Aprendí,
en la fraternidad de los árboles,
a reconciliarme,
no conmigo:
con lo que me levanta, me sostiene, me deja caer.
Octavio Paz
Reptiles
Cocodrilo
(Crocodylus acutus)
Debajo de la panza se extienden las memorias. Las escamas aprisionan el futuro de la ría.
No hay como acercarse al resoplar de fauces, para sentir el poder de la mandíbula, acerado precipicio del terror.
El cocodrilo nunca descansa: flota su destreza y renueva remolinos al atrapar la muerte.
Nauyaca
(Agkistrodon bilineatus)
Silenciosa, llevas la muerte atorada en los colmillos.
La escupes cuando sientes la invasión intimista recorrer la senda de tu refugio.
Enroscas el cuerpo sobre el polvo, buscando la venganza de la muerte niña.
Cascabel
(Crotalus durissus)
Bajo la sombra de los árboles, al levantar el polvo del camino, cuando el sol vomita dolor sobre la espalda del trabajador del campo, ahí espera la muerte, enroscada, agitando la sonaja, llamando a la tristeza para lamer su herida. Ahí esta la muerte cubierta de escamas, ahí esperan en la rapidez de la mordida. Ahí queríamos llegar para calmar el espíritu en esta invasión de selva.
Iguana
(Ctenosaura similis)
No se queman las panzas las iguanas por la voluntad de ser plazas de sol entretenidas en los ramajes del zapote.
Ni se quejan si los insectos pierden el ritmo de su vuelo de hambre.
Las frutas ilusionan la lengua.
En escamas verdosas la iguana guarda espacios de agua para los días de calor.
Tortugas
(Terrapene carolina)
Detén el tiempo sobre el carapacho, roca,
voluntad de polvo.
Arrastra la mirada de los huracanes.
Entierra el odio evolutivo.
Ríe la burla de transgredir la muerte.
Permanente pretérito en los escudos de su concha.
No pueden olvidar cómo crecen gota tras gota las estalactitas.
Acumulación de arena, extinción del Hombre.
Recuperar el polvo de la noche
que se vierte sobre la lengua de la tortuga
y su sequedad en los gemidos de su boca quieta.
Polvo y polvo.
Mancha en mancha.
La silueta de los cedros detrás de su caparazón.
Y adentro del agua
el silencio retenido de la lengua.
¿Hasta cuándo miraré tu fauce
cerrada sobre el filo de la luna llena?
Tortugas carey
(Eretmochelys imbricata)
Antes que las mareas arruinaran el destino de permanencia en la profundidad, y la agonía por el deseo de ahogarse se disolviera, tu rencor por el aire era difuso.
Pero el milagro de los castigos divinos recomendó a la muerte cumplir la penitencia de regresarte a tierra y traer los huevos, cada ciclo de tormentas.
Remontar la playa para depositar las crías en esas oquedades que atraen el hurto y la fiesta del Humano.
No hay que perder la voluntad histriónica de la tragedia.
Desde encender los nidos, perseguir la luna, arremeter oleajes, esquivación de garras y picos. Arrastrar por años, lustros, el miedo de ataques contra la voluntad: sobrevivir las extinciones y la mirada hambrienta de las gaviotas y su revolución de alas. Competir contra los tiburones por el espacio de arena y vida. Arremeter bajo la sombra de la marea roja, atisbar la vida del oxígeno.
Vuelves cada año a dejar tus lágrimas de sal sobre la inhóspita duna que erosiona: erosiona hasta la laja.
Anfibios
Ranas
(Tripion petasatus)
Escondiéndose del sol,
bajo el musgo de las piedras,
las ranas traman
el ataque de la lluvia.
Salamandra
(Bolitoglossa yucatana)
Que importa que las rocas se llenen de musgos, que importa la lluvia agitando las ramas de la enrarecida floresta; bajo los helechos nos convertiremos en agua, beberemos nuestra transparencia y la luna quemará nuestro recuerdo Humano, para habitar junto a salamandras.
Invertebrados
Libélula
Agitar los élitros sobre las charcas.
Dibujar siluetas a través de la lluvia
y sus prismas:
inquietantes giros del sol.
Termitas
Es el destino lodo y hojarasca.
No es que no se quemen de angustia con la creciente, con la marejada.
Ni es que de la lluvia se cuelgue el infortunio.
El termitero recogerá la vida de colonia.
No hay por qué preguntarse sobre el Comunismo: el imperio siempre es más atento que la negra calamidad de compartir destinos colgados a la sequedad en la corteza de los mangles.
Hormiga
Es pérdida de tiempo arremeter contra la tierra. Perseguir los túneles que transportan almidón del mundo hacia la entraña.
Esa transformación de carne y proteínas, diminuta fuerza, orden, certeza, voluntad en el recorrer la ruta trazada por los ingenieros y los inspectores que anuncian bajo el látigo del ácido fórmico los sueños de la Reina.
Crecen las guaridas y las mandíbulas silencian la mordida certera.
A través de las hormigas
escapan pedazos de la Humanidad.
© All rights reserved Adán Echeverría
Adán Echeverría. Mérida, Yucatán, (1975). Premio Estatal de Literatura Infantil Elvia Rodríguez Cirerol (2011), Nacional de Literatura y Artes Plásticas El Búho 2008 en poesía, Nacional de Poesía Tintanueva (2008), Nacional de Poesía Rosario Castellanos, (2007). Becario del FONCA, Jóvenes Creadores, en Novela (2005-2006). Algunos de sus libros son La confusión creciente de la alcantarilla, En espera de la noche; libros de cuentos Fuga de memorias (2006) y Compañeros todos (2015) y las novelas Arena (2009) y Seremos tumba (2011). En literatura infantil ha publicado Las sombras de Fabián (2014).