Cayó por la pendiente escarpada de su existencia hasta quedar trabado entre dos piedras. Inmóvil, azotado por el viento, derretido en el fogaje del mediodía, escarbó con los dientes de sus raíces en la grieta protectora y alimentándose solamente de rocío, creció cual árbol en la ladera vertical del precipicio.
Descubrió en los dibujos de sus manos, mapas centenarios de países presentidos; instrucciones y leyendas escritas en cada uno de los dedos. Entonces el universo abrió el arca donde guarda sus marañas, derramó el asombro en una noche desierta de luceros, y lo cubrió con un negro más negro que todos los negros. Un negro absoluto de terciopelo sin sombras, ni reflejos que le dieran matices.
Cerró los ojos para imaginar los pueblos luminosos marcados en la brújula de su pecho. Pero un silencio sin sonido, un silencio total lo llenó de espanto. Sintió el latido de su corazón atemorizado, al detectar el rotar de las galaxias atraídas al abismo misterioso que las devora en su mismo centro.
Se estiró como un rayo de luna, hasta zafarse de la estrecha hendidura donde habitaba el árbol de su vida. Navegó a tientas por el empedrado del cielo siguiendo el rumbo de su cuadrante interior. Atravesó nubes y mares hasta llegar al norte turbulento y desde la cumbre del miedo, se tiró en su paracaídas rajado.
Aterrizó en el tiempo nuevo de las ciudades fulgurosas.
© All rights reserved Ana Kika López
Ana Kika López, escritora y pintora. Actualmente escribe su sexta novela. Nacida en Cuba, reside en Miami, Florida. email: soykika@gmail.com