La ciudad del silencio.
III
Cuando todos se han ido
y la ciudad se quita la prisa,
solo queda el sonido mudo del desvelo,
el ronquido manso de los árboles,
el frío ancho de las aceras,
el juego arriesgado de las sombras,
el baile mortal de la calma…
Cuando todos se van,
la noche es una confesión hermosa
que grita desde una ventana,
o que salta desde el silencio…
Cuando todos se van,
las calles se entregan al extravío de las formas,
las casas se miran para adentro,
y la soledad llena todas las copas..
A un rincón de la espera.
VIII
¿Dime tu, que es, mi pequeño corazón doliente:
una promesa colgada del aire,
que son dos o tres palabras sueltas, amables,
venidas del pábulo de la muerte?
¿Qué son estas líneas delirantes,
teñidas de visiones complacientes?
¿Y este incendio cautivo de instantes,
que es, mi pequeño corazón anhelante?
El libro de las caras…
Son luciérnagas agujereando la opacidad del tiempo,
saltando desde el otro lado de la soledad, procurando un gesto que avale el día,
una palabra que reconforte el hastío, que calcine la insondable quietud.
Almas prestas al reino gélido del silencio,
solicitos de abrazos, implícitos en su escasez,
ávidos de miradas redentoras, de manos repartiendo salvación.
Oh raza de solitarias estelas, de ausencias interminables, de espacios inagotables…
que azarosa fatalidad te cierne las horas,
qué lagrima voraz te moja, desde cuando las señas son tumbas para el cansancio?
José Alfredo Aráuz (Ares). Músico y poeta radicado en Miami. Colaborador en medios culturales locales, como las revistas Sub-Urbano y Nagari, donde además fue ganador de la sección jóvenes creadores para la sección de poesía Péndulo. al3.jose@gmail.com