Joaquín Orlando Giannuzzi nació en Buenos Aires el martes 29 de julio de 1924 y falleció en Campo Quijano, en la provincia argentina de Salta, el lunes 26 de enero de 2004, a causa de una dolencia cardíaca que venía padeciendo desde años antes. Entre ambas fechas, forjó una de las obras más originales de la poesía argentina, caracterizada por el antagonismo entre el mundo interior del poeta y las variadas formas que adopta la realidad que, como ente dinámico, está regida por la transformación constante, en un proceso de creación/destrucción que horroriza a la búsqueda humana quizá más constante: la de la permanencia. Como antídoto, en buena parte de su obra el poeta se detiene en la descripción y calificación de los objetos circundantes (flores, enseres, utensilios, muebles; en ocasiones, paisajes) que su visión separa por un momento del conjunto, dotándolos de una efímera autonomía que garantiza así, momentáneamente, una suerte de perennidad, similar a la que poseen las imágenes fotográficas, al tiempo que convierte a la cosa en símbolo y metonimia del conjunto. El procedimiento es impresionista —en tanto que captura el instante— y a la vez expresionista, desde que lo que prima en el discurso del poeta son las intensas sensaciones y asociaciones de ideas que le produce el objeto contemplado: es la visión personal la que inunda a la cosa (sin tachar ni desplazar simultáneamente su objetividad), cosa que obra de esa forma como mediadora entre el mundo interior del observante y la realidad exterior a la que pertenece el objeto. El pathos existencial del autor se comunica entonces muy fácilmente al lector, por cuanto el hecho maravilloso (lo que percibe el poeta) no es de naturaleza sobrenatural, esteticista, o una adherencia forzada de lo imaginario a un objeto concreto. Su potencia epifánica reside precisamente en una especie de razonamiento en torno de la relación que mantenemos todos —como sujetos aplicados a una continua observación de cuanto nos rodea— con la materia en tanto arquitectura de lo real, por lo que las argumentaciones dirigidas por Giannuzzi hacia el rumbo que él determina no resultan extrañas a quien lee sus poemas (no exhibe un arsenal de símbolos personales a descifrar, no exige una hermenéutica), sino la base misma para el despegue de las interpretaciones propias de quien lee, bien que encaminadas previamente por el poeta.
Este direccionamiento de la epifanía operado por Joaquín Giannuzzi (direccionamiento no por ello unívoco, sino por el contrario, ofrecido como un ensanchamiento de muchas de las percepciones anteriores del lector, no restrictor sino amplificador y, por ello, develador) se formaliza según una concepción marcadamente escéptica en cuanto a nuestro devenir en su intervención dentro de lo real, “el rumor insensato de la existencia humana”, como lo definirá en uno de sus poemas más logrados. A la hostilidad de una realidad donde las cosas permanecerán, como pertenecientes que son a un orden al que resultamos ajenos por nuestra condición de mortales, cuando nuestra conciencia haya dejado de existir, suma Giannuzzi la incompatibilidad del individuo consciente con la sociedad que nuestra misma especie ha edificado, suma de injusticias, arbitrariedades, absurdos, locuras, crueldades, disparates y ridiculeces. Este segundo aspecto de su obra se encuentra desperdigado, aunque bien presente en la mayor proporción de sus trabajos, aunque concentrado en su poemario Las condiciones de la época (1968). Poeta de tajantes afirmaciones y convincentes argumentaciones, Giannuzzi en la obra citada acendra el tono en este aspecto de sus construcciones poéticas, no casualmente en una etapa de la historia latinoamericana signada por fuertes convulsiones sociales. Sin embargo, su poética de aquel momento no acusa un contenido estrictamente social, ni mucho menos adhiere al postulado sartreano del “compromiso con la época”, que tantos adeptos tuvo entonces y en la primera mitad de la década siguiente en el contexto de nuestro continente; su verso es más bien existencialista, no confiada en un progreso posible de la estructura de la cultura mundial hacia un porvenir positivo, ni en lo referente a las instituciones ni en cuanto a la evolución de los mismos individuos que componen dicha cultura. Se afirma su modelo existencial en una certeza, la desesperanza, ya que a fin de cuentas, una desalentada certidumbre es mucho mejor que una fantasmática ilusión. Esta línea de desplazamiento por lo social, al suo modo di comprendere le cose, impregnará el conjunto de su obra hasta el final, dejándonos una obra poética que sin ser extensa, es medular y definitivamente imposible de soslayar al referirnos a la poesía argentina del siglo XX.
Obras de Joaquín Giannuzzi
Nuestros días mortales (Editorial Sur, Buenos Aires, 1958)
Contemporáneo del mundo (Editorial América Lee, Buenos Aires, 1963)
Las condiciones de la época (Editorial Sudestada, Buenos Aires, 1968)
Señales de una causa personal (Editorial Cuarto Poder, Buenos Aires, 1977)
Principios de incertidumbre (Ediciones O.B.H., Buenos Aires, 1980)
Violín Obligado (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1984)
Teólogo en la ventana y otros poemas (antología, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988)
Antología poética (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1990),
Cabeza final (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1991)
Apuestas en lo oscuro (Editorial Emecé, Buenos Aires, 1991)
Poemas 1958-1995 (antología, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1995)
Obra poética (Editorial Emecé, Buenos Aires, 2000)
¿Hay alguien ahí? (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2005)
Antología Poética (Editorial Visor, Madrid, 2006)
Un arte callado (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2008)
Poesía Completa (Editorial Sibila / Fundación BBVA, Sevilla, 2009)
A Complicated Mammal: Selected Poems (Trad. por Richard Gwyn, CB Editions, Londres, 2012)
Obra completa (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2015)
© All rights reserved Luis Benítez
Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.) con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido numerosos reconocimientos tanto locales como internacionales, entre ellos, el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina. Sus 36 libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro fueron publicados en Argentina, Chile, España, EE.UU., Italia, México, Suecia, Venezuela y Uruguay