“y la hoja iba hacia la casa,
vacía del otoño, donde lo inaudible
se abrazaba con lo invisible”
José Lezama Lima
Ya no hay nadie en la casa, todos se han ido. Las habitaciones se arrepienten del silencio que borra la medida de los que estuvieron antes, alargando su presencia por pasillos baldíos que desembocan en el centro: patio interior con aljibe y azulejos rotos. Todo pertenece a otro orden, no a un mundo conocido. Las ventanas se abren a estaciones poco benevolentes y una lluvia copiosa llega sin preámbulo, simulando hundir la casa en su cimiente.
Primero desaparecieron los visitantes, después ellos. Anuladas voces, risas, palpitaciones del ocio y alguna lucidez ausente. Todo indica que sucumben en algo semejante a un pantano, un mosto de tiempo que le impide encontrar el centro: laberinto inútil de puertas; cada día un recinto menos, otra habitación se desintegra en el olvido.
Afuera el paisaje no es el mismo. Ha ido perdiendo orientación, no consigue saber en que punto de la casa está. Cree percibir algo acercando su recelo y su mutabilidad. Llega y las ventanas se cierran de sopetón.
Sólo la noche perdura, sin lámparas.
Lidia Elena Caraballo (Sancti-Spíritus – Cuba, 1968) Cursó estudios de Historia en la Universidad de Oriente, Cuba. Licenciada en Humanidades y Lengua y Literatura Española por la Universidad Internacional de la Florida. Cofundadora del grupo artístico Proyecto Setra y de la revista literaria Nagari. En 2012 publicó el poemario Ensō una selección de haiku y poemas mínimos. Sus textos han sido incluidos en diferentes medios literarios.