para nada a Alberto Cortez, cantante que había heredado la dicha de mi padre en su diminuta discoteca de long plays en la sala del comedor. Empiezan a llegar los primeros exiliados que gustosamente recibimos. Uno de ellos, mi amigo de origen judío Gabriel Kreplack, me enseñó la bondad saludable del mate tomado desde una bombilla, los cortes apreciados del vacuno como el churrasco, me introduce al sonido del bandoneón, y después me instruye sobre la obra del maestro Astor Piazzolla.
La vida seguía… los desaparecidos también. Las madres de la plaza de Mayo circulaban en silencio voceando la desesperación a través de sus pasos y pidiendo justicia al mundo. Un día lees el periódico y ves a la armada británica dirigirse a las islas Falkland, y otro al ejército argentino de Massera hacerlo hacia las Malvinas. Entonces empiezas a entender que hablan del mismo territorio. Mientras, un poco de pan y circo a través de la retrasmisión de los mundiales de fútbol. A la par, la locura por un sujeto que le da a la pelota como nadie en aquel tiempo en el RCF Barcelona… Diego Armando Maradona,
Suenan las trompetas de los ángeles de la Apocalipsis y aquello se derrumba para su bien. Llega un hombre con apellido diminuto a gobernar, Alfonsin; como mínimo tiene la delicadeza de hurgar en el pasado oscuro de sus antepasados inmediatos. Al poco tiempo, otro político muy elegantemente vestido y con grandes patillas en su rostro, Menem. Hasta que un descalabro de la economía argentina provoca que el ministro Domingo Cavallo haga popular “el corralito”; un sustantivo hoy temido en cualquier país del mundo. Antes que Kirchner llegue al poder uno se entera que existe Fito Páez que tuve el gusto de conocer hace ahora quince años en una galería de Coral Gables, junto a su amor de la época: la actriz almodovariana, en su momento Cecilia Roth.
En la universidad de FIU hago un curso sobre cine latinoamericano y descubro a Luís Puenzo en Una historia oficial y Alfonso Aristain en Un lugar en el mundo y a Lucrecia Martel en una pieza única, La ciénaga. Viene mi periodo de goce con Ricardo Darín en la maravillosa Nueve Reinas, El hijo de la novia, o Luna de Avellaneda. Más tarde con El secreto de tus ojos con quien consigue un oscar y hace unos minutos me acabo de enterar que le han dado el mejor premio de interpretación en el Festival de San Sebastián por la película del catalán Cesc Gay Truman junto a Javier Cámara.
La literatura no es menor y más si uno se intenta dedicarse a ella desde la propia realidad autobiográfica o desde la mentira imaginativa -nunca me ha gustado el vocablo “ficción literaria”-. No es ninguna verdad si os digo que yo decido escribir cuando escuché estor versos de Fervor de Buenos Aires en el poema de La recoleta de la mano de J.L.Borges, cuando enterraba a mi padre en el cementerio de Sants en Barcelona
Bellos son los sepulcros,
el desnudo latín y las trabadas fechas fatales,
la conjunción del mármol y de la flor
Estar en París al lado de la Maga y su autor Cortázar, y recorrer sus calles y recodos sin importarme qué capítulo. O acudir a Oliveiro Girondo, a Juan Gelman, a las poetas suicidas y a la vez, lúcidas en sus versos a como Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik /mi ser henchido de barcos blancos/ del poema Lejanía
Pero si cerca están, son los conocidos de la ciudad mágica donde hoy habito, Miami. Todo truco es sabido para evitar el voseo, aunque aquí nadie puede esconder su ego venido de Recoleta, Palermo, La Boca o de Belgrano. (Buenos Aires querido…y pensar que aún no he pisado tu alfombra de ciudad).
Aquí en la Florida ironizo con mi mentor y amigo Mario Diament , gracias al cual, escribo menos debido a sus indicaciones gratuitas, que para un catalán es mucho. Una fotógrafa que plasma la noche como nadie, Luján Candria, otro artista que me une el amor mutuo por el circo humano, Pancho Luna. La creadora de sueños abstractos desde el silencio Marta Estrems. La galerista Daniela Montana y su gran amiga Adriana Blanco. Los teatreros: El grupo de Cirko Teatro, Kevin Cass, Polaco Nutkiewicz, Pilar Brú, Verónica Abruza, Belén Cuirini, Susana Biondini, Clary Segal, Juan Lopestri, colaboradores de Nagari como Vera, Esteban Charpentier desde su micrófono en BA, Benítez y por supuesto mi amiga íntima y directora de la revista Alexandra Ferrazza.
Por cierto tengo un alfajor en mis manos a punto de morder su delicioso dulce de leche interior…les dejo con los que ya son “suyos”. La lectura permite este sentido de la propiedad sin sustraer nada a nadie.
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Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)
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