“Algún día llegará la noche”.
Juan Rulfo
I
La noche se abre como unos labios. Se desangra como la lengua que surca la espalda. La noche son unos ojos que miran la miseria de la vida, y la saborean. La oscuridad de la noche es la tristeza de quienes duermen entre el frío y la caricia del silencio.
La noche se muere sobre nuestras manos y ni siquiera la sentimos. Nos hemos acostumbrado a las pérdidas siempre y cuando no se presenten bajo la luz del día.
II
Se cubren de noche las putas. Sus piernas están empachadas de estrellas que regalan a los clientes sin alma. La noche sabe a sangre y amargura. Ellas lo saben, pero se reservan sus comentarios. Por la mañana se han olvidado de estas palabras. Sólo les queda la sombra de la luna marchitada bajo los párpados.
El lugar privilegiado de la noche juega a ser espejo del rincón entre las piernas de mujer. Nadie está salvo luego de haber visitado ese espacio. Mujer y noche comparten la misma alma de yegua inquebrantable. Besar a una conlleva a conocer la otra. Las dos transgreden y, por la mañana, el viajero juega a recordar las horas más dolorosas de la noche, mientras la mujer se ha marchado ya. ¿Cómo acariciar a una mujer sin rastrear las constelaciones de la noche en sus caderas?
III
Se tiran mejor los dados por la noche. La ruleta rusa es creíble a mitad de la madrugada. El azar navega sin reparo. Hay una boca y unas palabras junto al vaso de alcohol. No hay espacio para la derrota. El fracaso permea la noche. Se niega el temor. Los miedos se tejen en las mañanas.
Seis y cuatro. Tres balas. El sueño robado de los ojos del coyote. Los dados y las palabras y el calor del deseo se mezclan con el adiós de la carne.
Cierro los ojos y aparece la noche. Del arma sale una bocanada de luz. Hiere a la oscuridad. Se quiebra la noche.
IV
¿De qué ojos nace esta noche?, se pregunta el poeta Pere Gimferrer en una Barcelona cuyo tiempo se colorea de negro. La noche parece la misma en cualquier parte del mundo porque las hermana el sentido de orfandad guardado en los recuerdos íntimos del ser humano: nostalgia de nuestros abuelos primigenios que padecieron la primera de las noches y creyeron que sería eterna. Hay una especie de temor y desamparo. No hablo, escucho el respirar de la noche.
V
Dentro de las paredes del deseo se va desgranando la madrugada. Camina despacio la ruina. Acompaña al cansancio. Los minutos se vuelven horas, las noches días, la soledad puede ser la manera de encontrarse junto a otro. Por la noche en brama se arrastra la misericordia. Es mentira, en la noche nada es fiable. Aun así la seguimos, creyendo alcanzar la salvación en el cuerpo contiguo. La salvación que nos fue negada desde el principio de lo días.
VI
¿Recuerdas la noche que acompañaste mi sueño? Cuando te decía con palabras y risas y poesía que había noches para dos. Espacios para caminar desnudos, acariciando las manos, a mitad de las sombras.
¿Recuerdas la noche que abrace tu alma? Cuando la cama paría un mundo nuevo, los hombres morían y nadie podía contar los sueños.
¿Recuerdas la noche que buscaba yo en tus ojos?
© All rights reserved Xalbador Garcia
XALBADOR GARCÍA (Cuernavaca, México, 1982) es Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y Maestro y Doctor en Literatura Hispanoamericana por El Colegio de San Luis (Colsan).
Es autor de Paredón Nocturno (UAEM, 2004) y La isla de Ulises (Porrúa, 2014), y coautor de El complot anticanónico. Ensayos sobre Rafael Bernal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015). Ha publicado las ediciones críticas de El campeón, de Antonio M. Abad (Instituto Cervantes, 2013); Los raros. 1896, de Rubén Darío (Colsan, 2013) y La bohemia de la muerte, de Julio Sesto (Colsan, 2015).
Realizó estancias de investigación en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, y en la Universidad del Ateneo, en Manila, Filipinas, en la que también se desempeñó como catedrático. En 2009 fue becado por el Fondo Estatal pJara la CulturPoesía, ensayo y narrativa suya han aparecido en diversas revistas del mundo, como Letras Libres (México), La estafeta del viento (España), Cuaderno Rojo Estelar (Estados Unidos), Conseup (Ecuador) y Perro Berde (Filipinas). Fue editor de la revista generacional Los perros del alba y su columna cultural “Vientre de Cabra”, apareció en el diario La Jornada Morelos por diez años.
Actualmente es colaborador del Instituto Cervantes de España, en su filial de Manila y mantiene el blog: vientre de cabra.