Roger Vilar, De otro tipo, México, 2016.
Al abrir el libro surge inusitadamente una pregunta clave para descifrar a la lectura de este libro que puede ser la siguiente: ¿será éste un lenguaje que se inclina por el delirio? Por inicio de cuentas, la respuesta debería ser afirmativa. Y la justificaré en el trayecto de esta reseña.
Aunque Roger Vilar (Holguín, Cuba 1968) muestra una solidez como narrador que le conceden sus libros anteriores: La era del dragón (1998), Habitantes de la noche (2014) no es sino en Una oscura pasión por mamá (2016) , donde adquiere un dominio absoluto de la narrativa; solo diré que cuando compren el libro y hagan el ejercicio de la lectura, se verán imbuidos en un discurso delirante paralelo al que propone la tradición europea en su novelística (Thomas Bernhard o Peter Handke serían un estupendo ejemplo).
En la novela (Una oscura pasión por mamá), el narrador visiblemente tocado por la esquizofrenia, funciona como personaje principal en la trayectoria hacia las honduras del inconsciente. Y ante los ojos del lector, resuelve ser un guía en el infierno, un Virgilio posmoderno de naturaleza apocalíptica. También es cierto que la novela no está del todo asociada con la locura, sin embargo, se delinea un hilo de Ariadna con el mundo de la noche y de los sueños, para ser precisos, una asociación con las pesadillas. Luego de ello, la siguiente pregunta aparece de pronto: ¿Quién sería absuelto de un dictamen psiquiátrico en esta novela?
Por otro lado, en su novela, Roger justifica la pérdida de las coordenadas (tiempo y espacio) y la desviación diegética por una magnífica causa toral: el caos de la psique. El único indicio que puede seguirse sin peligro es la trama que se desarrolla en trozos de recuerdos de una isla llamada Cuba en años futuros (¿Paradoja? No lo creo). Este sitio onírico se desgrana, se convierte poco a poco en un lugar sangriento donde la mutilación, la antropofagia, la perversión y el delirio crean una atmósfera opresiva en un sitio abandonado hace siglos. Nadie sabe qué ha pasado para llegar a esta opresión producto de esa pesadilla (no es gratuito el epíteto), se va describiendo un sitio infernal. No existen calles bien trazadas, no existen formas cercanas a las costas, no existen palacios ni muros sin derruir. El vacío es un lugar común, olvidado quizá por un acto de voluntad individual más que por el ejercicio de las palabras, hasta aquí nos deja una sensación desoladora.
Bien afirma Bachelard que el subconsciente se asocia con las representaciones oníricas del agua; difícilmente, alguien que delira puede soñar un mar en calma o un lago sin ondas. Es el caso del narrador personaje de Una oscura pasión por mamá. No desiste de hacer una caminata permanente por los escombros de una isla que ha perdido toda posibilidad de vida: el agua no es potable, el aire casi no se puede respirar y los hombres se devoran entre ellos como animales carroñeros.
Se puede pensar que en este libro sui generis, se desarrolla una obra desprovista de las exigencias tradicionales de la novelle (género menor en narrativa). Aunque Roger acepta, en alguna entrevista publicada en medios digitales, seguir la tradición de autores como Reinaldo Arenas (Celestino antes del alba o El mundo alucinante) o José Lezama Lima (Paradiso), rehúye finalmente del canon en un ejercicio profundamente experimental. La literatura cubana ha sido transgredida por el delirio y nuestro autor no es la excepción; no en vano, Roger llegó de un territorio allende el mar, de una ínsula muy parecido a la que se menciona en la obra, lo que no es seguro es que haya traído consigo una serie de ideas de la literatura occidental como el canon literario. Todo lo ha aprendido al llegar. Lo que parece revelador, en esta novela, es el terreno experimental que pisa logrando muy buenos resultados en su arquitectura final. A pesar de estar íntimamente relacionada con la literatura fantástica, Una oscura pasión por mamá tiene sorpresas que rayan en lo absurdo y lo grotesco que no estoy dispuesto a anticipar.
Sin resolver la supuesta perennidad de esos signos, Roger recurre al psicoanálisis y a su representación en el delirio, para lograr materialmente, la muerte del tiempo y el espacio, en la descripción de los personajes: la madre, el hijo y Eleonor. Su novela busca un refugio dentro de la tradición literaria de México: la técnica elíptica, nos recuerda fácilmente al libro Farabeuf de Salvador Elizondo. Aunque puedo hacer mención de algunos otros escritores mexicanos de la generación de los años cincuenta para ello, no me comprometeré a hacer dicho trabajo y dejaré al futuro lector crítico este papel.
Finalmente, regresamos a aquella lejana pregunta que permanecía en el aire “¿Quién será absuelto en este mundo de un dictamen psiquiátrico?”; la respuesta sería difícil de primera impresión y no podría resolverse aún sino a través del paso del tiempo. Éste es el caso de una buena novela.
ENTREVISTA A ROGER VILAR
¿Tienes alguna influencia de la literatura europea posterior al Existencialismo?
A mí me parece que no, el tono, el estado de ánimo que recorre “Una oscura pasión por mamá”, más bien se parece a una novela existencialista. Me viene a la mente la novela “El extranjero”, de Camus. Pienso que “El extranjero”, puede ser clasificada como una novela existencialista. Otra novela europea que recuerdo cuando me preguntas por “Una oscura pasión por mamá” es “La muerte de Virgilio” de Hermann Broch, pero en un sentido distinto que “El extranjero”, más bien en un sentido formal, en el sentido de que la manera en que está redacta dicha obra provoca la sensación en el lector de que el tiempo se ha detenido. Y en “Una oscura pasión por mamá” traté de crear o producir la sensación de que el tiempo está estancado, al menos en el nivel diegético.
¿Conoces la obra de Peter Handke, Thomas Bernhard o Roberto Calasso?
Sólo la de Thomas Bernhard, pero la leí hace muchos años, no creo que haya influido en “Una oscura pasión por mamá”. Yo pienso que las novelas que precursan “Una oscura pasión por mamá” no son europeas, sino latinoamericanas, y son fundamentalmente cuatro: “Pedro Páramo”, de Juan Rulfo; “Celestino antes del alba” y “El mundo alucinante”, de Reinaldo Arenas. Incluiría también, aunque de manera no tan fuerte, a “Paradiso”, de José Lezama Lima.
¿Podrías mencionar alguna obra de S. Freud que haya influido en tu novela?
Sí, muchas, soy un admirador y lector de la obra de Freud, pero sobre todo la que más tiene que ver con mi novela “Una oscura pasión por mamá” es “La interpretación de los sueños”, y la idea freudiana de que el inconsciente es atemporal, pero está idea está en casi toda la obra de Freud y de otros psicoanalistas.
¿Reconoces que tu obra carece de coordenadas de tiempo y espacio concreto?
Sí, por supuesto. No es Cuba, aunque se refiere a Cuba. Ni es la década del noventa, cuando la crisis alimentaria, ética y política abatía de manera catastrófica a la tierra donde nací, no es exactamente la década del noventa, pero esos años si son el punto de referencia. El tema que yo abordó en “Una oscura pasión por mamá” lo aborda con coordenadas precisas en el tiempo y en el espacio el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez. Yo trabajo en el mismo material narrativo en que trabajó Pedro Juan, pero lo hago desde una perspectiva interior y onírica, lo cual provoca la atemporalidad. Es una catástrofe irreparable, pero no es exactamente la catástrofe de la Cuba real, es en cierto sentido mi propia catástrofe interior.
¿Tu novela busca transgredir el género novelístico?
No, por la simple razón de que mi novela es una novela escrita en el Siglo XXI, una época en que ya hace muchos años que se hizo lo que yo hago en “Una oscura pasión por mamá”. Además, pienso de que ya no hay ninguna manera de transgredir el género novelístico, la novela regresó, como hace muchas décadas dijo Mario Vargas Llosa, al objetivo inicial: contar una buena historia de la mejor manera posible.
¿Consideras tu novela una antinovela?
Tampoco. Probablemente habría sido una antinovela en 1920, pero no en el Siglo XXI, siglo en que fue escrita y publicada.
© All rights Miguel Tonhatiu Ortega
MIGUEL TONHATIU ORTEGA 1/07/1979 Lic. Letras hispánicas.Posgrado en Literatura Mexicana del siglo XX. Ensayista, narrador y poeta. Publicó el libro de relatos El Mal, (Fridaura, 2010), participó en Antología “Cuentos desde el sótano” en el año 2015; aparece en 2016 el libro de poemas Canto para domar serpientes en editorial Pasto; su novela Otra Lluvia ganó mención honorífica en el VI Premio Nacional de novela negra en el 2012.
Ha hecho colaboraciones para las revistas electrónicas: Salvo el crepúsculo; Sea breve por favor; Gente today; Radiador Magazine, Jus, Letra Franca y Horizontum.