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Diciembre 2024

LA BARCELONA DE SALVADOR DALÍ. Museo Dicesano de Barcelona. Comisario. Ricard Mas. Eduard Reboll

 

 

 

La Barcelona de Dalí no es precisamente una urbe bajo el surrealismo propiamente dicho, donde su arte se impregne o sea creado en sus telas. Es una metrópoli de sucesos y visitas a diferentes puntos, donde aquel ampordanés que nació en la prestigiosa y querida villa de Figueres, rememora sus inputs y sus visiones a través de  aquellas distintas y variadas estancias durante su recorrido vital por la ciudad.

Podríamos empezar y entender la razón porque en este lugar fue tan importante para él. Exclusiva es la respuesta: aquí nació su madre Felipa Domènech. Y es aquí también,  donde la Galería Dalmau o la Sala Parés de la calle Petrixol, acogieron sus obras de juventud. Cuando el estómago arrecia el hambre, es el restaurante Vía Veneto en el barrio de Pedralbes bajo su estrella Michelin de hoy quien le recibe, a él, y a su querida esposa Gala en su elegante comedor. O simplemente, cuando acudía al mesón de Los Caracoles bajo la regencia del chef Antoni Bofarull, poder degustar la cocina  catalana tan apreciada en su haber y saborear la langostas o el erizo de mar del Mediterráneo.

Y qué decir, de su relación con otro genio, hoy símbolo de la ciudad en sí mismo, como fue nuestro admirado y querido arquitecto Antoni Gaudí. Sus incursiones en espacios tan peculiares como el Parque Güell donde la contemplación de la luz en su niñez, mientras la ciudad se iniciaba en el alba, le fascinó. Citar que, en 1966, lanza un happening homenajeando al genio del modernismo en este parque. Sus encumbradas  fotos en la azotea del edificio de La Pedrera, donde las chimeneas emulan a unos guerreros, son un ejemplo más de la parodia de su ego como si fuera un soldado más frente a las batallas del mundo que le rodea. También citar, la mismísima catedral de la Sagrada Familia o la esbelta fachada de la Casa Batlló en algunas de sus incursiones bajo el discurso inconsciente, nominando a esta última: La Casa de los Osos.

Si queremos ver algunas obras -… pocas- habrá que dirigirse a la apreciada y maléfica al mismo tiempo, montaña de Montjüic. Y adentrarse en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). O, detrás del mismo, contemplar una falsa cúpula en el Palacio Albéniz, residencia de los Reyes de España, e imaginar cómo, bajo una danza de tres sujetos desnudos mirando hacia el cielo: un baile circular de infinitos pájaros nos eleva a una luz celestial camino hacia Dios.

No olvidar el Teatro Goya y su estreno de la obra de Federico García Lorca “María Pineda” confeccionando su escenografía. O su reposo como genio en el prestigioso Hotel Ritz. Espacio mítico durante el franquismo, donde se hospedaban las figuras de renombre, tanto del arte o la cultura, como del mundo empresarial. Con la sutileza esotérica, en sí misma, de cobijarse siempre en la misma habitación con su amada musa: la 108.

En la Plaza Real frecuentaba la sala de flamenco para regocijarse con su querida, Maruja Garrido en el baile de tacón y manos al viento. O simplemente, visitaba el Museo Pedagógico de Ciencias Naturales para comprarse animales disecados. Amaba la taxidermia. Un oso polar que le regaló el poeta Edward James o un caballo blanco momificado en el castillo de Púbol, son dos ejemplos de una extraña mitología que escondía en su interior. Y para finalizar, citar su relación de animal propio a animal ajeno. Su relación con el mundo del los toros en la Plaza Monumental o la de Las Arenas regentadas en aquel tiempo po el empresario Pedro Balañà. Y por qué no, citar su asistencia asidua al Zoo de Barcelona para atender a sus estimados rinocerontes mientras sus cornadas rompen el aire mientras los observa. O, en aquel momento, bendecir con sus pupilas y su bigote aristocrático, al único gorila albino del mundo; por nombre, Copito de Nieve.

Y es que, no olvidemos: hay muchos dalís en su megalomaníaca figura. De la misma manera que hay muchas barcelonas por doquier, en su interior sutil e iluminado. No olvidemos su nombre original que, me imagino, tuviera que luchar para poder identificarse en cuál de estos nombres propios que citamos a continuación durante su bautizo, le sirvió …

Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí y Domènech

He dicho

La Barcelona de Dalí https://www.youtube.com/watch?v=x2HhZLxxK0o

 

 

© All rights reserved Eduard Reboll

Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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