2]Tengo entendido que en su niñez fue inscrito en una escuela jesuita. ¿Tuvo esta orientación alguna repercusión en su vida adulta? ¿Ha mantenido usted los nexos de amistad con compañeros de aquella época ya lejana?
Inicié mis estudios en el Colegio del Apostolado en Sagua, hasta el primer grado en que pasé al Colegio Sagrado Corazón de Jesús que tenían en mi ciudad natal los Jesuitas. Allí estudié hasta sexto grado pues no tenían Bachillerato. Recordaré siempre a mis profesores jesuitas: El hermano Parada, Ibáñez, Escudero, Estévez y los padres Cajigal, Mariano Ruiz, Juanes, Bedoya, Altamira, Fiol, Hidalgo. Me enseñaron un amor a Jesús y a su madre María. Me iniciaron también en la lectura, que es algo esencial de mi vida.
En el colegio de los jesuitas estuve en la Congregación Mariana pero fundamos otra en 1952, la Agrupación Católica de Sagua (ACS), siguiendo la experiencia de la ACU en La Habana. Así los alumnos que terminaban sus estudios y pasaban al Instituto de Segunda Enseñanza de Sagua, podían tener una institución que mantuviera su formación y obras apostólicas. La ACS llegó a tener en 1960 más de 125 miembros. Realizamos muchas actividades sociales como el catecismo a los jóvenes sagüeros, la ayuda a los pobres, un programa en la radio local, Justicia Social, en el que dábamos a conocer los fundamentos de la Doctrina Social Cristiana. Recuerdo a muchos compañeros en aquellas actividades como Marcelino García (hoy sacerdote jesuita, por 25 años Rector de Belén y ahora Director del Centro de Espiritualidad Ignaciana (CEI) también conocido como Manresa). Otros dirigentes fueron: José Arenas, los hermanos Aurelio y Eugenio Pérez Lugones, Alejandro Bienes, César Menéndez, Pablo García, Gabriel Salvat, Florentino Rodríguez, Carlos González, Roberto Gesni, Henry Pujol, Rafael Marqués, Melquiades Martínez (Mel fue Senador de Estados Unido), Rafael Martínez y otros. Había también miembros que no habían estudiado con los jesuitas, pero eran compañeros nuestros en el Instituto o en otras actividades sagüeras. Nos ayudaban otros amigos que ya estudiaban en La Habana pero que volvían a Sagua en sus vacaciones como Eduardo Rodríguez, Miguel Estrada, Oscar Echevarría Salvat, Félix Mon… la lista es demasiado larga para una entrevista.
Colegio “El Apostolado” (Sagua la Grande). Tuvo un largo historial y en él se formaron varios individuos que ocuparon puestos de importancia en el exilio. Hoy en día el edificio alberga una escuela primaria operada por el estado cubano.
Los sagüeros del colegio o de la ACS se siguen reuniendo en el exilio, aunque muchos ya han partido al Reino de Dios. Todos los años tenemos misa y almuerzo que nos ofrece la oportunidad de compartir y recordar. Alejandro Bienes nos pone a la vista imágenes de cuando éramos estudiantes del colegio y después en la ACS. Esas reuniones nos permiten también conseguir fondos para ayudar a los párrocos de Sagua desde hace muchos años. Se reconstruyó así la Iglesia del Colegio y también de la Parroquia. Y el párroco logra también brindar ayuda a los sagüeros más necesitados y realizar su labor apostólica en múltiples actividades, desde catequesis hasta romerías a lugares cercanos, como el puerto Isabela de Sagua.
3] ¿En qué rama de estudios universitarios se concentró usted dentro y fuera de Cuba?
Como ya había comentado, mis estudios universitarios fueron en Derecho, Ciencias Sociales y Derecho Público. Pero no pude terminar ni el Segundo Año debido a la situación política de Cuba y mi militancia en contra del régimen totalitario que impusieron los Castro. En el exilio, hasta 1965, estuve haciendo todo lo posible por conquistar la libertad de nuestra Patria. En barco llevábamos los equipos que nos permitían interferir programas de la televisión del gobierno para enseñar lo que ellos ocultaban, la verdadera realidad que se vivía en el país. Lográbamos infiltrar compañeros de lucha como la de Luis Fernández Rocha en 1962 quien solo milagrosamente logró volver. Ayudábamos al clandestinaje y para ello adaptamos un barco de 31 pies con sonar, buenos motores que nos daban rapidez. Ese barco fue nombrado “Juanín”, recordando al querido amigo Juan Pereira Varela asesinado cuando esperaba mi entrada en Cuba por la costa norte de Pinar del Río a finales de 1961. Nunca olvidaré a ese hermano entrañable, ejemplo de vida para todos. De su vida publicamos hace muchos años el libro “JUANÍN”.
Otra importante actividad fue el ataque que hicimos a una fiesta de soldados soviéticos en el Hotel Rosita de Hornedo el 24 de agosto de 1962. En el barco Juanín, con un cañón de 20 milímetros. Capitaneado por Isidro Borja (Chilo) y con los amigos José Basulto (Gugú), Carlos Hernández (Batea), Bernabé Peña (Berni), Quiquito Torres, Albor Ruiz y Julián, entramos muy cerca del hotel y descargamos todo las municiones que llevábamos. Al regreso oímos que la radio del régimen culpaba al presidente Kennedy de esa acción. En realidad nadie del gobierno norteamericano supo nada de la preparación y ejecución de esa actividad. Pero logramos un reconocimiento mayor de los cubanos exiliados y una oportunidad con la prensa internacional de dar a conoces la existencia de cohetes atómicos en Cuba. Lo sabíamos por las noticias que nos enviaba el clandestinaje. Lo dimos a conocer hasta en programas televisibos que veían millones. Pero el gobierno norteamericano no lo creyó hasta que un avión tomó las fotos de los emplazamientos en octubre de ese año. Y la Crisis de Octubre terminó regalándole a los soviéticos la promesa de no ayudar a la liberación de Cuba.
Tanto fue el seguimiento de esa promesa que presionaron al gobierno dominicano a cerrar una base de entrenamiento que habíamos logrado, con el apoyo del ejército de la República Dominicana, en la isla Catalina. Allí pusimos todos nuestros recursos y todo lo perdimos cuando nos obligaron a salir.
Así que nada de estudios, todos esos años fueron para luchar por la libertad de nuestro pueblo. En 1965 tras el fracaso de la base en la RD y otros intentos fallidos, tenía que tomar una decisión. Ya me había casado con Marta (Martica siempre para mí) y teníamos tres hijos. Tenía que buscar la forma de mantenerlos y al mismo tiempo seguir mi vocación cubana.
Digo vocación cubana pues desde que estudiaba el Bachillerato había pensado, en uno de los Ejercicios Espirituales Ignacianos que hacíamos los miembros de la ACS en El Calvario de La Habana, la posibilidad de ser sacerdote. Pero en 1955 con quince años me enamoré de Martica en aquella playa idílica que era Cayo Esquivel, donde pasábamos tiempo en las vacaciones del Verano. En otro Retiro decidí que nada de sacerdote, que había nacido para amar a Martica y la familia que tendríamos. Pero al mismo tiempo decidí que mi vida tendría más sentido si luchaba por Cristo y Cuba también. Lograr el ideal Martiano de vivir en libertad, con justicia y solidaridad para la felicidad “con todos y para el bien de todos” en Cuba, sería también razón de mi vida.
Así que en 1965 decidí no estudiar y fundar la Librería y Distribuidora Universal. Poco tiempo después, con mucha ayuda inicial de Ana Rosa Núñez, poeta, bibliotecaria y una de las mejores personas que he conocido, comenzamos también la publicación de libros. El amor a los libros y su importancia para la formación ciudadana, el conocimiento de la historia y la educación al servicio de los demás, me hizo comenzar ese camino de librero, distribuidor y editor que tanto trabajo, pero mucha más felicidad, me ha dado a mí y toda mi familia, que tanto contribuyó en el trabajo.
La popular fachada de la Librería Universal en la Calle Ocho
Mi familia ha sido de una extraordinaria ayuda para lograr avanzar en el trabajo de edición y distribución de los libros. Primero mis padres y suegros y siempre mi esposa Martica. Mi mamá trabajó casi desde el inicio de la librería. También mi papá cuando tuvo que dejar la bodega que tenía en la 17 avenida del SW, El Vedado Market, que tanta felicidad le dio. Mi suegro Miguel Ortiz, con habilidad y esfuerzo increíbles, hizo con sus manos de carpintero, todos los estantes, mesas y mostrador de la librería. Mi suegra Guillermina cuidaba de los niños cuando mi esposa venía a ayudarme. Preparaba los paquetes con los libros que enviábamos a bibliotecas públicas y universitarias, a otras librerías y a clientes particulares. Mi hija Marta María (tatica) comenzó a trabajar con menos de 12 años cuando salía del colegio. Gracias a su inglés podíamos mantener relaciones y al mismo tiempo fue administradora de todos los trabajos, incluyendo la contabilidad que nada le gustaba. Mi otra hija, María Cristina (Cristy) se volvió una experta como editora de los libros, aprendiendo el sistema que usábamos, WordPerfect. Muchos libros llevan su nombre en la composición y edición. Mi hijo Juan Manuel (Manolito) daba horas de su tiempo libre cargando cajas y situando el inventario de los libros que él mismo creó. También Miguel Ángel (Mikie), quien nació 13 años después de Manolito, fue un propulsor de la propaganda de los libros y logró la conexión con nuevas imprentas y distribuidores internacionales. Otra amiga, María Odoardo (tía María) trabajó por muchos años en la librería atendiendo y vendiendo. Ella había sido mi ángel cuando estaba clandestino en Cuba. Era quien manejaba su auto, llevándome a todas las reuniones que teníamos con otros miembros del DRE y otras organizaciones en Cuba.
Familia que reza y trabaja unida, permanece unida. Marta O. Salvat, Juan M. Salvat y Marta Salvat-Golik.
4] Me consta que usted es pilar en la expansión, difusión y conservación de la cultura en general, y la cubana en particular. ¿Recuerda alguna incidencia o coincidencia que contribuyera a definir esa inclinación a diseminar la obra de escritores, poetas e intelectuales en general, en el sur de la Florida?
Ya te expliqué las razones de mi vocación por el libro y la cultura, especialmente la cubana. A esa empresa he dedicado 58 años de mi vida. Y el tiempo que Dios me permita de vida. Ya las fuerzas no son las mismas y el mundo del libro ha cambiado mucho. Todavía mi esposa y mis hijos e hijas me ayudan bastante, aunque tienen sus propios trabajos y ocupaciones.
Comenzamos inicialmente desde una pequeña oficina en el edificio José Martí que estaba en la calle ocho y segunda avenida del SW. Mis amigos dicen que entonces tenía la Editorial la “Cañona”, pues les enviaba libros con la factura, sin que ellos los ordenaran. Creo que fue Bernabé Peña quien entonces vivía en Puerto Rico, el que tuvo la idea de la “Cañona”. El humor cubano es siempre importante. También tuve amigos que me ayudaron en la promoción de los libros. Recuerdo que cuando Alicia, esposa de mi muy querido amigo Luis Fernández Rocha, estaba al frente de la difusión de libros cristianos de la Congregación Mariana, Rosa Mística, me hacía los pedidos de libros.
Esa experiencia inicial me permitió el contacto con las editoriales españolas y latinoamericanas, también con las imprentas y otros distribuidores y libreros de esos países. Entonces las comunicaciones eran por teléfono, muy costosos y casi siempre por correo, muy demorado. Tuve suerte que con Berni Peña y Luis Palacios trajimos un Telex para mensajes rápidos, que resultó de mucha utilidad antes de que llegaran los fax y correos electrónicos.
Otro ángulo de la fachada de la Librería Universal
Al poco tiempo conseguimos alquilar un espacio en 2465 SW 8 Street donde pudimos montar la Librería Universal para el público lector. Recuerdo que había meses que no tenía fondos ni para pagar el alquiler que era de unos $100.00 mensuales. Pero el dueño, un judío muy amistoso y comprensivo, siempre nos ayudó. Aunque también siempre, temprano o tarde, le pagábamos. Nos ofreció comprar todo el espacio que ocupábamos nosotros, una casa de fotografías, una lavandería, El Dorado Furniture y un restaurante por unos $100,000.00, si no me falla la memoria. Era una gran oferta, pero nos asustó esa cantidad. Fue un error, pues en aquella época de buenos banqueros cubanos, hubiéramos logrado el préstamo para comprarla. El amigo Manolo Capó, más visionario y menos conservador, compró todas esas propiedades y expandió muchísimo su negocio. Nosotros tuvimos que alquilar un local en un edificio que quedaba frente al que teníamos la librería. Poco tiempo después, necesitados de espacio para el aumento del inventario de libros y la necesidad de un lugar tranquilo para el trabajo de la editorial y distribución, compramos una casa (con hipoteca, claro) en la 13 avenida casi esquina con Flager. Nos ayudó mucho en el trabajo ese local. Pero no era suficiente y lo ideal era tener un local donde estuviese toda la empresa. Y se presentó la oportunidad de un espacio que ocupaba una lavandería en el 3090 SW 8 Street. Pero allí había que tumbar lo existente y construir un edificio de una planta para la librería, oficinas y almacén. Otro amigo del alma, sagüero, aunque naciera en Rancho Veloz, donde su familia tenía una finca, que era arquitecto, Juan Antonio Rodríguez Jomolca (Guajiro), salió a resolver nuestra situación. Con la ayuda de amigos banqueros, compramos la propiedad y construimos el edificio. Le pedía a Jomolca que preparara cimientos para una segunda planta. Allí pudimos expandir el negocio y brindar al público un espacio con buen parqueo y muchísimos libros bien ordenados temáticamente, en los bellos y prácticos estantes, que construyó mi suegro Miguel. Y unos años después se logró el segundo piso con varias oficinas y un salón para la presentación de libros. Debimos poner un ascensor, pero tuvimos que conformarnos con una escalera, bastante cómoda.
Ángulo interior de la icónica Librería Universal
Habíamos recorrido un largo camino. Nuestro trabajo rendía frutos. Teníamos buenas ventas en las universidades gracias a la ayuda de muchos abogados cubanos exiliados que cambiaron su profesión para profesores de lengua española y literatura hispanoamericana. Llegamos a vender en México (Porrúa), Argentina (Arenales), España (Maidhisa y Casa del Libro) y otros países. Viajamos a esos países para lograr mayor conocimiento con los responsables, íbamos a las Ferias de Libros de Guadalajara, Liber en España, la Feria de Buenos Aires y otras. En ellas exponíamos los libros publicados por Universal. Los catálogos de 1990 y especialmente el de 2001 con 128 páginas dan cuenta de lo que fuimos logrando. Esos catálogos se enviaban a bibliotecarios, clientes y distribuidores de libros en todas partes.
Pero los clientes fueron reduciéndose. Unos fallecían, otros cerraban librerías, las compras por internet se volvían costumbre. Las ventas decayeron. Teníamos que tomar decisiones. La edad no ayudaba pues tenía 73 años. Decidimos vender el edificio, dejar las ventas de la librería y concentrarnos en la edición de libros con un almacén cercano a casa. Fue una dura decisión pero al mismo tiempo seguimos publicando nuestros libros y logramos distribuidores que se ocupan de promocionarlos y venderlos. Eso nos da más tiempo para hacer lo que más disfrutamos y que también creemos es lo más importante de nuestra vocación, publicar libros. Y ya nos acercamos a casi 2000 libros publicados.
Un día regular de labores en la Librería Universal
5] En mis años de estudiante, personalmente, yo era asiduo visitante a su establecimiento y aprovechaba las ventas de libros a precios módicos en sus quioscos de la Feria Internacional del Libro en el Recinto Centro del Miami Dade College. Para los no familiarizados con el área de Miami y su vecindad, ¿podría darnos una idea del panorama miamense en el año 1965 en cuanto a tiendas de libros y casas editoriales? ¿Cómo surgió la idea de inaugurar su empresa en plena «Sauesera»? ¿Qué librerías estaban ya ubicadas en la ciudad de aquel entonces? ¿Qué otras librerías surgieron después?
Fui uno de los fundadores de la Feria Internacional del Libro de Miami, uno de los más importantes eventos culturales de Miami y Estados Unidos. Fomenta la lectura de libros en inglés, español y creole. Con gran asistencia de público en sus quioscos anuales del Miami Dade College y en las presentaciones de autores importantes de todo el mundo. Cada año llevábamos nuestros libros y también lo hicimos en el 2022, casi diez años después de cerrar la librería, llevando viejas y nuevas ediciones de nuestra editorial Universal.
En el año 1965 ya existían librerías en Miami. Yo era asiduo visitando y comprando en la Librería Continental en el Dowtown de Miami y la Librería Cervantes en Flagler (Ramírez fue su iniciador), la Interamericana de Toirak y el Downtown Book Center de Manuel Rábade. También tenía oficinas la editora de libros de texto Cultural SA, fundada en Cuba en el siglo XIX, por José López Rodríguez (Pote). La familia abrió la librería Moderna Poesía, poco tiempo después, en la calle ocho del SW. Otras librerías en Miami fueron Libros Españoles en la calle ocho, Revistas y Periódicos en Coral Way, Impacto en la calle ocho y 72 avenida. Books and Books de Coral Gables, ha sido una de las más importantes, pues, aunque principalmente distribuye libros en inglés, también trabaja los de español y realiza muchas presentaciones de escritores hispanoamericanos. Una de las principales libreras que tiene allí Mitchell Kaplan, es Raquel Roque, hija de Manuel Rábade, con una larga experiencia en el mundo del libro.
Debo destacar también la Librería Sibi de Nancy y Juan Manuel Pérez Crespo quienes realizaron una labor cultural intensa con Peñas de escritores por muchos años y también fundadores de la Feria del Libro. Sigue Old Spanish Books de Rabase, especialido en conseguir libros cubanos antiguos.
Antes de 1965 había pocas editoriales. Debo mencionar a la AIP (Agencia Internacional de Prensa) que fue dirigida por Fernando Carrandi y publicó libros que explicaban la historia y realidad cubana en los años 60′. Carrandi nos ayudó mucho cuando comenzamos a distribuir libros ofreciéndonos precios muy razonables.
Algo que me gustaría destacar y que nos hace sentir un sano orgullo cubano es la calidad e importancia de los autores que hemos publicado y en honor a ellos, que tanto valor tienen en la historia de Cuba, deseamos darles crédito. Es una larga lista y aunque queden sin mencionar algunos que deberían estar, sólo por espacio, me gustaría señalar los ya fallecidos:
Luis Aguilar León, Elio Alba Buffill, Antonio Alonso Ávila, Armando Álvarez Bravo, José Álvarez Díaz, Ángel Aparicio Laurencio, Concepción Alzola, Ernesto Ardura, Reinaldo Arenas, René Ariza, / Anita Arroyo, Alberto Baeza Flores, Emilio Ballagas, Ricardo Bofill, Luis Botifol, Eduardo Boza Masvidal, José Ángel Buesa, /Guillermo Cabrera Infante, Jorge Castellanos, Andrés Cao Mendiguren, Amelia del Castillo, Efrén Córdova, Octavio R. Costa, /Armando Couto, Antonio Rafael de la Cova, Ángel Cuadra, Eliseo Diego, Manuel Dorta-Duque, José Duarte Oropesa, Rolando Espinosa, José Ramón Fernández Álvarez, Luis Fernández Caubí, Leonardo Fernández Marcané, Roberto Fernández Miranda, Manuel Fernández Santalices, Horacio Ferrer, Orestes Ferrara, Ramón Ferreira, Miguel Figueroa y Miranda, Esperanza Figueroa, Eugenio Florit, Julio Garcerán, Florencio García Cisneros, Raoul García Iglesias, Jorge García Montes, José R. García Pedrosa, Mercedes García Tudurí, Ángel Gaztelu, Rita Geada, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juan Gualberto Gómez, /Máximo Gómez,
María Gómez Carbonell, Luis A Gómez Domínguez, Ramiro Gómez Kemp, José Gómez Sicre, Orlando Gómez-Gil, / Celedonio González, González, Yara / José Miguel González Llorente, Ramón Grau San Martín, Zenaida Gutiérrez Vega, / Alberto Gutiérrez de la Solana, José María Heredia, Alfonso Hernández Catá, Julio Hernández Miyares, Antonio Hernández-Travieso, Rosario Hiriart, Josefina Inclán, Conde San Juan de Jaruco, Guillermo C. Jiménez, José Olivio Jiménez / Juan Pablo II, Enrique Labrador Ruiz, Antonio Lancís, René G. Landa, José Ignacio Lasaga, César Leante, Eloisa Lezama Lima, José Lezama Lima, Padre Amando Llorente SJ, Fray Miguel Angel Loredo, Carlos Loveira, Dulce María Loynaz, Mario Llerena, Jacobo Machover, José A Madrigal, Jorge Mañach, Edilberto Marbán, Luis Mario, Carlos Márquez Sterling, Manuel Márquez Sterling, / Leví Marrero, José Martí, Felipe Martínez-Arango, Calixto Masó y Vázquez, José Luis Masó, Julio Matas, Manuel Matías, Elena Mederos, César A Mena, José María Mijares, Berta G Montalvo, Carlos Alberto Montaner, Matías Montes Huidobro, Francisco Morín, Martín Morúa Delgado, José M Muzaurieta (Tom Mix), Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (Cucalambé), Ana Rosa Núñez, Carilda Oliver Labra, Otto Olivera, Ignacio Ortiz Bello, Fernando Ortiz, / Heberto Padilla, José Pardo Llada, Humberto J Peña, Elena V Peraza, Fermín Peraza, Hilda Perera, Marino Pérez Durán, Coronel Orlando Piedra, Humberto Piñera Llera, Virgilio Piñera, Plácido [Gabriel de la Concepción Valdés], Herminio Portell Vilá, Jesús Portocarrero, Pura del Prado, José Ignacio Rasco, Rafael Rasco, Juan J. Remos, Rosario Rexach, Armando P. Ribas, Mario Riera, Carlos Ripoll, Delfín Rodríguez-Silva, María Teresa Rojas, Rafael Rojas, Teresa María Rojas, Mons. Agustín Román, Enrique Ros, Guillermo Rosales, Rosendo Rosell, Hortensia Ruiz del Vizo, Leovigildo Ruiz, Ruben Darío Rumbaut, José Antonio Saco, Reynaldo Sánchez, José Sánchez-Boudy, Manuel Sanguily, Severo Sarduy, Eladio Secades, Enrique Serpa, Raúl Shelton, Nicasio Silverio Saínz, Arístides Sosa de Quesada, Pedro Suárez, (Tintín), Salvador E. Subirá Turró, Francisco H. Tabernilla Palmero, Amalia de la Torre, Rogelio de la Torre, René Touzet, Andrés Valdespino, Jorge Valls, Félix Varela y Morales, Carlos Victoria, y Guillermo de Zéndegui.
Aunque el cierre de nuestra Librería Universal fue para nosotros triste, pues amábamos ese edificio que contribuyó mucho a la difusión cultural cubana en Miami e internacionalmente, hemos seguido activos en el mundo de la edición de libros, principalmente de temas y autores cubanos. En Cuba la cultura está dirigida con mano fuerte por el régimen castrista, se cambia la historia y solo publican lo que es de agrado a los censores. Reeditar obras esenciales de la historia de Cuba, publicar nuevos libros de escritores cubanos, ha sido y es nuestra misión. Cerca de 2000 libros publicados y bien distribuidos, ha sido orgullo y misión. Gracias a Dios por habernos dado los medios y las fuerzas para hacerlo.
- Comprendo muy bien su entusiasmo. Conocí a una porción de ese grupo paradigmático, con quienes tuve el gusto de compartir momentos de mi contemporaneidad. Algunos fueron mis profesores, otros mis entrevistados. La lista que nos muestra es verdaderamente impresionante y, aun sin sumergirnos en el contenido de cada una de sus respectivas obras, desde mi posición investigadora, me permito decir que hacer referencia a estos y otros autores, constituye una magnífica oportunidad para que las generaciones presentes y por venir se familiaricen con su legado, que es también el suyo. Concluyo entonces, que de este modo se confirma la importancia del compromiso histórico que espontáneamente abrazó su familia, con el fin de enriquecer el patrimonio nacional fuera de Cuba. En nombre de ellos, de los que todavía están con nosotros, y el mío propio, le agradezco su aporte histórico a esta comunidad en que vivimos. Esa hazaña personal, tan amorosa como patriota, además de fructuosa, perpetúa la figura icónica de la exitosa Librería Universal de la Calle Ocho en Miami, capital del exilio cubano. Muchas gracias por su aporte a la cultura hispana en general y a la cubana en particular.
Fin Parte II
© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.
Héctor Manuel Gutiérrez, Ph.D., es instructor de español avanzado y literatura hispana. Funge como Lector Oficial de Literatura y Cultura Hispánicas en el programa de evaluación superior Advanced Placement, College Board/ETS. Colaborador mensual de la revista musical «Latin Beat», Gardena, California. Miembro/fundador de la revista literaria «La huella azul», FIU, Miami, Florida. Editor de contribuciones, «Revista Poetas y Escritores Miami», Miami, Florida. Colaborador «Revista Suburbano», Miami, Florida. Colaborador/ columnista, «Nagari Magazine», Miami, Florida. Colaborador «Linden Lane Magazine», Fort Worth, Texas, Colaborador, «Insularis Magazine», Miami, Florida. Es autor de los libros: Cuarentenas, AuthorHouse, marzo 2011, Cuarentenas: Segunda Edición, AuthorHouse, 2015, Cuando el viento es amigo, iUniverse, 2019, Dossier Homenaje a Lilliam Moro, Editorial Dos Islas, 2021, De autoría: ensayos al reverso, Editorial Dos Islas, 2022. Les da los toques finales a Encuentros a la carta: entrevistas en ciernes, a publicarse en 2023, La utopía interior: estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato, a publicarse en 2024, y la novela El arrobo de la sospecha, a publicarse en 2025. [Foto del autor, por Juan Carlos Mirabal].