Nada duele.
Solo el corazón
Y cuando no duele, esperas cuando dolerá de nuevo.
Wislawa Symborska
Esperar. Resulta el invisible asesinato del tiempo.
Cuchillo invisible del instante.
Manecillas del reloj estaqueando el momento. Y este puede ser deseado o no.
Las esperas se dan, inmóviles sobre una silla, frente a una taza que se enfría, o bien, junto a un teléfono olvidado que no suena más.
La vida corre, discurre y escurre, así:
esperas a la noche para poder dormir
la hora del almuerzo
y una cita imprescindible con las nimiedades.
También, existen las esperas impacientes y sacudidas por el ansia del deseo.
En esta poco recomendable vida, siempre se espera a que cesé el dolor, sin importar el precio.
En la condición humana esperas crecer o el futuro o la vejez siempre la muerte podrida.
Y yo sentada ahora en esta banca: Espero
Las bancas de los parques siempre son incomodas, primero por su infame diseño del siglo XIX quizá XVIII donde las cornisas y las volutas de hierro frio quebrantarían la espalda de la mejor gimnasta olímpica y destrozarías el mejor trasero de cualquier modelo Dior, Channel y Praga.
Segundo: Debido a su condición de intemperie y su horrorosa adhesión al suelo de cemento. Tienen la imperiosa ubicación de estar lejos de la sombra de los árboles y cuando llueve, el agua se estanca en cada pliego de hierro. Debajo de la banca se forma un tedioso charquito que travieso sube por los pantalones que resuman agua, al igual que los zapatos, vaticinando una gripe de infierno.
Como se ve: las banquitas de los parques chicos y grandes están mal relacionadas con el clima. Sea este, cual fuere.
La condición que me amara a la espera en estos momentos es circunstancial y:
a) Espero que abran alguna tienda para comprar objeto cualquiera y quizá extraño.
b) Espero por él, para que con su figura ajena haga algo lindo por mí. Me rodee con esos dedos largos como de guitarrista profesional y no el amateur que realmente es. Un abrazo, una mano sobre mi rostro. Sensación segura.
c) Espero que pare la lluvia esta tarde soleada. Gotas colándose por entre las hojas. El piso del parque. Olor a tierra y grito mojados.
La fuente que nunca encienden ahora como juguete. Llena, rutilante estancada hasta los bordes. Agua de lluvia pertinaz.
d) Espero acabar el libro que sostienen mis manos. Si gustas, puede ser un diario. La condición del objeto que sostengo es que deba tener interesantes letras:
1) Una novela sobre un infante que escapa de sus padres : Subiendo a los arboles y no queriendo bajar nunca.
2) Los poemas de una señora extranjera
3) Cuentos mexicanos violentos
e) Espero hallar un viejo amigo como de improviso
f) Espero poder escribir, sin que las risas de aquellos niños rompan mi dispersa concentración.
g) Espero que abran la librería cercana para hojear los libros que deseo comprar.
h) Espero por aquella ardilla que trepa por el árbol con olor más viejo, que se detenga un instante, dos segundos, lo que dure el flash.
i) Espero que el mesero del café, que esta e medio del kiosco. Ese kiosco, tan en medio, tan campirano. No interrumpa con una ocurrencia digna.
-¿Más café-azúcar?
j) Espero recuperar los recuerdos de mi infancia. Cuando todo era claro. Sin tanta tinta regada, tan simple como el juego. De mi sonrisa persiguiéndome los pasos. Y el cuerpo no dolía. Y no esperaba en los parques, porque nunca me sentaba en las bancas.
k) l) y m) Espero no desesperar con una vida lenta o meticulosa, perfectamente bien calculada como la coraza del caracol.
No enumerarlo absolutamente todo.
Esperar otra espera, ajena a esta.
Y bien, esta la tarde, la noche, la mañana apacibles y una chica sentada en la banca incomoda del parque.
Su cuerpo permanece
Su cabeza permanece
Su mano permanece…
En ese cuerpo suyo y tan extranjero.
Una sensación como de insecto, como aquellos insectos que también esperan,
Insectos negros como el abismo de un ojo, del foso, pesadilla de gusano y muerte.
Con sus 6 u 8 o mil patitas adheridas al pasto que migran al cemento, que trepan a la banca que suben a la tela de tu ropa.
Que te provoca una risa convulsiva la sensación de ciempiés recorriéndote toda.
Que un bicho de esos, extraños. Escarabajo negro de cuerpo aplanado con ese tatuaje rojo al medio del cuerpo siempre distinto, un poco como tú huella dactilar. Un escarabajito se aventura tu epidermis. Dermis tostada por el sol, ese sol de recuerdo en las vacaciones pasadas en tierra precolombina. De las que ahora conservas un siniestro y boreal recuerdo. Dermis cicatrizada por el roce de sus dedos, que están pero ausentes y mancillándote toda.
Piel.
Tú carga y tú contacto con el mundo
Exterior-interior
l’autre
-Mon amour de l’autre, toujours l’autre
Tu piel
Su piel
El escarabajito subiéndote por el hombro, bajando por el brazo desnudo.
El escarabajito que espera encontrar aventura interrumpe tu espera.
Y tus ojos- ¡Maldito espejo fractal!
¿Hace cuanto dejó de reflejar?
¿Hace cuanto?
Parce que ? tant d’il y a temps ?
Tanto tiempo porque ya:
n) No te tengo. El tiempo nos perdió en ese mismo espacio en el que
ñ) No tengo sueño. Perdí ganas de dormir ¡Hace tanto y tanto! Las rutinas asfixian, quitan aliento, pasos y vida.
o) El amor es una mentira que terminamos abrazando de rodillas.
p) No sabrás conocerte, ni reconocerte
q) Que miedo admitir que existo porque me recuerdas. Es una motita de polvo que esta esperándote en la esquina de tu casa.
r) Encontraste un amor, idéntico, hermético y cerrado como el nuestro. Pero en otro/otra
Fue un escarabajo trepando por la jardinera y que llegó a tu hombro, tu espalda.
-Espera ¡Tienes un bichito en el cabello!
Las campanas de la iglesia han dejado de respirar. Alguien robó la cuerda que producía su sonido hueco. La invitación al sermón marchito.
Un musgo, liquen húmedo trepa por tu pantalón.
El reloj de ese Kiosko se detuvo. Su insano golpe de minutos, también.
Un insecto más.
Tu piel se mantiene ajena a esa picazón.
Y aunque pretendas haber erradicado a todos los escarabajos que se enciman uno sobre otro, debajo tú. Ese millón de patas sobre la piel. Dorada. Lisa. Tan dada a lo exterior. Al pesado exterior.
s) El delirium tremens de los insectos recorriéndote se extendió desde tu hombro, pasó por tu ropa y se detuvo ante las baldosas rotas por el paso del tiempo.
t) El paso del tiempo: que mata a diario inconscientemente. Hoy has perdido un día.
u) Ha derrumbado el edificio de la esquina
Llegó la maquinaria.
Concluyeron que derribarían lo roto.
Con precario cuidado, moldearan todas las fisuras, en cada pared, en cada puerta cerrada, en cada ventana imaginaria.
v) El pequeño parque se resquebraja
Los insectos siguen construyendo:
Su césped interior
Una gran urbe de hormigueros
Poderosos escarabajos lidiando con sus pasos y sus huellas.
w) La banca de hierro se ha vuelto discontinua.
Atemporal.
Está podrida, podrida, podrida.
x) La mujer de la banca tiene sus manos sobre: el libro, el amante, y la cámara fotográfica.
y) De tanta espera uno se puede llegar a morir
-Tanta espera mata-
Dice un niño que lee el epitafio del nuevo cementerio
z) Esperar a vivir
Esperar amar
Esperar cerrar los ojos. Soñar.
Esperar la muerte, el paso del tiempo, el liquen, los escarabajos negros.
Este nuevo cementerio antes fue un parque.
Y todos los días y tardes, sin día o tiempo: alguien esperaba de por vida.
Acabo muriendo.
Ahora concede deseos.
Todo consiste en sentarse en la vieja banca de musgo, que se oxida y que también se muere.
-Si en la calle donde entras el cementerio.
Te sientas un rato a contemplar el aire, la tierra, incluso algunos insectos.
-Si tienes paciencia y esperas, con toda el alma, como la vez primera con vuelcos en el corazón suceden cosas:
Escribes algo realmente bueno.
Recoges a un viejo amigo.
Respiras más claro.
Tomas un instante precioso.
Tienes la mejor charla de tu vida.
También dicen que entre tanto musgo y tierra apilada, y oxidación y tiempo cuesta trabajo encontrar aquella banca de la espera con sus deseos.
© All rights reserved Andrea Herrera
Andrea Herrera (Puebla, 1991) Es estudiante de lingüística y literatura hispánica por la BUAP. Ha participado en diversos congresos sobre literatura mexicana, teoría literaria y como creadora.
De los congresos se pueden mencionar: El 9 CONEL 2012, Canon de mujeres 2012, Poética y retórica 2012, La muerte tiene permiso 2013 y 2014, Congreso de poética: poesía y academia: coincidencias y disidencias 2014, entre otros.
Como poeta, cuentista y ensayista ha publicado en diversos dossiers y revistas de corte literario.
Su última publicación fue en la revista “Crítica” de la BUAP
También se desempeña como docente de literatura a nivel bachillerato y preparatoria.