Autor Luis Santeiro. Director Max Ferrá. Escenografía. Alejandro Galindo. Elenco. Marta Velasco, Zully Montero, Grettel Trujillo. Sala Catarsis. www teatrotrail.com
La “señora” no pudo serlo en Miami.
La sinopsis de la obra es sencilla. Una mujer, Beba, con sueños aristocráticos aún en su mente, se queda viviendo en la Cuba de Fidel. Veinte años después de la revolución, viene a encontrarse con su hija Marita en Miami que la reclama en compañía de su criada Zoila. El encuentro, la disputa y los rencores guardados a lo largo de los años por ambas protagonistas, serán el caldo de cultivo para generar un conflicto entre madre e hija, marcadas las dos, por la distancia y la vida cotidiana totalmente distinta en sus respectivas ciudades: La Habana y Miami.
La obra de Luís Santeiro está muy oportunamente escrita como libreto. Y para mí bien escrita quiere decir primero que está universalizada. Segundo que va ascendiendo el conflicto en pequeñas dosis para disfrutar el quid de cada escena. Y como final, saber que hay una mano propia donde el lenguaje es expuesto a modo de realidad vivida bajo un tema. Este punto “autobiógrafico”, según palabras del director Max, “le da un valor de autenticidad”. Si además no eres cubano, que es mi caso, uno se hace constantemente preguntas sobre lo que pasó en realidad entre estas famosas 90 millas que separan dos mundos distintos y contrapuestos.
Reconocer que el sabor de boca después de haberla visto ha sido grato, con la risa a flor de piel en el público y en mí, e incluso como decía mi amigo el actor Winston González, con su tono dramático incluido:“ Te darás cuenta que hay una tristeza subyugada en el personaje de Beba…no todo son carcajadas”. Tenía razón. Beba (Zully Montero) alterna con ingenio esta torpeza de abuela aristocrática venida a menos en América, con la de rufiana bondadosa que tiene por licencia vender todo lo que tiene a su alcance. Verla interactuar con su guajirita criada Zoila (Gretel Trujillo) que domina el desparpajo y la frescura en todo momento y su hija Marita (Marta Velasco) haciendo un estupendo papel de madre autoritaria y sostenida, permite que el diálogo entre las tres, como decía antes, vaya ganando en ritmo, calidad y tono satírico “sabes que pienso Beba …tu eres una closed comunista” le dice Marita por la insatisfacción que percibe de su madre al estar viviendo en América y la añoranza de su vida en la Habana donde la “bolsa negra” era su oficio diario para sobrevivir .
Pero aquí no finaliza todo. En el segundo acto, hay un giro espectacular en el guión. Estamos en una funeraria. Beba va frugalmente vestida para “irse al cielo” con un abanico en la mano –si no lo pueden apreciar en escena busquen otros medios para hacerlo y entenderán el por qué lo digo. Tres lloronas, su prima Rosa (Grettel) y dos vecinas Isabel (Zully) y la ex cantante mulata Gloria (Marta) la velan. (Nota. En este acto es donde se demuestra la cantidad de registros y la profesionalidad de estas actrices) Esta nueva situación espacio-temporal será una excusa perfecta para introducir nuevos temas en las vidas de estos personajes para, en conjunto y como final, hacer un mosaico completo de lo que fue aquella realidad cubano-americana del último tercio del siglo pasado.
Ha concluido La señora de la Habana en la sala Catarsis con lleno completo como en casi toda función. Marisol Correa, la productora, trajo unas placas para agasajar a los componentes que incluyeron a todo el equipo actoral, el director Max Ferrá y el escenógrafo Alejandro Galindo. La primera generación de cubanos venidos a la ciudad que les acogió –la gran mayoría de la audiencia- estaba contemplando desde la platea el homenaje entrañable que les ofrecieron. Hubo pastel para Zully que era su cumpleaños, aplausos, bastantes bravos y un sentimiento donde el vértice entre la melancolía y la satisfacción se rozaron. Subidos en el escenario, el equipo completo nos dio la despedida, anunciando en breve su reposición debido al éxito conseguido. Esperamos que así sea y, en mi opinión, en un espacio para mayor audiencia. ER