Nunca estuvo el periodismo más cerca de su deceso natural, tal como se entendió en sus orígenes, como ahora que hay tanta variedad de él en todos los medios. Y, aparentemente, no hay causa directa que pueda determinarse en su diagnóstico. Ha habido cientos de estudios sobre el impacto de la red en el medio y la decadencia del papel en las nuevas generaciones…Pero lo más importante, a mi entender, no es el origen sino los cambios de modelo a la hora de buscar las fuentes, investigar y desarrollar la noticia, los modos y medios de publicar y el proceso final: la forma de abordarla el lector, integrarla y producir lo que, en verdad, quiere todo buen periodista o editor de medios: la modificación del pensamiento o conducta una vez estudiada o analizada la noticia y su interpretación en su contexto. (No voy a engañarme: si después de ojear este artículo no les he convencido que hay que leer menos, no habré conseguido el designio que pretendía).
De las puntualizaciones fruto de la experiencia de mi padre en 1960 para obtener mejores resultados académicos en Barcelona, a la googuelización de “cómo conseguirlos hoy” con mi hija en el colegio universitario de Miami Dade donde acude, hemos pasado por un largo viaje de modos de ofrecer la información. Si entendemos por información, en este caso, como los contenidos generales de un sujeto en cualquier materia. E incluyo, como ven, tanto la información para el desarrollo personal, como la noticia de impacto que pueda decantar, a través de un telenoticias, un voto electoral en nuestra comunidad.
Las indicaciones verbales obra de la experiencia de los demás, la compra de un libro sobre el tema, la información puntual en manuales, revistas o diarios impresos, la radiodifusión, televisado o cinematografía de la demanda periodística que uno pide, hoy por hoy, la suma de este todo que sucede o ha sucedido en una pantalla, es decir, la enciclopedia inherente que es la propia Internet: nos proporciona el recorrido para ver donde nos ubicamos en este tema.
Y la respuesta es muy sencilla nos encontramos en otra esfera de lo que es hoy las fuentes de información. Qué y quién decide lo que hay ya no es prioritario y menos determinante. La información puede venir de distintos conductos. No hay culpables, ni malas orientaciones, ni manos negras en el asunto a pesar del imperio mediático de Murdoch o Berlusconni o del propio veneno que, a veces, se difunde en la telaraña que se teje en las redes sociales.
La información ha perdido su uso. Se ha compartimentado a tal punto o, mejor dicho, su función de crecimiento, cambio o permanencia en nuestro pensar, dista tanto que su acumulación nos indigesta. Incluso su lectura diáfana y bien elaborada o el modo de degustar sus contenidos a la falta de tiempo para disfrutar el tiempo de goce anula su función principal.
Pues bien, hoy, para una persona que se le privó de cierta información académica como periodística porque vivió una dictadura en su infancia española. Y para tantos otros colegas míos que celebraron juntos el día que la misma se derrumbó. Tengo que anunciarles que la información que tengo que decodificar diariamente para que sea útil en mí…no me compensa el almacenarla con culpabilidad en mi yo imaginario. Conclusión: voy a leer menos sin celebrar, por ello, la muerte de la lectura en mi proceso personal hacia la vejez. ( …que un gran amigo mío me perdone, cuando le devuelva los libros sin haberlos abierto…de corazón quiero que me recuerde como un gran lector).
Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya) es licenciado en Lengua y Literatura Española por la Universidad Internacional de la Florida Summa Cum Laude. y Master en Spanish Journalism por FIU. En la actualidad es Editor de Contenidos en la Revista Nagari y trabaja como curador de arte independiente para varias instituciones (CCE, MDC, Books and Books). Ha publicado sus poemas, así como algunos ensayos críticos sobre cine, arte y literatura en diferentes revistas y blogs. ( El proyecto Setra, Tumiami, Telaraña, Encuentros, Arte al Día y Nagari).La lírica del crápula y La mujer de Brickell,inédito, sobre la poética que encierra Miami, son sus últimos libros.