Muerte del Mayor General Serafín Sánchez, óleo del pintor Francisco Rodríguez
El presente trabajo inicia una serie de reseñas historiográficas de algunas obras representativas de la época que abarca desde los albores de La Primera República hasta los subsiguientes años de vida republicana en Cuba. Como escritor independiente, creo necesario adelantar que mi enfoque evita a toda costa sumarse a la corriente revisionista de carácter peyorativo que, persiguiendo otros fines, puebla la abundante producción reseñadora de recientes décadas. Me mueve el interés de re-visitar desde una óptica literaria, ciertas aventuras narrativas enmarcadas dentro de un período que, como cualquier otro, poseían una peculiar variedad de elementos estructurales, a veces quizás carentes de alguna deseada perfección, en términos de concepción y estilo. No obstante, resalto en conjunto un amasijo de factores desapercibidos o conscientemente sepultados que merecen tenerse en cuenta. Sin impulsarme en tanteos críticos profundos, y en busca de un justo reconocimiento en las esferas de investigación, exploro los esfuerzos creativos de algunos de los autores pertenecientes a aquel período en ciernes.
La novelística de Emilio Bacardí Moreau (1844-1922), junto a los miembros de su generación, se entronca en los pilares embriónicos de la cubanía. Con intencionalidad inquisitiva, el autor se enfrasca en una aproximación (digamos que hasta cierto punto reincide en la actitud de Jesús Castellanos), a lo que podríamos llamar una globalización del acontecer histórico de su tiempo. La trama de su novela Vía Crucis (1910-1914), que relata las cuitas de la familia Delamour, se desarrolla con la Guerra de los Diez Años (1868 a 1878) como trasfondo. Bacardí intenta y logra dejar constancia de su cosmovisión desde las postrimerías de la colonia hasta el alumbramiento de la República, siempre haciendo alusión directa o indirecta, a aquella campaña bélica. Es un hecho confirmado que esta guerra independentista fue de suma importancia para fijar los fundamentos de la nación. La contienda dejó, sin embargo, y el autor así lo testifica, huellas imborrables en el acontecer cubano: afectó tremendamente la industria del azúcar, adormeció las esperanzas de independencia, quedando un saldo de doscientos cincuenta mil muertos en las fuerzas insurrectas.
El texto de Emilio Bacardí Moreau se pasea por el período que evoca y con frecuencia se manifiesta clara y enfáticamente contra el sistema colonial imperante: “La esclavitud era una cosa natural. El desarrollo relativo de la industria, el movimiento comercial enviando a lejanas tierras café y azúcar, la alegría de las gentes, la paz octaviana que reinaba en el país, eran los brillantes andrajos con que la Isla de Cuba encubría la lepra social en que está asentada su prosperidad.” (21)
Quizás se deba a su desarrollado sentido de la historia, la tendencia a brindarnos una visión casi exacta de su realidad, que incluiría, entre otras cosas, una incipiente introspección y un querer definir “lo cubano”, en el concepto de la tradición anti-española que ya se había formado en la época decimonona que tan eficazmente retrata la novela: “La canción “el Siboney” fue un signo de reconocimiento que con toda intención se cantaba en todas fiesta: la estrofa ‘guirnaldas de flores, de rojos colores: azules y blancos,’ se decía bajito.” (160)
En Vía crucis, participamos del inicio de una toma de conciencia que vemos necesaria, a expensas de que a veces desemboca en la creación de muchos de los mitos que, para bien o para mal, aún subsisten en el acervo popular. Para esto se vale Bacardí de un sentido muy peculiar, un gusto sin igual por el detalle en las descripciones: “El camino que se dirige a ellos varía de nombre, según los trayectos, y se llama del Caney, desde la ciudad hasta llegar a ese pueblo; luego toma por el de Escandell, desde el Caney hasta llegar a la meseta en donde está situada la tienda del catalán Escandell, y en el cual lugar se bifurca en dos sendas que conducen: la de la iquierda a Ti-arriba, y la derecha al Ramón.” (370
El suyo es un afán elusivo que insiste en mantener los personajes en una especie de “zona neutra” dentro del espacio narrativo, que sin embargo logra transmitirnos su incursión en lo que podríamos llamar la dimensión del arte, eficazmente fusionada con el contexto histórico, del cual no se escapa, entre otras cosas, la situación del negro: “Juan, al llegar a la población, se había presentado al síndico, quien, según lo ordenado, le había dado papel de venta valedero por ocho días, hecho que se comunicó a Hean Pierre Bonnneau. Juan fue valorado en cuatrocientos pesos, con todas tachas, vicios y enfermedades, a uso de feria, huesos en costal y alma en boca.” (87)
Movidas por un sentimiento anti-esclavista y anti-colonialista, las descripciones de su protagonistas son tajantes y crudas, como se ve en este pasaje: “Jean Pierre Bonneau era el tipo original de dos contradicciones: esclavista, bárbaro con los negros, era materialista, ateo y revolucionario hasta la médula de los huesos; republicano enraged, su puño al enemigo imaginario.” (40) O como resalta en este otro: “Y, sin embargo, era el tirano de sus esclavos; aberración del sentido humano reproducida constantemente: el anarquista en Europa era esclavista en América; los efluvios salinos del Océano, como incrustándose en el individuo por el interés egoísta, formaban como una cubierta a las ideas de libertad” allá todo expansión y justicia, acá todo restricción y despotismo.” (41)
El autor no vacila en insertar constantemente referencias, a veces de primordial importancia: “con varias alternativas habíase llegado el año 1872, y al terror de las armas había que agregar el terror de la peste: el cólera diezmaba a españoles y cubanos, y en el campo y en la población se cebaba indistintamente en ellos.” (247) Otras, en ocasiones en que estamos embutidos en la trama, lo mueve la necesidad de ubicar temporalmente al lector: “Los voluntarios saqueaban la imprenta de El Diario de Santiago de Cuba: moría el antiguo periódico El Redactor, y nacía de sus ceniza La Bandera Española.” (160)
Deduzco entonces, que Bacardí sigue siendo el gran observador, el cuasi-científico de toque realista-naturalista que sabe y puede impactar: “Desenvainó el machete, partió en dos la cabeza del fiel León, y montando de nuevo a caballo, partió al galope, dejando abandonados los restos de su esposa e hijos […] La ferocidad implacable del futuro coronel Cintra se determinaba por aquel horrendo sacrificio de su familia: una compañía de batallones de tropa regular en campaña había pasado por La Macotuda hacía tres días.” (246)
Recapitulemos: la novela de Bacardí se presta a muchas lecturas. Es muestra fehaciente, como sucede con Castellanos, del inicio de una conciencia, de un re-encuentro con una nación en crisis, pero sin duda, y en esto estriba su importancia, un replanteamiento de cómo se escribe la Historia.
Bacardi Moreau. Vía Crucis.
Linkgua Ediciones: Barcelona, 2014
© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez
Héctor Manuel Gutiérrez, Miami, ha realizado trabajos de investigación periodística y contribuido con poemas, ensayos, cuentos y prosa poética para Latin Beat Magazine, Latino Stuff Review, Nagari, Poetas y Escritores Miami, Signum Nous, Suburbano, Ekatombe, Eka Magazine y Nomenclatura, de la Universidad de Kentucky. Ha sido reportero independiente para los servicios de “Enfoque Nacional”, “Panorama Hispano” y “Latin American News Service” en la cadena difusora Radio Pública Nacional [NPR]. Cursó estudios de lenguas romances y música en City University of New York [CUNY]. Obtuvo su maestría en español y doctorado en filosofía y letras de la Universidad Internacional de la Florida [FIU]. Es miembro de National Collegiate Hispanic Honor Society [Sigma Delta Pi], Modern Language Association [MLA], y Florida Foreign Language Association [FFLA]. Creador de un sub-género literario que llama cuarentenas, es autor de los libros CUARENTENAS, Authorhouse, marzo de 2011, CUARENTENAS: SEGUNDA EDICIÓN, agosto de 2015, y CUANDO EL VIENTO ES AMIGO, iUniverse, abril del 2019. Les da los toques finales a dos próximos libros, AUTORÍA: ENSAYOS AL REVERSO, antología de ensayos con temas diversos, y LA UTOPÍA INTERIOR, estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato.