Como en otras tantas circunstancias la intimidad de la lectura exige apartarnos del mundo, ser capaces de escuchar nuestro dolor. Si no existe una relación íntima con la palabra, la lectura se resumirá entonces en un ejercicio académico y posiblemente mental, pero el lector perderá la oportunidad de dialogar con el propio texto al que se enfrenta, desnudarlo y escucharse en las esas palabras que lee. Vuelvo: gozar de la capacidad de escuchar nuestro dolor, ese es el punto.
Amor y literatura se concatenan en la intimidad. Bajo la sombra de la palabra, ser fiel a esa intimidad implica no renunciar, seguir luchando por lo que al final de la noche creemos bello, hermoso, verdadero. Un buen ejemplo de la intimidad literaria se muestra en la novela Juntacadáveres, del Juan Carlos Onneti, donde la relación entre los personajes se puede elevar a metáfora de esta intimidad entre lector y literatura:
“Pero ahora estoy segura que lo sabíamos; él y yo, que lo supimos desde el principio y con más fuerza cada día, a medida que la felicidad iba creando raíces. Porque la felicidad verdadera no puede creer, aumentar. Está ahí. Y nosotros reíamos, nos mirábamos, nos estábamos tocando con amor. Pero los dos sabíamos, nos abrazábamos sabiendo y locos de miedo y cada uno escondiéndole al otro su terror. De noche nos acostábamos encima del peligro, nos veíamos despertar pensando si sería aquella mañana, aquel día. Él o yo, claro. Temerosos de que le correspondiera al otro cumplir con el deber, horrorizados por la cobardía, el egoísmo de quedar solos, de cumplir con el otro espantosos deber de sufrir y recordar”.
Y esa es la otra parte de la intimidad con la palabra: el dolor, el miedo, la ausencia de certezas, como en la vida. Cuando leemos un libro que nos conmueve hay algo de nosotros mismos en esas líneas. No es el autor, sino más bien la palabra, la sabiduría de la palabra que ha encontrado eco entre nosotros. Es imposible, por ello, catalogar a la literatura tan sólo como una disciplina académica o institucionalizada, bajo las leyes del mercantilismo. Al momento en que la literatura empieza a percibirse tan sólo como otro producto más pierde en sentido y así llega el mutismo, deja de comunicar y la intimidad con el lector se disipa, y goce y dolor son contaminados por el olvido.
Si la literatura es estéril para gestar intimidades todo se habrá perdido. Porque la candidez de una boca es tan necesaria como la desdicha diaria, porque en una palabra íntima podemos encontrar el refugio cuando el mundo sangra y algo de nosotros ya ha muerto, porque siempre es necesario pronunciar la alegría y el dolor con las palabras precisas para no perdernos en el camino, como ya lo dijo Max Rojas:
“Hoy me sale lo bronco
y me revuelvo, hoy me sale lo herido
y me desgarro
perdón por esta forma
de amargura, pero es que hoy
de muy adentro me sale lo animal desbocado,
la verdadera furia que me empuja:
esto de maldecir espinas
lo formalmente triste,
lo exactamente amargo como el llanto.
Ahora me vuelvo y me despido y me regreso.
Voy a buscar mi sombra entre la sombra,
porque mordí sin tiempo un corazón de niebla
y lo bronco,
lo verdaderamente animal que me sostiene
está herido”.
© All rights reserved Xalbador Garcia
XALBADOR GARCÍA (Cuernavaca, México, 1982) es Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y Maestro y Doctor en Literatura Hispanoamericana por El Colegio de San Luis (Colsan).
Es autor de Paredón Nocturno (UAEM, 2004) y La isla de Ulises (Porrúa, 2014), y coautor de El complot anticanónico. Ensayos sobre Rafael Bernal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015). Ha publicado las ediciones críticas de El campeón, de Antonio M. Abad (Instituto Cervantes, 2013); Los raros. 1896, de Rubén Darío (Colsan, 2013) y La bohemia de la muerte, de Julio Sesto (Colsan, 2015).
Realizó estancias de investigación en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, y en la Universidad del Ateneo, en Manila, Filipinas, en la que también se desempeñó como catedrático. En 2009 fue becado por el Fondo Estatal pJara la CulturPoesía, ensayo y narrativa suya han aparecido en diversas revistas del mundo, como Letras Libres (México), La estafeta del viento (España), Cuaderno Rojo Estelar (Estados Unidos), Conseup (Ecuador) y Perro Berde (Filipinas). Fue editor de la revista generacional Los perros del alba y su columna cultural “Vientre de Cabra”, apareció en el diario La Jornada Morelos por diez años.
Actualmente es colaborador del Instituto Cervantes de España, en su filial de Manila y mantiene el blog: vientre de cabra.