I.
Tú desvanecida
¿Qué puede separarnos? Ni la hemorragia del mar
en mis ojos. Mis ojos que conocen tanto de tu cuerpo
Ni esa Isla de los olvidados de Dios. Qué puede entonces
Más escándalo es cuando abres tu boca
Luna como ninguna. Como luna muda de Güines
Hazme callar con tus besos, y dejar a un lado los discursos
del bueno
Bocaciega esconde el salitre en tu vientre,
amor de lado al amor, detrás del amor
en la cocina quemando, contra el amor de otros
en las caletas, donde la brisa es más suave
que la misericordia
y olvidamos por un rato estos ojos de guerra
II.
Tú desvanecida
dando aliento al barro. Y tacho donde hablaba de la tesura
de sus nalgas, que parte en dos cualquier farsa de amor,
descanso en la verdad de su beldad
la ternura vuela entre las mentiras vuela. Estar lejos de ti me da vergüenza
III.
No te das cuenta cuando cruzas la bahía,
y recorremos sin parar todas las iglesias
y picoteo de tu mano, también pizzas. Y porque eres honesta
andamos la soledad. Tú haces que esconda el rencor
Tú cauterizas la nostalgia
IV.
Luna blindada blindando besos. Luna en la luna
Más que el atraso de los aviones. Más que un cuarto en divisa
y el tiempo cortando el aire. Más que lo dicho fueron besos
Por encima de la vida que separa. Del rumor humor tumor de los otros
simulan su patinaje sobre el miedo. Y fueron más los besos
V.
Tú cabalgas y estrujas los versos
se hunden en la carne bendita seas en cualquier anfibología/ bajo las patas de los caballos
sobrevive mis versos, en esa libertad individual de tu pelo
en esa bondad intrínseca/ más turbada es mi pasión/ stream of consciousness
y la muerte se enamora. Salva el romance de esta lengua y sálvame
VII.
Hemistiquio que muerde atroz sin ser más fuerte
De cerrar los ojos en frío
con salitre/ en los ojos el sol bárbaro/ en tu abrazo
¿De qué sirve esculcar en lo invisible, el pataleo de los finales?
Nada es más coloquial que tu aliento en la madrugada robándose el verso
y nada es más bello.
IX.
Amo tu desnudez
Tu desnudez tu valentía
Tu desnudez tu valentía esos pájaros sobre tu boca
Tu desnudez tu valentía esos pájaros sobre tu boca derramados
uno sobre el otro
Dalton, tu vientre y yo.
X.
Y de repente
cae la noche sobre mi sombra, esa postilla vieja de la nostalgia, el silbido en
los oídos, vicio de gerundios, disgustos que no puedo cambiar, estrías de las
deudas, hondos ríos, con el olor de los pomos de compota rusa, y resbalar por
por las tejas del barrio ¡Árdeme Corazón! con todas las fuerzas de tu vida
(bestial
castiga esto reprimido que no deja dormir
y antes de expulsar bilis del alma, tales demonios, que ciegan el amor y los
recuerdos inútiles, Ella, con derroche de inocente obscenidad no deja
que maldiga las horas mordiendo mis labios
XIII.
El mar separa los inviernos
sin aflojar los huesos/ Eres callada como el relámpago/ abriendo los ojos
(y las puertas
Emigrar es como la corrida de toros, sales a embestir, pero ya estás muerto
XVI.
Tus ojos me despiertan. No habrá otro entonces,
ni otra luna callada. Ya es mañana, el tacto engaña menos que la vista
y quedaré ciego, mientras crece en mí el deseo de tocarte
Cuando lo nuevo penetra sutil en lo viejo se ilumina
y no hay otras cosas que decir, Tú cayendo.
© All rights reserved Ernesto Olivera Castro
Ernesto Olivera Castro, La Habana 1962. Ingeniero Forestal. Diseñador de jardines. Escritor, poeta, editor, promotor cultural. Tiene publicado seis libros de poesía y una novela en Amazon, aparece en varias antologías y en docenas de revistas y periódicos, en países como Cuba, México, España, USA, Italia, Argentina, Brasil, Noruega, etc. Ha obtenido Mención Caimán Barbudo, La Habana 1989, Premio Nacional de Poesía Paula Allende, Universidad de Querétaro 1991, entre otros. Tiene estudios en técnicas de guion cinematográfico en el College de Miami Dade. Editor de Los cínicos editorial.