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Octubre 2013

LA MUERTE ME DA. Cristina Rivera Garza. Editorial Tusquets

La muerte me daNota introductoria                                                                                                                    Alejandra Pizarnik

Ganas de hacerme pequeña, sentarme en mi mano

y cubrirme de besos

(“ Eres el único hombre que puede entender : qué me gusta de este verso”

Correo enviado por mí a mi amante de Miami tras una noche de insomnio en septiembre de 2013.

Obsesionada por la mujer que mira de soslayo: Pizarnik, Cristina Rivera Garza, La muerte me da, la soledad y el otoño, impregnan esta extraña y sincera reseña que quiero compartir con ustedes. Lo que escriba a partir de ahora será ficción, engaño y realidad.

Reseña

Cristina Rivera Garza es una escritora mexicana a la que han otorgado premios de reconocido prestigio: el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero en 1997, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2001, el Premio Nacional de Cuento Juan Vicente Melo en 2001 y el Premio Internacional Anna Seghers en 2005.

Su producción literaria abarca distintos géneros literarios: novela, ensayo, poesía y cuento. Doctorada en Historia Latinoamericana, profesora de Universidad en Estados Unidos y México, ha publicado también distintos estudios históricos en varias revistas académicas del continente.

En la última edición de Nagari escribí una reseña entusiasta  sobre su libro, Nadie me verá llorar. Y elegí una segunda obra suya, con la esperanza de disfrutar una lectura placentera. Me equivoqué, no hay fruición en la lectura de La muerte me da, a no ser que gocemos con una historia mórbida y compleja como ésta. El título de la obra de Cristina Rivera Garza nace de una frase extraída de los Diarios de Alejandra Pizarnik:

“Es verdad, la muerte me da en pleno sexo”

La novela empieza con la muerte genital de hombres asesinados, cadáveres que  yacen  junto a  versos de Pizarnik. El primer castrado lo descubre Rivera Garza que encarna a una académica experta en la poesía de Alejandra Pizarnik.

Las primeras páginas se leen con un interés morboso que la autora provoca a través de un lenguaje acerado y críptico. La novela, en sí, es un puzzle de estilos y géneros literarios en el que se mezclan poesía, ensayo, personajes reales y personajes de ficción. Una vorágine de imágenes y palabras que te obliga constantemente a repetir la lectura.

Los diálogos, entre la Detective y el alter ego ficticio de Rivera Garza, versan sobre el “campo de acción de la poesía”; la escena del crimen es objeto de análisis literario y las pruebas no necesitan el método científico del FBI. La Detective y su ayudante Valerio tienen que descubrir al asesino descifrando  las pistas poéticas que acompañan a los cuatro  cadáveres:

Cadáver número 1,

Cuídate de mi amor mío

Cuídate de la silenciosa en el desierto

de la viajera con el vaso vacío

y de la sombra de su sombra.

Cadáver número 2,

AHORA BIEN: Quién dejará de hundir la mano en busca del tributo para la pequeña olvidada. El frío pagará. La lluvia pagará. Pagará el trueno.

A Aurora y Julio Cortazar.

Cadáver número 3,

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor

dice que tiene miedo de la muerte del amor

dice que el amor es muerte es miedo

dice que la muerte es miedo es amor

dice que no sabe.

Cadáver número 4,

Es verdad, la muerte me da en pleno sexo.

El libro se digiere con dificultad y reconozco que empecé entusiasmada. A medida que se sucedían las páginas crecía mi confusión. No acertaba a visualizar un hilo conductor …Me sentí perdida. La autora se expone al límite de su talento narrativo y confunde al lector. Por una parte, no se trata de una novela policiaca tradicional; los cadáveres castrados, no son más que una excusa para honrar una memoria. La escritora mexicana está enamorada de Alejandra Pizarnik. Y este sentimiento, me contagió su afecto por la poeta. Dos amantes de una mujer que provocó: una obsesión lasciva en sus poemas y sus textos en prosa.

Leí la novela de Rivera Garza y la edición de Poesía Completa de Alejandra Pizarnik al mismo tiempo como si fueran un único libro. Un extraño matrimonio de féminas audaces al límite de su genialidad. La reseña concluye con uno de los poemas que compartí con Él.

Alejandra Pizarnik me ayudó a silenciar la nostalgia de un Encuentro (titulo del poema)

Alguien entra el silencio y me abandona /Ahora la soledad no está sola/Tú hablas como la noche/Te anuncias como la sed.

Ángels Martínez

 

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